¿Y por qué México no?

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La cara de asombro, rostros maravillados, ojos agrandados y una sensación en el cuerpo de estar en las nubes. De subir y subir sin sentir el movimiento, con una rapidez de rayo.torre Esa es mi impresión del elevador del edificio One World Trade Center de Nueva York. El edificio más alto de los Estados Unidos, construido en el lugar donde fueron derribadas las torres gemelas el 11 de septiembre de 2011. Impresionante.

Subes y al mismo tiempo ves proyectadas en tercera dimensión las imágenes del exterior; en segundos llegas al piso 102 que es el número marcado dentro del mismo cubo. La verdad, sentí que llegué más rápido al observatorio del inmueble neoyorquino que a los últimos pisos de la Torre Mayor (55), WTC CDMX (50) y Torre de Pemex (51) en la Ciudad de México. Y es el doble de pisos.

Te quedas mudo en esos segundos.

Eso sí, la mente es mucho más rápida que ese elevador, en esos instantes mi cerebro hizo un recorrido por los sucedido en el 2011, por la destrucción, por la tragedia, los aviones estrellados intencionalmente contra las columnas gemelas, el humo, las miles y miles de víctimas; pero también por la etapa del resurgimiento, la recuperación, la fortaleza humana para levantarse, el  trabajar en equipo, cientos y cientos de hombres y mujeres para construir el nuevo rascacielos.torre-3 La capacidad que tiene el humano para volver a construir y mejor. También recordé la hazaña de los japoneses, después de la Segunda Guerra Mundial, se levantaron para convertirse en una potencia en todos los sentidos.

Estados Unidos, por supuesto, como potencia que es, jamás se iba a doblar o a renunciar a levantar otro rascacielos. Hizo otro, más alto y más moderno, con la tecnología más avanzada. Claro que eso no desaparece el dolor de quienes perdieron a un familiar o a un amigo,  pero deja constancia del vigor de la sociedad para volver a levantarse.

Llegas al último piso del One WTC y te codeas con las nubes, las ves avanzar, nada más hace falta que las puedas tocar como si fueran algodones (algún día). Sigues impresionado. Miras la ciudad, sus edificios emblemáticos, sus calles, sus autos que desde esa altura parecen del tamaño de una hormiga y su gente apenas un punto diminuto.

Momento afortunado, porque no solo me tocó ver nubes, también llover, deslizarse las gotas por los ventanales, sin empañarse los cristales. Y después de llover, otra vez la iluminación solar. Y la formación de un arcoíris. Bueno, la belleza natural combinada con  la obra humana.

A través de la historia hay sociedades que han demostrado que se pueden levantar de la nada, que se han unido para darse una vida mejor, calidad de vida. Es cierto, por desgracia, en el mundo existe una gran capacidad de destrucción, pero también de reconstrucción.

¿Y por qué México no?

Nunca es tarde para sumar y hacer resurgir al país, no hay razón para rendirse. Siempre he dicho que lo único que no tiene remedio, al menos en este planeta, es la muerte; lo demás, es alcanzable, con un comportamiento humano y racional, para bien de todos.

Arturo Zárate Vite

 

 

Es licenciado en periodismo, egresado de la Escuela de Periodismo Carlos Septién García, con mención honorífica. Se ha desempeñado en diversos medios, entre ellos, La Opinión (Poza Rica, Veracruz) Radio Mil, Canal 13, El Nacional, La Afición y el Universal. Más de dos décadas de experiencia, especializado en la información y análisis político. Ejerce el periodismo desde los 16 años de edad.

Premio Nacional de Transparencia otorgado por la Secretaría de la Función Pública, IFE, Consejo de la Comunicación, Consejo Ciudadano por la Transparencia e Instituto Mexicano de la Radio. Su recurso para la protección de los derechos políticos electorales del ciudadano logra tesis relevante en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, con el fin de conocer los sueldos de los dirigentes nacionales de los partidos.

Además, ha sido asesor de la Dirección General del Canal Judicial de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y Coordinador General de Comunicación y Proyectos de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos. Es autor del libro ¿Por qué se enredó la elección de 2006, editado por Miguel Ángel Porrúa.

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