"Cantinflas" merece el Óscar

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“¡Ratero!...¡Ratero!...No me quites la bolsa…” Eran los gritos desaforados de una mujer. La vieja sala cinematográfica Popotla,  ubicada sobre la Calzada México-Tacuba, que ya no existe, estaba a reventar. Había gente hasta en los pasillos, codo con codo. Entonces la Profeco no existía y los dueños de los cines hacían lo que querían para incrementar sus ganancias. Sobrecupo en los estrenos. Escenario propicio para la actuación de los carteristas.

Ese día el estreno de la película “El Patrullero 777” protagonizada por Mario Moreno “Cantinflas”. Domingo. Tenía apenas 10 años de edad y con dinero en la bolsa para pagar dos entradas, la mía y la de mi tía que vivía en la ciudad de México, simpática, amable, chaparrita, regordeta.  Yo estaba feliz desde el día anterior. Recibí mi primer salario como ayudante en un taller mecánico, propiedad de la familia materna. Las vacaciones escolares de verano. Planeamos ir al cine.

No me importó la larga fila para comprar los boletos. Cuando entramos a la sala, mi tía por delante para abrir paso. Sentíamos los apretujones. No veía nada. La película había comenzado. Solo escuchaba la voz de Cantinflas. Ni cinco minutos teníamos de haber ingresado cuando empezaron los gritos de “¡ratero! ¡ratero!...” Mi tía, que por su estatura tampoco alcanzaba a ver la pantalla, estuvo de acuerdo en que debíamos salir de inmediato.

Ahora, en los Cinemex y Cinepolis los asientos están numerados. Es una novedad que no tiene más de un año de haberse inaugurado. Cada cinéfilo con su lugar asegurado. Todo ordenado y controlado por una computadora. Descartada la sobreventa de boletos. Decidí ir con la familia a ver la nueva película sobre la vida de Mario Moreno y su Cantinflas. En Cinemex Patriotismo. A mi asiento le faltaba uno de los descansabrazos. ¿Lo habrá arrancado un irreverente o se cayó por el uso? Mi esposa tuvo que prestarme su bolsa para equilibrarme. Lo importante era estar ahí para ver la película sobre mi cómico favorito.

Recordé durante la película que tuve la suerte de entrevistar a Mario Moreno en sus oficinas de Insurgentes Sur, en el edificio “Rioma” (el nombre Mario escrito al revés), ya destruido. Como reportero de Radio Mil lo llamé por teléfono varias veces hasta que accedió a platicar. Habló de política con su acostumbrado estilo. Conservo la grabación (http://arturozarate.com/?p=259). Confirmé que estaba ante un personaje inteligente que me miraba divertido mientras yo consultaba mi cuestionario. Un caballero, gentil.

Un artista con lenguaje limpio de groserías y dobles sentidos.

Maestro del cantinflear, que parece que no dice nada pero que dice.

La película sobre su vida, dirigida por Sebastián del Amo y protagonizada por el español Óscar Jaenada, con las cualidades para competir por un Óscar, máximo premio de la academia cinematográfica. Entretenida, divertida y con un manejo de dos épocas que al final se juntan de manera natural, como las aguas de un río con el mar. Las actuaciones reviven a Cantinflas y su entorno.

La gente ríe, disfruta. En la sala había niños, adultos y personas de la tercera edad. Vi salir a todos complacidos. Comentaban las virtudes de la película. Recordaban con admiración y cariño al personaje. Genio del humorismo.

Nadie se movió de su asiento una vez que terminó la historia, porque el director decidió cerrar con el bolero de Ravel bailado por Cantinflas. Un filme bien hecho de principio a fin.

En la sala una niña de aproximadamente seis años se puso a bailar delante de su padres, tratando de imitar los movimientos del mimo.

Cantinflas es inmortal.

Arturo Zárate Vite

 

 

Maestro en Periodismo Político por la Escuela de Periodismo Carlos Septién García. Titulado con mención honorífica.

Se ha desempeñado en diversos medios, entre ellos, La Opinión (Poza Rica, Veracruz) Radio Mil, Canal 13, El Nacional, La Afición y el Universal.

Más de cuatro décadas de experiencia, especializado en la información y análisis político.

Ejerce el periodismo desde los 16 años de edad.

Premio Nacional de Transparencia otorgado por la Secretaría de la Función Pública, IFE, Consejo de la Comunicación, Consejo Ciudadano por la Transparencia e Instituto Mexicano de la Radio.

Su recurso para la protección de los derechos políticos electorales del ciudadano logra tesis relevante en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, con el fin de conocer los sueldos de los dirigentes nacionales de los partidos.

Además, ha sido asesor de la Dirección General del Canal Judicial de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y Coordinador General de Comunicación y Proyectos de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos.

Autor del libro ¿Por qué se enredó la elección de 2006, editado por Miguel Ángel Porrúa.