En la elección presidencial del 2018, la gente que va determinar el resultado, votará por el candidato, el que tenga mejor perfil y más le haya convencido con sus planes y equipo de gobierno.
Hay tal decepción por el trabajo que han realizado los partidos, ninguno se salva, que la mirada está puesta, desde ahora, en los aspirantes José Antonio Meade, Ricardo Anaya y Andrés Manuel López Obrador. En su momento también será incluido Jaime Rodríguez Calderón, actual gobernador de Nuevo León, porque todo indica que cumplirá los requisitos que exige el Instituto Nacional Electoral para ser nominado como independiente.
Los partidos, cierto, tienen su voto duro, los militantes o simpatizantes que traen tatuada la camiseta. En las buenas o en las malas, sin regatear el apoyo, plena identificación.
Sin embargo, no es suficiente para ganar las presidencia, por eso el esmero de todos por participar coaligados, para llegar a las elecciones de julio con una base de votantes conquistada. Estos podemos decir que ya los tienen en la bolsa, a su favor, pero tampoco suman los necesarios para dar por hecho desde ahora que el proceso está resuelto.
El que esta vez el PAN y PRD vayan juntos, segunda y tercera fuerza, acompañados de Movimiento Ciudadano, no anticipa ni garantiza el triunfo. No hay que perder de vista que en las elecciones presidenciales del 2006 y 2012 el PRD tuvo como candidato a López Obrador y ahora éste va por otro lado con Morena, PT y Encuentro Social.
Hay matices en la competencia del 2018 que estrictamente no se puede comparar con lo sucedido en 2006 y 2012. El mismo hecho de que quienes antes eran adversarios, ahora vayan de la mano, no es un ingrediente que despierte simpatías en la sociedad, porque solo exhibe ambición desmedida por el poder. El deseo de ganar por ganar, como sea.
Los partidos se han ganado a pulso el rechazo de mucha gente. Están reprobados, descalificados. Han entrado en un juego que lo mismo les da participar coaligados izquierdas y derechas que liberales y conservadores. Su esencia los hace iguales, ven en primer lugar por sus intereses.
Por eso es que la mirada de la sociedad va a estar en los candidatos y no en los partidos.
De cada uno de los candidatos se analizarán antecedentes, experiencia, cualidades, congruencia, resultados en los cargos desempeñados. Para el 2018, la diferencia la hacen los candidatos, los partidos han caído en lo mismo, en el descrédito e incumplimiento de sus ofrecimientos.
¿Partido o candidato?
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