A propósito de su nuevo libro “La Democracia está aprueba”, el consejero electoral Ciro Murayama ha dicho que la democracia está en riesgo.
Hoy menos que nunca está en riesgo lo que la sociedad ha conseguido en una lucha que ha durado décadas. Pareciera que no la cuida, pero la cuida. La hizo suya y sabe para qué sirve.
Lo que sucede con el nuevo gobierno es que está agitando las aguas como no se había visto antes, el nivel ha aumentado; hay quienes están inquietos por no saber con certeza hacia donde va y temen ahogarse con el oleaje.
El voto de 30 millones que recibió Andrés Manuel López Obrador no fue para que simulara el cambio, que definitivamente no es nada sencillo y mucho menos fácil frente a inercias ancestrales.
Nadie es perfecto, puede haber desaciertos y seguramente los hay como también hay aciertos y sacudidas como la renuncia del ministro Eduardo Medina Mora.
Decir que el presidente ya controla el poder legislativo y que ahora va por el poder judicial, es tener una mira muy corta.
Con su gobierno, es evidente que López Obrador no quiere que todo cambie para que todo siga igual.
¿Qué no era queja que la democracia se quedaba en las elecciones, en el ejercicio del voto? ¿Qué no era una exigencia que la democracia se tradujera en beneficios para la sociedad?
Es el objetivo, el compromiso de la Cuarta Transformación (4T), mejorar el nivel de vida de las mayorías.
Más le vale que lo consiga, porque de lo contrario, en las próximas elecciones federales, en las llamadas intermedias, cuando se lleve a cabo la renovación de la Cámara de Diputados, puede perder mucho de lo ganado, sobre todo las condiciones para operar su cambio.
Por eso está equivocado el consejero Ciro Murayama, la democracia no está en riesgo, porque la sociedad no va a permitir que se la arrebaten. Le ha costado sangre, sudor y lágrimas.
Si la 4T llegara a fallar, no cumpliera con lo ofrecido desde la campaña de su candidato presidencial, la sociedad buscaría otra opción, por la vía del voto, como lo hace desde el 2000.
En 1994 el comandante de los zapatistas en Chiapas creyó que podía levantar a todo el país en armas para hacer su “cambio”. Pronto descubrió que era imposible. La sociedad no aceptó esa vía.
La sociedad ya tiene bien aprendido el valor de la democracia, la hizo suya y no va a dejar que nadie, se la quite, se llame como se llame.
La Democracia no está en Riesgo
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