La noche del 1 de julio

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El costo fue alto. El que Luis Carlos Ugalde decidiera decir que no había condiciones estadísticas para dar resultados del conteo rápido la noche del domingo 2 de julio de 2006, provocó una incertidumbre que ni el propio consejero del entonces presidente del IFE (ahora INE) se imaginó.

Noche de dudas, sospechas e indecisiones. No hubo resultados preliminares de la elección presidencial porque la diferencia entre el primero y segundo lugar era menor al uno por ciento.

Cifras recabadas por científicos contratados para obtener una muestra del conteo rápido, estaban en lo cierto. Había mínima ventaja para Felipe Calderón. Ugalde prefirió no correr riesgos y optó por no dar resultados. La elección quedó manchada para siempre. El precio lo pagó la sociedad.

La sospecha del fraude, por parte de la oposición, de los que perdieron, persiste hasta la fecha y nada los hará cambiar de opinión. Quizás al consejero presidente le faltó confiar más en el trabajo de los expertos o encontrar una mejor forma para informar de la tendencia del conteo. Son momentos cruciales los de la noche de la elección. El vocero electoral se juega el puesto por cualquier titubeo o imprecisión. Ugalde perdió el cargo.

Protestas, plantones, manifestaciones, petición del recuento voto por voto y el cierre del Paseo de la Reforma en la Ciudad de México, expresiones de inconformidad en esa ocasión.

Era más cómodo para el derrotado echarle la culpa a las instituciones electorales de su fracaso que admitir errores de campaña, el desaire al apoyo del ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas, rechazar a empresarios y a todos los que consideraba impuros. Su discurso enfocado a exterminar a la que llamó mafia del poder. Cero tolerancia.

Consecuencia de dividir al país entre buenos y malos, Andrés Manuel López Obrador perdió la elección por escaso margen. Esa experiencia que le restó votos, lo llevó a cambiar la estrategia para este 2018, nada más que se fue al otro extremo, a perdonar y recibir en su partido a todos, sin importar trayectorias desaseadas.

Sabe que si quiere ganar, debe de hacerlo con votos, no con protestas, marchas, plantones y cierre de calles. En el 2006 el que no se dieran resultados en la noche de la elección, contribuyó a crear un ambiento tenso e incierto, por varias semanas y meses.

Por eso el Instituto Nacional Electoral (INE) no se puede dar el lujo de no dar resultados la noche del próximo 1 de julio. Los métodos para dar información confiable, han mejorado. Hay certeza. La gente se quiere ir a dormir con el nombre de quien será el próximo presidente de México.

Arturo Zárate Vite

 

 

Es licenciado en periodismo, egresado de la Escuela de Periodismo Carlos Septién García, con mención honorífica. Se ha desempeñado en diversos medios, entre ellos, La Opinión (Poza Rica, Veracruz) Radio Mil, Canal 13, El Nacional, La Afición y el Universal. Más de dos décadas de experiencia, especializado en la información y análisis político. Ejerce el periodismo desde los 16 años de edad.

Premio Nacional de Transparencia otorgado por la Secretaría de la Función Pública, IFE, Consejo de la Comunicación, Consejo Ciudadano por la Transparencia e Instituto Mexicano de la Radio. Su recurso para la protección de los derechos políticos electorales del ciudadano logra tesis relevante en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, con el fin de conocer los sueldos de los dirigentes nacionales de los partidos.

Además, ha sido asesor de la Dirección General del Canal Judicial de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y Coordinador General de Comunicación y Proyectos de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos. Es autor del libro ¿Por qué se enredó la elección de 2006, editado por Miguel Ángel Porrúa.

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