El día que le vieron la cara de cargador al pintor oaxaqueño Rodolfo Morales.
Doña Guadalupe, con su falda larga y tradicional, blusa bordada, tez morena y sudorosa, había puesto ya su pie izquierdo sobre el primer peldaño de la puerta del autobús. Traía sus manos ocupadas con bolsas de mandado que le dificultaban internarse en el transporte. Su cabeza dio un giro hacia la derecha y vio un hombre regordete, bigotudo, moreno, con aspecto desaliñado y despeinado. Era su salvación. No lo pensó dos veces: ¡Ayúdeme!
Sin esperar respuesta, le dio de inmediato una de las bolsas y pudo subir doña Guadalupe.
“¡Ya me vieron la cara de cargador!”, exclamó el maestro, dibujando una sonrisa en su rostro, divertido con lo que le había ocurrido. Las manos de un artista internacional, con obra cotizada en dólares eran utilizadas para cargar la bolsa del mandado, que por el olor, contenía verduras y sobresalía el penetrante olor de la cebolla.
Ella no tenía la obligación de conocerlo. Buscó un ayudante y le dio esa tarea al primero que se encontró.
Rodolfo Morales disfrutó el momento, lo grabó en su memoria como una anécdota. Su buena obra del día cargando una bolsa de mandado con manos que se tenían que cuidar porque de ahí salían y salieron las pinceladas que conmueven y causan la admiración de los amantes del arte.
Pintor de fama internacional, con lienzos que destacan colores brillantes y que describen en muchos casos su vida familiar, desde la infancia. Amigo de Toledo y Rufino Tamayo.
Murió en el 2001 y el 30 de enero del próximo año se cumplirá su 14 aniversario luctuoso.
Lo conocí en la galería de la también oaxaqueña Irma Piñeyro y en esa casa vieja de Coyoacán en la ciudad de México que exhibía su obra, platicó divertido y sonriente la anécdota, el día que le vieron la cara de cargador.
¿Un "cargador" el pintor Rodolfo Morales?
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