Nadie se escapa, cada partido trae su pleito interno, en unos más intenso que en otros; desgaste por intolerancia. Ninguna de las principales fuerzas políticas se salva.
Tiempo atrás, había partidos que se esmeraban, como decían, en lavar los trapos en casa. Cerraban filas para no exhibirse ni minar sus propias fuerzas. Discutían a puerta cerrada y la abrían cuando estaba el acuerdo.
Por muchos años funcionó de esa manera el PAN, hasta que los González Torres, Batiz, Madero y González Schmall sintieron que eran desplazados y, relegados principios originales de su partido; resolvieron quitarse la camiseta azul; rompimiento que no tuvo costos electorales. En contraste, la fragmentación abanderada por Felipe Calderón, lo debilitó en las elecciones de 2018. Todavía no ha conseguido consolidarse como segunda fuerza política nacional.
El PRI, en sus mejores tiempos, se caracterizó por la disciplina interna sujeta a la palabra del presidente de la República. La palabra del mandatario era la última, hay de aquel que se atrevía a objetarla, porque extinguía su carrera política. El criterio cambió a partir de que pierde el poder en el 2000, entonces procuraba el consenso. Su regreso en el 2012 supuso que había entendido la lección de la alternancia, pero no. Volvieron vicios acentuados, con las consecuencias que ya sabemos. En la actualidad, ha perdido identidad, presencia. Pecados del pasado lo han vuelto dócil ante el nuevo partido en el poder.
El PRD quedó mermado por contantes diferencias entre sus grupos internos o tribus, la batalla por cargos políticos. La salida de militantes hacia Morena por poco lo lleva a la extinción. Se quedó sin su bastión que era la Ciudad de México.
Morena es creación de Andrés Manuel López Obrador. Arrasó en el 2018. Una vez en la presidencia, decidió que la misma militancia se organizara y afianzara al partido. No lo ha conseguido. Yeidckol Polevnsky no pudo unir a sus compañeros, los pleitos se ahondaron por la renovación del liderazgo. El diputado Alfonso Ramírez Cuéllar desplazó transitoriamente a Yeidckol quien ha sido acusada de supuestos malos manejos de las prerrogativas. Alejandro Rojas Díaz Durán, suplente del senador Ricardo Monreal y aspirante a dirigente, tiene suspendido sus derechos políticos. El académico y promotor de la 4T, John Ackerman cree tener la autoridad para ordenar quitar a Monreal de la coordinación en el Senado, solo porque éste concedió una entrevista al periodista Loret de Mola. Lily Téllez abandonó a Morena para irse al PAN. Porfirio Muñoz Ledo no consigue que directivos sean distintos a personajes del pasado como habían ofrecido. Hoy, el enemigo de Morena es Morena y aún no logra culminar el proceso para renovar a su dirigencia.
¿Morena enemigo de Morena?
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