Partidos abandonan telégrafo

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Parece increíble. A estas alturas los partidos políticos nacionales todavía tienen como prerrogativa o franquicia el servicio telegráfico. No lo utilizan porque ahora sus comunicaciones son mucho más rápidas a través del teléfono, por correo electrónico (Internet) o por WhatsApp que es un mecanismo gratuito para mensajes instantáneos desde el celular.

El telégrafo tiene sus raíces desde 1746. El invento se le atribuye, ya perfeccionado, a Samuel Morse. En 1833 hizo la primera demostración pública de su aparato (transmisión de mensajes mediante pulsos eléctricos). En 1844 se le dio un uso político cuando desde Baltimore a Washington se telegrafió la nominación de Henry Clay para presidente en los Estados Unidos.  En la actualidad, si le pedimos a una persona de 20 o 30 años de edad, no se diga si es menor a las dos décadas, que envíe un telegrama, seguro que va a preguntar: ¿un qué? Lo más probable es que nunca en su vida lo haya hecho.

Para los partidos en México el telégrafo es historia. A partir de que se fortalece Internet como medio de comunicación colectivo, en los ochentas, empezaron a dejar de usarlo para la transmisión de sus mensajes. Quizás el último uso que le dieron fue de “giros telegráficos” o envío de dinero. Práctica que abandonaron para no dejar huellas del manejo de recursos a través de ese medio.

Sin embargo, el servicio telegráfico sigue como prerrogativa para los partidos en nuestro país, como lo señala el artículo 189 de la Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales.

Dice la ley que “sólo podrán hacer uso de las franquicias telegráficas los comités nacionales de cada partido nacional”, nada más dentro del territorio mexicano y “para casos de apremio”.

Bueno, en estos tiempos, para casos de apremio o urgentes, en lo que menos piensan los políticos es en el telégrafo.

El Servicio Postal Mexicano o Correos de México ora y ruega porque los partidos empleen el telégrafo. Les representa ingreso. Sin bien los partidos no lo pagan, el ahora Instituto Nacional Electoral sí dispone un presupuesto anual para dicho propósito. La estimación para este gasto es de alrededor de 800 mil pesos. No se toca ni un solo peso y el dinero es regresado a la Tesorería de la Federación. Sepomex tiene que conformarse únicamente con el pago del servicio postal, correo tradicional, utilizado para el envío de paquetería o propaganda, sobre todo.

Le cuento esto del telégrafo, que a la vista de muchos sería un aspecto menor, porque nos da una idea del trabajo legislativo. Es alta la paga a los diputados y senadores por lo que hacen, por lo que la calidad también debería ser alta en la elaboración de las leyes.

Si el telégrafo ya no lo usan, ¿qué caso tiene que siga vigente el artículo 189 de la ley electoral?

¿En algunos puntos hicieron un copiar y pegar de la ley anterior, sin analizar si eran útiles o no?

Ojalá que en las reformas que vienen, la energética y la de telecomunicaciones, los legisladores no se distraigan con el mundial del futbol.

Arturo Zárate Vite

 

 

Maestro en Periodismo Político por la Escuela de Periodismo Carlos Septién García. Titulado con mención honorífica.

Se ha desempeñado en diversos medios, entre ellos, La Opinión (Poza Rica, Veracruz) Radio Mil, Canal 13, El Nacional, La Afición y el Universal.

Más de cuatro décadas de experiencia, especializado en la información y análisis político.

Ejerce el periodismo desde los 16 años de edad.

Premio Nacional de Transparencia otorgado por la Secretaría de la Función Pública, IFE, Consejo de la Comunicación, Consejo Ciudadano por la Transparencia e Instituto Mexicano de la Radio.

Su recurso para la protección de los derechos políticos electorales del ciudadano logra tesis relevante en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, con el fin de conocer los sueldos de los dirigentes nacionales de los partidos.

Además, ha sido asesor de la Dirección General del Canal Judicial de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y Coordinador General de Comunicación y Proyectos de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos.

Autor del libro ¿Por qué se enredó la elección de 2006, editado por Miguel Ángel Porrúa.