La más reciente vez que escribí de este caso fue el pasado 5 de febrero y entonces titulamos con interrogaciones “¿Juristas, vestidos y alborotados?” (ver https://arturozarate.com/?p=3453) . Finalmente, así los dejaron, todas las ilusiones de 18 abogados que estaban en la antesala de ascender a magistrados, se fueron por el caño.
En abril del año pasado, el titular de poder ejecutivo los había propuesto para convertirse en magistrados anticorrupción. El entonces consejero jurídico de la presidencia, Humberto Castillejos, se encargó de hacer la auscultación, antes de ponerlos a consideración del Senado, para su ratificación o rechazo. No pasó nada. Se quedaron en la sala de espera del legislativo.
Un equipo especial de magistrados del Tribunal Federal de Justicia Administrativa (TFJA) para atender casos de corrupción. Recuerdo que al principio del procedimiento seleccionador me topé con alguno de los aspirantes. Dedicaba tiempo extra al estudio para estar listo cuando fuera llamado para ser examinado por los senadores. Lo entusiasmaba la idea de alcanzar el ascenso laboral, aunque también sospechaba que no sería pronto, porque advertía que no había urgencia de acelerar y darle vida al sistema anticorrupción, con sus leyes y operadores. De esa manera los presuntos corruptos estarían tranquilos.
Transcurrió el tiempo, se agotó el periodo del Senado de mayoría priísta, terminó el sexenio de Enrique Peña Nieto y los prospectos para magistrados se quedaron en la sala de espera legislativa.
Supusieron que la nueva composición senatorial, con mayoría morenista, los rescataría y que al fin serían evaluados, para decidir si eran o no ratificados como magistrados especiales.
La actual secretaría de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, acabó con sus sueños con el anuncio de la reforma a la ley orgánica del tribunal administrativo que eliminaba los magistrados especiales. Por austeridad y porque el tribunal administrativo ya cuenta con personal que puede hacer la tarea que se pensaba encomendar a los especiales. Ojalá, para que ningún caso de este tipo que sea analizado por dicho tribunal se vaya a rezagar.
El hecho innegable es que los 18 prospectos para magistrados se quedaron vestidos y alborotados. No creo que sea ético el trato que les dieron. Sometidos a un proceso de selección y al final cancelado, desaparecido. Por supuesto que nadie les dio las gracias ni ofreció disculpas, mucho menos les planteó otra alternativa.
No se vale jugar con la legítima aspiración de un grupo de mexicanos. Recomendable que no se repitan estos episodios que restan credibilidad a senadores y a representantes del gobierno, a la política.
Hay que ser serios.
Juristas, vestidos y alborotados
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