Con la boca descubierta, en bicicleta, acompañado de perro labrador sin correa, joven de 22 ó 25 años de edad, dedicado a repartir textos, dos hojas con el título: “Jesús Vive y El Cristo vendrá por segunda vez”.
Apenas abrí la puerta del edificio, en misión de actividad esencial de abasto alimenticio, topé con el “millennial”, casi cara a cara, estaba muy cerca de la puerta, montado sobre su vehículo de dos ruedas. Supongo que se disponía a dejar algo en el buzón.
Ni idea de que hacía; como siempre, se piensa en lo peor, en que pudiera ser un malandrín. Aspecto jovial, cordial, su perro husmeaba en el pasto del mini jardín de la banqueta. Supuse que el canino buscaba su espacio para depositar excremento. Estaba inquieto el animal. Recomendé a la inesperada visita levantar el desecho si fuera el caso. No se que entendió pero dijo que a su perro le gusta comer pasto. Me salió lo ecologista y sugerí enseñarle a respetar áreas verdes.
Seguía en lo suyo, revisaba papelería que tenía en sus manos. Contrastaba su vestimenta con la mía. Mientras yo traía tapabocas, careta, guantes y camisa de manga larga, él ninguna medida preventiva para enfrentar el Coronavirus. Ni casco de ciclista. Camiseta blanca y pantalón de mezclilla, tez clara, cabello corto, lacio, lampiño, limpio y esbelto. Por fin terminó de hacer la selección y me entregó en mano dos hojas, dobladas, sin mediar palabras. Las dejé sobre el macetón de la entrada. Reaccionó de inmediato y exigió que se las devolviera si no las iba a leer. Le ofrecí que lo haría pero no en ese momento. Quedó satisfecho, con un seco “okey”. Empezó a pedalear y a retirarse, seguido de su perro. Cerré puerta y retomé la misión de abasto alimenticio, en camino al mercado.
Cuando regresé a casa, antes que otra cosa, a saciar la curiosidad y ver qué decían las hojas del “millennial”. Sorpresa, título: “Jesús Vive y el Cristo vendrá por segunda vez”, fragmentos tomados de la biblia. Dos hojas escritas por ambos lados, mensaje religioso.
Ningún membrete que identificara al autor o autores. Recordé a los Testigos de Jehová que van de casa en casa, generalmente señoras, que rara vez he visto les abran la puerta; optan por dejar en buzón la revista “La Atalaya”. Descarté que perteneciera a esa agrupación. No podía dar por hecho que fuera militante de alguna religión ni solo un mensajero. Ocupado en el papeleo, no se identificó.
Un misterio ese joven “millennial, que iba de puerta en puerta para dejar el mensaje debajo de la misma o en buzón, justo cuando arrecia el impacto del Coronavirus en México y causa más muerte.
Todo el texto enfocado a preparar la segunda visita de Cristo, a restaurar la fe que el mundo ha perdido.
"Millennial" en bicicleta
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