Lo que olvida la Derecha

Política
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En 1988 desde el poder se lanzó feroz campaña contra el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas que de poco o nada sirvió para influir en el comportamiento del electorado porque el día de los comicios la gente acudió a las urnas a darle su voto al candidato del Frente Democrático Nacional.
La estrategia tuvo dos facetas, en primer lugar, cerrar los espacios mediáticos a cualquier actividad que pudiera favorecerle (entonces sólo existían los medios tradicionales) y segundo, abrirlos para difundir lo negativo, como la entrevista que hizo Jacobo Zabludovsky (el comunicador más influyente de la época) en el canal de las estrellas a medios hermanos del ingeniero.
Tuvo que caerse y callarse el sistema electoral para que el candidato oficial pudiera ganar las elecciones.
Además, la derecha representada por el PAN, encabezada por Luis H. Álvarez (QEPD), firmó un acuerdo para aceptar lo que se llamó “proceso de legitimación por ejercicio en el poder”, con tal de justificar el ascenso del candidato oficial y cancelar cualquier posibilidad del ingeniero. Y para legitimarse una de las primeras acciones del gobierno entrante fue meter a la cárcel a Joaquín Hernández Galicia “La Quina”, el dirigente sindical más poderoso del país.
En 2006 el presidente en turno Vicente Fox buscó sin éxito que Santiago Creel fuera el candidato de su partido. Quiso desentenderse del nominado Felipe Calderón porque no era de los suyos ni tenía la bendición de su esposa Marta Sahagún, nada más que cuando vio y le advirtieron que el ganador de las elecciones podría ser Andrés Manuel López Obrador, abanderó la campaña con el eslogan “es un peligro para México” y se apoyó en figuras como la maestra Elba Esther Gordillo, líder del magisterio, para tratar de evitarlo.
Llegó a tal extremo la intromisión de Fox en el proceso que la sala superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, responsable de calificar la elección, si bien concedió una mínima ventaja de 0.56 por ciento, menos de un punto porcentual, al candidato oficialista, también dejó constancia en su dictamen de la marrullería foxiana.
La campaña mediática “es un peligro para México”, aun cuando por su intensidad rompió moldes legales, contó con la tolerancia del organismo electoral presidido por Luis Carlos Ugalde.
El gobierno calderonista para legitimarse en el ejercicio como había sucedido en 1988, desató pronto una guerra, sin estrategia, contra el crimen organizado, que todavía no termina.
Para 2018 de nuevo el cierre de medios tradicionales al candidato de la izquierda y procurar la difusión negativa. La diferencia esta vez fueron las llamadas “benditas redes sociales”, donde López Obrador encontró la forma de hacer llegar su mensaje a la población.
No únicamente eso, para entonces ya había terminado de recorrer todo el país, incluidos lugares nunca antes visitados por otro candidato. Su popularidad y nivel de aceptación alcanzados hizo que arrollara en las urnas al panista Ricardo Anaya y al priísta Antonio Meade.
Obrador remontó y dejó atrás campañas negativas en medios tradicionales que perdieron su efecto por la parcialidad y pérdida de credibilidad de comunicadores y opinadores.
Durante su mandato tampoco prosperaron los críticos y detractores que todavía no terminan de darse cuenta que la sociedad los escucha, pero no se traga ni se cree todo lo que dicen.
Están desgastados, ya no funcionan, por eso es que nada pudieron hacer para impedir en 2024 el triunfo de la candidata Claudia Sheinbaum.
De cualquier manera, a pesar de esa realidad que no admiten, siguen con la misma estrategia, magnificar lo que consideran negativo y omitir lo que tiene visos de positivo o favorable.
Ahora, esas mismas voces que en el pasado, sobre todo en la época dorada del priísmo, tuvieron influencia indiscutible, que pudieron prolongar en administraciones panistas, pareciera siguen convencidas que tienen la fuerza para deshacer figuras públicas.
Lo único que consiguen es posicionar a quienes pretenden destruir.
Es el caso del senador Gerardo Fernández Noroña, al que están haciendo más popular y apuntalando sus aspiraciones para el 2030.

Arturo Zárate Vite

 

 

Maestro en Periodismo Político por la Escuela de Periodismo Carlos Septién García. Titulado con mención honorífica.

Se ha desempeñado en diversos medios, entre ellos, La Opinión (Poza Rica, Veracruz) Radio Mil, Canal 13, El Nacional, La Afición y el Universal.

Más de cuatro décadas de experiencia, especializado en la información y análisis político.

Ejerce el periodismo desde los 16 años de edad.

Premio Nacional de Transparencia otorgado por la Secretaría de la Función Pública, IFE, Consejo de la Comunicación, Consejo Ciudadano por la Transparencia e Instituto Mexicano de la Radio.

Su recurso para la protección de los derechos políticos electorales del ciudadano logra tesis relevante en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, con el fin de conocer los sueldos de los dirigentes nacionales de los partidos.

Además, ha sido asesor de la Dirección General del Canal Judicial de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y Coordinador General de Comunicación y Proyectos de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos.

Autor del libro ¿Por qué se enredó la elección de 2006, editado por Miguel Ángel Porrúa.