En el proceso electoral de 1988 fue evidente la parcialidad de los medios de comunicación, sobre todo electrónicos y la mayoría de los impresos. La cobertura para los candidatos de oposición, mínima, en especial para el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano.
Cuando aparecía en televisión el ingeniero, era para criticarlo, con lo que fuera. Incluso se utilizó a sus dos medios hermanos para desacreditarlo, en horario estelar, en el entonces canal de las estrellas, en su noticiario nocturno. Jacobo Zabludovsky (QEPD) se encargó de entrevistarlos. Por supuesto que no hubo derecho de réplica para el aludido. También en los impresos se difundieron las declaraciones de estos familiares.
Lo mismo sucedía en las estaciones de radio, ignoraban la campaña de la oposición. Era citada ocasionalmente para criticarla. Los medios electrónicos, ni radio ni televisión, siguieron la campaña de Cuauhtémoc. Y de los impresos, solo tres, El Universal, Excélsior y Uno Más Uno dieron cuenta de las actividades del candidato del Frente Democrático Nacional.
La competencia mediática, desigual; Cárdenas no existía y cuando existía era para exhibir las deficiencias de su campaña o de su trayectoria política. No había redes sociales, ni Facebook ni Twitter, tampoco YouTube. Ninguna forma para que la sociedad conociera paso a paso lo que hacía el ingeniero. Sabía de su vida porque era hijo del general Lázaro Cárdenas, porque había sido gobernador de Michoacán, militante y disidente del PRI. Creador de la llamada Corriente Democrática, junto con Porfirio Muñoz Ledo, Ifigenia Martínez y Rodolfo González Guevara. Nada más.
En este contexto, complicado y hasta imposible competirle al candidato oficial que acaparaba todos los medios de comunicación, a su favor. Impensable que la gente votara por un candidato que no aparecía en los medios.
Te cuento esta historia porque es una prueba fehaciente de que hay gente, mucha gente, que no se chupa el dedo. Le digan lo que le digan, tiene identificados a los competidores.
En 1988 Cárdenas sorprendió en la votación, a tal grado que en la noche del seis de julio, oficialmente, no había ganador. Sin embargo, los medios, salvo excepciones como la del Financiero, destacaron el anuncio del PRI de que los números favorecían a su candidato.
Al día siguiente, presionada por la oposición, la extinta Comisión Federal Electoral emitió un comunicado para precisar que todavía no había declarado a nadie como triunfador. El comunicado, como era de suponer, pasó desapercibido, en páginas interiores.
En síntesis, no son los medios los que marcan diferencia en un proceso electoral, no son los que deciden quien gana o quien pierde. La sociedad ya no se traga las noticias falsas o parciales.
La elección del 2018 se va a decidir a través del voto, no mediante encuestas inducidas, campañas mediáticas, soluciones mágicas, compromisos populistas o informaciones para favorecer a determinado candidato y desacreditar a otro.
2018 y la memoria de medios
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