Los ahorros por la Pandemia

Finanzas
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Suena raro decir que hay ahorros por la pandemia, porque en general las empresas no están optimistas y les sobran motivos. Los ingresos se cayeron, creció el desempleo y los servicios, como el agua, la luz, el predial, la renta y mantenimiento, entre otros, no han dejado de pagarse. Saldo negativo, al borde del cierre o la quiebra.
Sin embargo, es innegable que esta situación de emergencia, que ha obligado a suspender actividades y a quedarse en casa, también tiene sus ahorros y algunos, después de la pandemia, van a seguir. Por ejemplo, renta de oficinas. Hay empresas que llegaron a la conclusión de que es posible reducir su espacio. Dejaron de pagar renta de pisos completos; por el ausentismo obligado, estaban ya vacíos.
También, ya no tendrán que organizar juntas en lugares recreativos, ni pagar hospedaje ni comidas. Descubrieron que las sesiones virtuales son alternativa, conectados cada uno de los participantes desde el hogar. Quizás harán una que otra presencial, cuando el tema sea confidencial o de estrategia ante la competencia.
Por supuesto que se ha gastado menos luz y agua en centros laborales, igual ha sucedido con los rollos de papel en inodoros o para secarse las manos. Se han abierto menos las llaves y menor el uso de secadoras. La limpieza es indispensable, pero no es lo mismo la tarea cuando es ensuciado por todos que cuando solo hay que quitar el polvo que penetra por las rendijas. Se gasta menos jabón.
Todo suma, no solo en contra, también a favor en presupuestos. Durarán más los muebles, las sillas o escritorios. Quizás hasta se puedan vender ante el desuso o ya no tendrán que cambiarse por el desgaste. En particular, ahorros en la parte administrativa.
Menos gasto de gasolina en vehículos de la empresa para ejecutivos y mínimo mantenimiento al bajar su uso. El transporte de mercancía es inevitable, pero seguro que la pandemia ha dejado enseñanzas para optimizarlo, para reordenar rutas.
La entrevista con clientes, en muchos casos, podrá llevarse a cabo por videoconferencia. Ninguna de las partes tendrá que desplazarse ni quedarse atorado en el congestionamiento. Cuando haya manifestaciones anunciadas o cierre de calles, vendedor y cliente podrían quedarse en sus respectivos lugares, comunicarse de esa manera y tomar decisiones.
Se ha reducido el uso de trajes, corbatas y uniformes. Ya no hay que llevar seguido el traje a la tintorería. Se podrá ahorrar la adquisición periódica de ropa utilizada para ir al trabajo.
Incluso el desgaste de zapatos será menor. No habrá que pagar boleada todos los días ni comprarse nuevos en plazos cortos. Las mujeres se cansarán menos con los altos tacones, sobre todo las que puedan seguir con el trabajo de oficina desde casa.
Hay ventajas y desventajas. No todo es negro. Cierto, existen actividades obligadamente presenciales. De acuerdo, se tienen que hacer. Lo bueno es el aprendizaje, para ser más eficientes.
Sin duda, en todos los casos, hay ahorros.

Arturo Zárate Vite

 

 

Maestro en Periodismo Político por la Escuela de Periodismo Carlos Septién García. Titulado con mención honorífica.

Se ha desempeñado en diversos medios, entre ellos, La Opinión (Poza Rica, Veracruz) Radio Mil, Canal 13, El Nacional, La Afición y el Universal.

Más de cuatro décadas de experiencia, especializado en la información y análisis político.

Ejerce el periodismo desde los 16 años de edad.

Premio Nacional de Transparencia otorgado por la Secretaría de la Función Pública, IFE, Consejo de la Comunicación, Consejo Ciudadano por la Transparencia e Instituto Mexicano de la Radio.

Su recurso para la protección de los derechos políticos electorales del ciudadano logra tesis relevante en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, con el fin de conocer los sueldos de los dirigentes nacionales de los partidos.

Además, ha sido asesor de la Dirección General del Canal Judicial de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y Coordinador General de Comunicación y Proyectos de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos.

Autor del libro ¿Por qué se enredó la elección de 2006, editado por Miguel Ángel Porrúa.