Si viene o no  a México Hillary Clinton, la candidata demócrata a la presidencia de los Estados Unidos, antes de las elecciones en el próximo mes de noviembre, sólo ella y su equipo cercano lo saben.Hillary

Las posibilidades de que lo haga se han reducido, después de la visita del republicano Donald Trump, porque por donde quiera que se le vea, es un hecho que se le anticipó en el viaje.

Trump debe darse por satisfecho con los resultados de su estrategia, ya tiene imagen de su encuentro con el presidente mexicano y declaraciones que no modificaron en nada su idea de levantar un muro en la frontera. Tampoco, por lo que se vio, consideró ofrecer disculpas por los insultos que ha lanzado contra los mexicanos.

El republicano hizo su juego y le resultó, por lo menos mediáticamente; nadie creería que logró simpatías mexicanas. Han sido y son muchas las voces que reprueban sus opiniones.

Demostró decisión, para nada se atemorizó o dudó en llegar a una ciudad y país donde no es querido; aterrizó en su avión, se trasladó en helicóptero a Los Pinos, platicó en privado con el presidente Enrique Peña, participó en una conferencia conjunta y se fue.

Por supuesto que el desplante de Trump no pasó desapercibido para Hillary y aprovechó para exhibir la actitud impositiva de su adversario con los vecinos, al pretender hacerles pagar la construcción de un muro, en caso de que sea el ganador de la elección en los Estados Unidos.

En esa lógica es válido suponer que Hillary ha modificado su itinerario y quitado la etiqueta de prioridad a su viaje a México, si es que la tenía. Al final es un asunto que ella tendrá que resolver y puede variar su interés si las circunstancias de su campaña llegan a requerir esa visita.

Tiene buen número de simpatizantes en suelo mexicano, por la flexibilidad de la política de su partido hacia los migrantes y que ella no planea construir un muro. Es una posición que le puede sumar el apoyo de la gente de origen latino con derecho a voto.

La verdad, no percibo obligada la visita de Hillary antes de las elecciones, pero más vale que no se confíe y no la descarte, sobre todo si la competencia electoral en su país se cierra. Habrá que estar pendiente de la evolución de su campaña y el resultado de las encuestas estadounidenses.Enrique Peña y Donald Trump.

Para ella sería extraordinario una imagen en la que la gente saliera a la calle para recibirla y aclamarla, cosa que nunca hubiera ocurrido con Trump. Es un escenario para evaluarse.

Y por supuesto, nadie en el gobierno mexicano pondría objeción a la visita de Hillary, ni en la llamada izquierda, ni en la derecha, ni en la sociedad. Empresarios, clérigos y académicos estarían conformes, en términos generales, con algunos matices, porque la unanimidad en las democracias es una especie en extinción. Hasta el popular y adorado Juan Gabriel tiene su Nicolás Alvarado Vale.

Definitivamente, es más probable que Hillary viaje a México después de las elecciones, siempre y cuando gane, que antes del próximo 8 de noviembre.

A México lo ve maravilloso y Trump estuvo a punto de hacerlo llorar. Seguro que esta historia te va a sorprender. El protagonista no es un político ni un académico especializado en el análisis, tampoco es un dirigente social o empresarial.Zac Roach Se trata de un artista, nacido en los Estados Unidos, no habla español, solo inglés. Es escultor, joven, sensible, con sentido común y lógica.

Se llama Zachary Roach, acaba de terminar sus estudios de maestría en escultura en Los Ángeles, California. Todavía no vive de su arte, da clases para pagar sus gastos. Se ha pasado un mes en México.

Material que cualquier mortal común diría que se debe desechar o tirar a la basura, lo ha reciclado y convertido en expresión de su creatividad, de su arte.

Ganó una especie de beca para trabajar en el taller de la Fundación del maestro Sebastián,  en la Ciudad de México.2 Zac Roach Lo que ha hecho en 30 días, ahora es parte de la exposición inaugurada ahí, junto con la obra de la pintora Joyce Ramírez,  quien también tiene su residencia en el vecino país del norte, ella habla español y está orgullosa de sus raíces latinas.3 Zac Roach

Los dos premiados por su esfuerzo, para aprender de la experiencia de uno de los reconocidos escultores mexicanos en el mundo, Sebastián. El maestro les facilitó su taller y material que ha dejado en diversas obras, susceptible de ser reciclado y convertido en arte, como lo han hecho Zachary y Joyce.

Hablé con los dos, por separado, durante el estreno de su exposición. Ambos con la satisfacción en sus rostros. Saben lo que hacen y quieren en la vida. Su arte ya tiene su sello personal. Ella recoge y plasma en su pintura las culturas estadounidense y chicana, las amalgama. 3 Jocelyn CasasNo le pone nombre a sus cuadros porque quiere que cada observador saque sus propias conclusiones y los bautice.

Sus cuadros me dejan el mensaje de que todavía no se logra el entendimiento e identificación entre esas dos culturas, cada una va por su lado en la vida real.

Le ha fascinado la fundación Sebastián. También quiere llegar a construir una que promueva el arte y ayude a quienes como ella se han abierto paso a base de perseverancia y esfuerzo.Jocelyn Casas Es su sueño y está decidida a concretarlo. Es una de sus metas.

Zachary Roach, encantando con su estancia en México.

“¡México es maravilloso, fantástico!”, me dijo.

De inmediato supuse que desconocía la inseguridad, violencia, impunidad, corrupción y pobreza que sufren muchos mexicanos. Di por hecho que en su estancia solo había visto lo bonito.2 Jocelyn Casas

-Vamos a ir a comer tacos a la Roma, ¿quieres ir? –le propuso una de las asistentes a la inauguración.

Su expresión y su voz rechazaron la sugerencia.

-¿Por qué dices que México es maravilloso?

-Por sus tradiciones, por su cultura, por su gente. La falla está en los partidos políticos, en sus propuestas que no han dado resultados.

Hace distinción entre políticos y sociedad.

El México que le parece maravilloso y fantástico es precisamente el que no es responsable de los desaciertos de la política, la sociedad que conserva sus tradiciones y valores. La gente que respeta las leyes y procura la armonía, la convivencia.

Ese es el otro México que ve, el que no está echado a perder por la política, por algunos sectores de la política.

Me pareció sensato, inteligente.

Y por supuesto, como ciudadano norteamericano, está a atento a lo que sucede en su país.

Cuenta que tenía ganas de llorar al ver  la convención del Partido Republicano, por el mensaje de su candidato Donald Trump, por el discurso discriminatorio y racista de quien quiere ser presidente de los Estados Unidos.

En su opinión, el proyecto de Trump es aterrador no solo para los Estados Unidos, sino para el mundo.Sebastián y Arturo Zárate

Así piensa Zachary Roach.

Su esculturas impresionan, hizo arte con material reciclable, la conjugación de lo ancestral con lo moderno.

Hay una escultura que delinea un rostro femenino. Tiene docenas de clavos incrustados, no me dan la impresión de estar colocados al azar, sino en los puntos que a él le parecen correctos, como sus palabras sobre México y Trump.

Una mujer con experiencia en la política, con la ventaja de que ya vivió en la Casa Blanca, que no solo ha sido la primera dama de los Estados Unidos, sino también dos veces senadora y secretaria de Estado, con altas y bajas en su vida profesional, con saldo favorable que ahora la tiene como virtual candidata del Partido Demócrata.

Sin duda los estadounidenses la conocen muy bien, es una mujer apasionada en los derechos de los niños, en la defensa de los espacios políticos para las mujeres, partidaria de la causa gay, antirracista, con trayectoria propia, prestigiada abogada que incluso, llegó a tener mejores ingresos que su esposo, antes de vivir en Washington.

Es la segunda vez que compite por la candidatura presidencial de su partido, en la anterior perdió con Barack Obama, pero no por ello le negó su apoyo, al contrario, se sumó a su campaña y es en su gobierno donde alcanza la posición de secretaria de Estado.

Todavía se le recuerda por el discurso que pronunció en la convención de los demócratas donde fue nominado Obama. Su absoluto respaldo a quien todavía es presidente de los norteamericanos. Lo que seguramente ahora ella espera de su adversario Bernie Sanders. Puede ser clave la posición que asuma su compañero de partido.

Hillary, ante el fenómeno mediático, político y polémico en que se ha transformado el republicano Donald Trump, necesita todo el respaldo de los demócratas, porque se avizora cerrada la competencia.

Estados Unidos nunca había tenido una candidata a la presidencia y Hillary Clinton puede ser la primera mujer presidenta en su país, una historia inédita y que acapara la atención del mundo.

De acuerdo con el perfil público, sus primeras actividades políticas, en su juventud, fueron en el partido Republicano. Su evolución progresista, liberal, la llevó al seno demócrata.

No ha estado exenta críticas; ninguna para derribar sus aspiraciones. Ni las que han cuestionado su vida profesional  y decisiones de gobierno ni tampoco las que han involucrado a su familia. Se ha dado tiempo para escribir su autobiografía, el texto que más ha vendido como escritora.

De ella prácticamente se sabe todo, ha sido un libro abierto, razón por la que los electores estadounidenses tendrán sobrados elementos para tomar su decisión a la hora de votar.

Por lo cerrado de la competencia, el debate con Trump será clave para las aspiraciones de cada uno. Inclinará la balanza a favor de la demócrata o del republicano.

Estados Unidos ya tuvo su primer presidente afroamericano y ahora está ante la posibilidad de tener la primera mujer presidenta.

Guste o no, Donald Trump está en la disputa por la presidencia del país más poderoso del planeta.

Contra lo que se pudiera suponer, no es un improvisado en la política. Como empresario, lo mismo ha financiado a candidatos republicanos que a demócratas.

Es un personaje que sabe de medios, que conoce la política y los políticos de su país y, a estas alturas, no hay duda de su capacidad para difundir su imagen, buena, regular o mala.

En ninguna parte del mundo existe el político que tenga una imagen cien por ciento limpia.

Quienes se dedican a la competencia por el poder, saben que las imputaciones pueden ser ciertas, medias verdades, falsas o inventadas. Denigrar al adversario es una de las especialidades del político, sin importar en que parte del planeta viva. Rancia práctica.

Trump ha sido blanco de críticas por sus declaraciones contra los migrantes, los mexicanos y su idea de levantar un muro en la frontera de México y los Estados Unidos.

Es la estrategia que encontró para llamar la atención y lo ha conseguido. Se volvió popular y su presencia en los medios lo llevó a convertirse en candidato de los republicanos, sin ninguna dificultad. No fue una ocurrencia sino producto de un previo estudio de sus posibilidades para ganar la candidatura.

Su idea de meterse de lleno a la política no es nueva, la traía desde hace varios años. Decidió hacerlo porque las condiciones le son favorables y los resultados están a la vista.

Rompió el molde tradicional del político norteamericano.

Ha sido un competidor de avanzada, ofensivo, ataca antes de que lo ataquen. Pudiera ajustar su discurso y matizar su beligerancia verbal en la batalla entre candidatos, una vez que tenga la certeza de quién va a representar a los demócratas.

Donald Trump es economista, próspero empresario, vive su mejor momento. En el mundo se comenta lo que hace y dice. Es hijo de inversionistas inmobiliarios. Hizo su propia fortuna. En los noventas, quebró comercialmente. Logró recuperarse en la década siguiente. De acuerdo con la revista Business Insider, en el 2014 su patrimonio sumaba 8 mil 700 millones de dólares.

Incluso, derivado de esa experiencia, de la caída y el levantamiento, escribió el libro “El arte de volver”.

Después, con su amigo Robert Kiyosaki, escribió el texto “¿Por qué queremos que seas rico?”.

Por ser de un partido distinto y poner entredicho la nacionalidad de Barack Obama, por supuesto que no tiene la más mínima simpatía de quienes gobiernan los Estados Unidos.

Si va a llegar o no a la Casa Blanca, depende exclusivamente de los norteamericanos.

Sería un error desestimarlo solo por sus declaraciones, propias de una campaña que trata de sacudir y atraer al electorado.

No hay que perder de vista que él da la cara, pero atrás cuenta con un equipo adinerado e inteligente.

Cuando me enteré del itinerario de la gira papal y vi que iría a estados conflictivos o que han sido altamente conflictivos o que tienen una pobreza que parece un cáncer, incurable, supuse que sería como meter al pontífice a la cueva de los lobos, con riesgos para su integridad física.

Ha quedado atrás la visita y evidentemente los lobos no se lo comieron. Por poco un impetuoso le rasga la vestidura, pero tampoco sucedió eso, porque con su autoridad divina el Papa Francisco supo sacudirse el jalón.

No fue casual que hayan escogido lugares como Michoacán, Chiapas, el penal de Ciudad Juárez o Ecatepec en el estado de México. En suelo mexiquense hubo quienes se atrevieron a protestar por la visita e incluso de ahí salió el rayo láser que perturbó al piloto del avión que traía al Papa, justo cuando se aproximaba al aeropuerto de la Ciudad de México.

Cada quien ha hecho su balance de la gira, de lo que dejó a México y a los mexicanos, de lo que se llevó, de las imágenes y voces que recogió de católicos y simpatizantes, de los enfermos y de las víctimas de la injusticia, de los niños y de los ancianos, de los jóvenes, de lo que dijo y no dijo.

Me dio la impresión de que no hubo tantos jóvenes como los que salieron años atrás al encuentro de Juan Pablo II. Quizás por la decepción que el comportamiento de algunos eclesiásticos ha dejado en la población.

Sin embargo, no hay que perder de vista que el México que conoció Juan Pablo II, de ninguna manera fue el mismo que vio Francisco. Las condiciones han cambiado.

Ahora, por razones de seguridad,  el Papa tiene que viajar en un transporte con mucha más protección y con una escolta que no lo pierde de vista ni un segundo. De cualquier manera, a pesar de ese dispositivo, siempre estará expuesto a un suicida o loco.

El no haber llenado el Zócalo de la Ciudad de México ha sido motivo de muchas especulaciones, de la que no se ha salvado ni el arzobispo Norberto Rivera Carrera. No ha faltado quien lo acuse de haber sido el causante, por supuestas diferencias con el mismo Papa. También le han imputado el ausentismo a monseñor Eugenio Andrés Lira Rugarcía, con el argumento de haber acaparado los boletos.

Lo cierto es que cuando vino Juan Pablo II por primera vez, en 1979, no hubo necesidad de boletos para todos los actos. La gente se movió para verlo, sin ninguna limitante ni restricción, con absoluta libertad. No hubo vallas metálicas, mucho menos arcos detectores. Era otro tiempo.

A pesar de ello, al final sumaron millones los mexicanos que se reconfortaron con la presencia del Papa argentino.

En entidades crispadas por la violencia como las citadas, lo bueno es que su visita  calmó ánimos y sembró esperanza, la terapia de la palmada, el saludo y la palabra de aliento.

Si ese era el objetivo, que le bajara presión a la olla, se consiguió.

Para mi lo mejor era verlo de manera directa, con mis ojos, sin cámara telefónica de por medio ni cámara profesional. Disfrutarlo con mi vista, sentir su carisma, la luz del  personaje mundial y religioso, su sentimiento, la vibra, la emoción colectiva que contagia.

Resolver si usar o no usar la cámara del teléfono no fue un dilema, al instante decidí que lo vería directo, para que su imagen se reflejara y quedara grabada en las pupilas, de ahí, al cerebro, guardada para siempre; la emotividad, al corazón. Toda la vida, en cualquier momento y lugar, con solo desearlo, para volverlo a ver en la mente, sin necesidad de ir al archivo fotográfico.

Alegría que provoca la luminosidad papal, alimento espiritual en domingo matinal, sobre la avenida Patriotismo en la Ciudad de México.

Por poco brotan las lágrimas. Observé el rostro de una señora que también tenía ese impacto, ya habían pasado los dos segundos que puedes ver a Francisco en su papa móvil, a una velocidad de 50 kilómetros por hora.

Desde una semana antes sabía que pasaría por esa avenida y estaba decidido a verlo. La información la había tomado del impreso oficial  de la arquidiócesis de esta ciudad.

Llegó el domingo, el 14 febrero, no podía haber mejor día, el Día del Amor y la Amistad, para verlo en su recorrido.

Mi hijo mayor estaba ansioso, se había adelantado, cerca de la hora programada, la valla humana ya estaba formada, niños,  jóvenes, adultos. Los más con su teléfono listo para la foto o video. Los menos, mucho menos, con su cámara profesional. Ávidos del anhelado momento, a la altura de la colonia Nápoles.

Por el teléfono se podía captar la transmisión de una de las televisoras, para saber de la salida del papa móvil de la nunciatura apostólica. Y empezó la cuenta regresiva, arrancó el convoy, se redujo la espera.

Por Insurgentes, en primer lugar; después por Mixcoac. Se detiene frente a la escuela Simón Bolivar. Se baja el Papa Francisco para saludar a un grupo de religiosas. Por lo menos 10 minutos la escala. Regresa a su vehículo, va con destino al Campo Marte en donde tomará el helicóptero que lo llevará a Ecatepec, estado de México.

Entra el convoy a Patriotismo, dos motociclistas por delante. Mis ojos listos para registrar el mágico instante.

Crece las expectación de la gente, agitan banderas, gritan en coro el nombre de Francisco, preparan sus cámaras.

Mi ojos, listos para la ocasión, muy abiertos.

A la vista la comitiva, el Papa Francisco.

Enfocó la mirada en el pontífice, en su cara, en el movimiento de su mano derecha, en su vestimenta blanca, en su sonrisa.

La emoción invade mi cuerpo, parece recorrer a la velocidad de rayo por todas las venas, el corazón se agita, el cerebro registra cada milésima de segundo de esa escena, vibro de la cabeza a los pies, una sensación que solo puede provocar quien transmite esperanza, bondad, paz.

Han pasado los dos segundos, el convoy se aleja, la gente rompe filas, se deshace la valla humana. Veo a muchos con cara reconfortada, relajados, sonrientes, cordiales, amigables. Yo, igual, con una impresión imborrable.

Mi hijo había optado por tomar fotos.

Regresamos a casa con la inyección de la energía papal, eufóricos por ese encuentro espiritual.

De nuevo en el penal de “máxima” seguridad de El Altiplano, a Joaquín Guzmán Loera no lo volverán a llamar “Don Joaquín” como lo hizo el custodio que acudió a buscarlo en su celda el día de su segunda fuga (escuchado en video difundido en medios) ni tampoco podrá platicar con quien fue su vecino Sigfrido Najera Talamantes, alias “El Canicón”.

Una vez que se entra a ese centro federal de “readaptación” social, por reglamento, el interno pierde el nombre y se convierte en un número. Ahora ya no le van a permitir a los vigilantes darle trato diferenciado, porque también monitorearan su desempeño, no les van a tolerar ningún tipo de confianza con “El Chapo”.

Sigfrido Najera era un personaje de aproximadamente 35 años de edad, jefe de los Zetas en Nuevo León cuando fue detenido. Murió en dicho penal por un paro cardiaco el seis de septiembre del 2015, justo semanas después de la fuga. Un tipo de alta peligrosidad, temido por los demás internos, interesado en relacionarse con quien quisiera sus servicios. Ofrecía ayuda par comunicación externa y regalaba aparatos eléctricos.

A los de reciente ingreso, con cierto perfil que pudiera serle útil, de inmediato les hacía saber que era el conducto para comunicarse con la familia, “para decirles que estás bien y que no se preocupen”, solo les pedía que le proporcionaran el número telefónico.

Por supuesto que el favor no era gratis, porque llegaría el momento en que él  cobraría la factura, esto estaba implícito. La atención se tendría que corresponder cuando lo solicitara.

Debido a su peligrosidad, estaba solo en su celda, le gustaba escuchar música de banda. Los sábados y domingos, que no desconectaban en el penal la electricidad de los contactos, mantenía encendido su aparato toda la noche. Ninguno de los otros internos, que estaban en el mismo pasillo, se atrevía a protestar. Dormían con esa música.

Se sabía que disponía de recursos económicos. Compraba y regalaba televisores a internos con los que buscaba relacionarse. Los regalos se aceptaban sin replicar, se agradecían. Requería extremo cuidado y diplomacia eludir sus interesadas pretensiones.

El día que fue internado un jovencito de 18 años, acusado de tráfico de drogas, inexperto, no le dio ni el saludo de bienvenida. Y menos luego de escuchar que estaba ligado a una organización contraria.

Najera Talamantes tenía contratados abogados de Toluca y de la ciudad de México. Todos los días tenía visita de sus consejeros jurídicos. Se quejaba de que las resoluciones de jueces a su favor no eran acatadas sobre sus condiciones de internamiento. Protestaba porque las autoridades del penal lo castigaban. Lo mantenían aislado, con restricciones para ir al patio o a la visita conyugal.

Se notaba que era una persona irascible y vengativa. La ocasión en que vio desde su reja los golpes que tenía en el cuerpo otro interno que había sido torturado por custodios, soltó el comentario: “a mi si me hacen eso, me quedó vivir en Almoloya” hasta cobrarse la agresión. La amenaza fue escuchada por custodios, que prefirieron guardar silencio en vez de reprenderlo.

Era de una mirada fulminante, de las que matan, pero no como dice la romántica canción “ojos tapatíos” que interpretaba el charro Jorge Negrete, sino de la expresión popular que se utiliza cuando se quisiera eliminar de esa forma al enemigo o adversario.

Así era en prisión Sigfrido, el famoso “Canicón”, quien por su estilo seguramente se relacionó con Guzmán Loera.

Sin embargo, ya no está en el Altiplano quien fuera jefe de los Zetas en Nuevo León. No se fugó, se fue para siempre del planeta, ya no le tocó ver el regreso de “El Chapo” al Altiplano.

Por eso es que Guzmán Loera vivirá otra página en su reclusión, sin su antiguo vecino ni custodios que lo llamen “Don Joaquín”.

El autor de este texto estuvo ahí cinco días por una injusticia, por eso te puedo contar esta historia del “Canicón”.

Cada vez más cerca la cena de navidad. La hora de decidir lo que vas a comer esa noche. ¿Comida retro o transgénica? ¿natural o con conservadores? Tendrás que tomar en cuenta en primer lugar tu presupuesto, porque en estos tiempos cuesta más la llamada orgánica.

En otra de mis fases infantiles, recuerdo que en el patio la familia tenía gallinas, pavos o guajolotes, uno o dos cerdos, árbol de aguacates y también de mangos. La leche llegaba al domicilio, se hervía y afloraba la nata, que se untaba en pan blanco o bolillo. En el mercado, de los tradicionales, de los fijos, se podía comprar pescado fresco, no congelado. Igual con la carne de res. Lo mismo sucedía con el queso, frutas, las hortalizas o verduras.

Todo era natural, orgánico dirían en la actualidad, los alimentos tenían sus sabores de origen. En la casa era de ir al gallinero para tomar del nido los blanquillos, directos al sartén. Al plato, sin intermediarios ni químicos, aguacates y mangos, en su respectiva temporada. Más de una vez me tocó darle mate a una gallina o gallo, para después preparar un delicioso caldo. En festividades importantes, la vida del marrano llegaba a su fin, carne y chicharrones de primera. Tortillas de maíz blanco.

Otro tiempo. Después se empezó a vender la leche en cartoncillo, por más que la hervías, no aparecía la nata. A los pollos se le dio alimento para engordar y multiplicarse más rápido. Se volvió una práctica congelar la carne. Surgieron  y dominaron el mercado los alimentos enlatados y embolsados, con conservadores y fecha de caducidad.

Cambio el sabor de los alimentos, se perdió su esencia. La comida en todos los países del mundo, productos transgénicos. Lo natural, lo orgánico, quedó en el olvido, rebasado por la producción masiva y acelerada. Es lo que predomina, es lo moderno, es lo de hoy. El consumo popular y generalizado, que en ningún caso significa que los precios sean accesibles para la mayoría.

Hasta que llegó lo “retro”, la defensa de lo pasado, de lo natural, la lucha de los ecologistas contra lo transgénico. El rescate de la comida orgánica. Y a mi me dejó pasmado, con la boca abierta, escuchar a una vendedora en el mercado decirle a mi esposa: “¿quiere huevos de gallina?... Los tengo en la bodega, cuestan más pero son auténticos”.

De inmediato me pregunté a mi mismo: ¿lo que tiene a la vista, en el mostrador, de qué animal son? No hice comentario alguno en voz alta para evitar entrar en mayor confusión. Solo reflexione: todavía no queda claro si fue primero la gallina o el huevo y ahora resulta que hay dos clases de gallina cuando se trata de poner huevos.

Ya mi esposa me sacó de mis enredos al precisarme que la diferencia está en lo que comen esas aves. Si su alimento es natural, por supuesto que su producto es natural. De lo contrario, si lo que consume lleva químicos, con genes alterados, el blanquillo  no será natural.

 Así las cosas, ¿ya te diste cuenta que en ese regreso al pasado, también está en el mercado lo que llaman la cerveza artesanal? La cerveza casera, doméstica. Valga decir, echa mano, sin las grandes maquinarias. Y también cuesta mucho más que las comerciales o industrializadas que todos conocemos.

Por razones económicas, no me va a quedar más remedio que una cena de navidad con pavo o gallina hecha en serie. Cerveza, la de siempre. Lo orgánico y artesanal, lo retro, hoy es más caro.

En los cincuentas y buena parte de los sesentas en el siglo pasado, el estudio de ecografía (ultrasonido) no existía, había que adivinar si sería niño o niña. Se hacían hasta apuestas entre los familiares y amigos. Se optaba por comprar ropa de color amarillo o blanco, porque el azul estaba marcado para los varones y el rosa para las mujeres.

Si alguien te había regalado una vestimenta rosa, la madre acudiría a la tienda para cambiarla por azul si había nacido un niño. Era la solución que se le daba a este tema de la infancia.

Azul para el niño y rosa para la niña. No había nada que discutir ni debatir, lejos de caer en polémica.

¿Y por qué te cuento esto? ¿Qué tiene que ver con la política?

Quizás y seguramente, nada.

Lo hago porque de nuevo estamos en diciembre, en el mes de las fiestas, abrazos, recuerdos, alegrías, caras sonrientes, navidad y el último día del año, buenos deseos y compromisos para el 2016. Es un tiempo para tratar de descansar de la política y los políticos, si es que se puede.

Por supuesto, no faltará quien diga que todo tiene que ver con la política. No  hay porque complicarse, es diciembre, es preferible sonreír y convivir en santa paz. Reencuentro de amigos, de quienes trabajaron o trabajan en el periódico mexicano El Universal, como nunca se había visto, en la noche del cuatro de diciembre pasado. Ánimo navideño y día de celebración para Roberto Rivera Mier quien se estrenó como presidente de la Asociación Mexicana de Empresas de Seguridad.

Bueno, sigo.

Después llegó el desarrollo del estudio de ecografía y entonces con anticipación se hizo posible saber si sería niño o niña. Desaparecieron las equivocaciones a la hora de comprar ropa para el nuevo o nueva integrante de la familia. En materia de juguetes, los carritos, trenecitos, arcos y flechas con punta de goma, pistolas de plástico, para los niños. La diversidad de muñecas, casitas, vajillas miniaturas, para las niñas. Impensable un color rosa para las paredes de la habitación del niño.

Sin embargo, en la actualidad es innegable que los valores en la sociedad se han invertido o han cambiado tanto que no pasara mucho tiempo sino es que ya llegamos, que hasta los colores con que se han distinguido a los niños y niñas, van a variar de criterio, porque de no hacerlo, no faltará quien diga que la discriminación tiene su origen en la infancia.

Para algunos pudiera ser sorpresivo o nada creíble, pero el hecho es que el tema ya está en la mesa de análisis. Hay voces que ven como un signo de discriminación que el azul sea exclusivo de los niños y el rosa de las niñas. ¿Por qué un niño no puede vestir un pantalón de color rosa o incluso un vestido? o ¿Por qué una niña no puede jugar con los juguetes que siempre se ha considerado son exclusivos del hombre, si ahora las mujeres adultas hacen todo lo que antes se les suponía vedado o hasta tenían prohibido, como entrar a una cantina?.

¿Por qué tienen que hacerse diferencias, impuestas por los mayores, en la infancia? Es el cuestionamiento que hacen quienes pregonan o presumen un pensamiento de avanzada.

Ojalá que ese reajuste en los valores de la sociedad nos conduzca a un mejor mundo, a una mejor convivencia, al entendimiento, al respeto, a la paz mundial, a la equidad y justa distribución de la riqueza, no importa que el bebé se vista de rosa y la bebé de azul si hoy ese es el consenso.

Cuando cursaba la preparatoria y era reportero deportivo del diario La Opinión de Poza Rica, Veracruz, vi por primera vez una corrida de toros, con la entonces estrella  Manolo Martínez.

A pesar de lo extraño o raro que ahora pudiera parecer, porque se trata de un municipio con población futbolera y beisbolera, sobre todo, en el parque de beisbol Heriberto Jara Corona se improvisó un ruedo.

En ese tiempo nadie se quejaba ni protestaba por la violencia o crueldad contra los animales.

Me pidieron que hiciera la cobertura. Sabía del lenguaje taurino por las transmisiones que se hacían en la televisión y la lectura de crónicas en los periódicos deportivos de la ciudad de México.

Tuve la infeliz ocurrencia de llevar camisa roja y ubicarme en barrera. “No te muevas porque vas a distraer al toro”, recomendación de Manolo.

Por las dudas, no le quitaba la mirada al de los cuernos y estaba listo para correr.

Eran toros con peso menor a los que había visto por televisión, porque de otra manera hubieran hecho pedazos el portátil y frágil ruedo, en perjuicio de los que estaban en la barrera.

Una cornada de 300 kilos te puede mandar al hospital o al cementerio.

Supongo que los patrocinadores probaron si Poza Rica tenía en su población afición taurina.

Nunca más se volvió a organizar una corrida en ese lugar.

Escasos taurinos y cero defensores de los animales. No recuerdo que alguien se haya levantado de su asiento y gritado: ¡paren esa violencia!

Hubo “¡olés!” y dos orejas de premio para Manolo.

Con el paso del tiempo, en México y en otras partes del mundo donde se practica la tauromaquia, surgió una corriente contraria, opinión distinta a la de quienes la ven como un arte que debe conservarse.

Y que conste que los toros han tenido aficionados como el mismo guerrillero Che Guevara y el escritor Ernest Hemingway, la actriz María Félix, el compositor Agustín Lara, el periodista fallecido en este año Jacobo Zabludovsky y el comediante Mario Moreno “Cantinflas”.

En la actualidad, los empresarios Alberto Baillères y Carlos Slim, el ex rector de la UNAM Juan Ramón de la Fuente, los comunicadores Joaquín López Dóriga y Leo Zuckermann, los cantantes Joaquín Sabina, Joan Manuel Serrat y Emmanuel, así como los políticos Manlio Fabio Beltrones y Santiago Creel. También Margarita Zavala.

No hay registro de que “El Che” se hubiera opuesto al castigo de los toros, tampoco de Hemingway ni de ninguno de los otros personajes que he citado. Gente con preparación para distinguir la crueldad de la bondad con los animales. Baillères, dueño del Palacio de Hierro y otras empresas, se graduó de economista con doble mención honorífica en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM). Zuckermann tiene maestría en políticas públicas por la Universidad de Oxford en Inglaterra y conduce programas de análisis en Televisa. Emmanuel es ecologista. Serrat y Sabina, socialistas de la música.

Se ha politizado el tema. La sociedad ha ajustado sus valores morales, hay voces en pro y en contra.

Un hecho a la vista es que los toros son torturados, porque no se pueden entender de otra manera los pinchazos con la lanza, las banderillas en el lomo y las estocadas del matador.

Vivo a seis calles de la Monumental Plaza México, pocas veces he asistido. La primera vez para ver la actuación de unos enanitos forcados. A mi hijo menor no le gustó el espectáculo, empezó a exigir retirada y nos salimos a la mitad.

A mi hijo mayor lo invité a la inauguración de la temporada grande el año pasado; en ningún momento se emocionó, la tarde había caído y le urgía ir a comer, ya no vimos el último toro.

Mi esposa disfrutó en una ocasión el regocijo de un grupo de aficionados que cargaron en hombros a un torero, con rostro radiante y sonriente, hasta el edificio donde vivimos, sin importar la llovizna, pero nunca más ha querido ir a la plaza, le gustan los toreros, no la forma en que matan a los animales.

Yo, concluyo, aprecio los lances del diestro, la estampa y bravura del bobino, pero también tengo claro que es un arte sangriento, una expresión del antiquísimo circo romano.

El cuidado del cortometraje es milimétrico, cada segundo aprovechado, con gestos y palabras que dan vida a una historia de humor negro que juega con la realidad y la ficción.

Se inspiró en una noticia de ladrones que el director y guionista Carlos Alcocer retomó de uno de los diarios de la ciudad de México.

Hasta los actores invirtieron sus ahorros para hacer esta cinta, titulada La mejor oferta. Quieren verla premiada. Participará en el próximo Festival Internacional de Bogota 2015.

La adaptada sala de cine de la Pulquería Los Insurgentes en la colonia Roma registró lleno. Hubo necesidad de agregar sillas.

Pre-estreno de un corto bien hecho.

Su estreno internacional, pronto, en el festival colombiano.

Divierte, provoca risas, su esencia es violenta, sin que corra la sangre y sin que nadie salga golpeado. Los delincuentes exhiben las armas de fuego pero nunca son disparadas. Recurren al lenguaje áspero y a las esposas para intimidar e inutilizar a las víctimas.

Se da la traición entre los rateros y, una extraña empatía, del que se queda con las ganancias de la repetida venta de un auto, con la principal víctima, porque la hace partícipe del botín.

Ficción que también justifica que los ladrones se ocupen de atender el juego Pumas-América que se transmite en la televisión que se encuentra encendida en la casa donde se desarrolla la trama.

En la vida de hoy, no se preocuparían del futbol y mucho menos de darle su parte a la víctima.

Cuando llegué a la pulquería ya no había lugar, me tocó periquera y en galerías. Desde ahí veía el ánimo de la concurrencia, había expectación por la película. Conversaciones sobre nuevos proyectos o participaciones en otros espacios de arte, rostros jóvenes y maduros.

El director, Carlos Alcocer, estaba feliz, contento, emocionado con su cortometraje, complacido con la sala completa. Caminaba y se paseaba entre la sillería, saludaba a sus conocidos y amigos.

Cuando se apagaron las luces y empezó la proyección, se acabó el murmullo, automático el silencio, todos clavaron la mirada en la pantalla. Cero distracciones, nada de ruido, ni de los que se refrescaban la garganta ni de los que comían alguna botana.

Parecía que hasta contenían la respiración, para no perder detalle, cada minuto del corto.

Un historia de cine tejida a mano con patrocinio colectivo, un trabajo profesional, meticuloso, no puede ser de otra en un filme que dura minutos, si se quiere hacer diferencia y suspirar por los premios. El reconocimiento fue unánime. Comentarios elogiosos en ese foro etílico.

Igual de unánime el aprecio que artistas y director hicieron público para su maestro y amigo Luis Mandoki, al que le atribuyen lo que han aprendido para actuar y hacer cine de calidad.

¿Mensaje del cortometraje?

Pumas 3 América 2.

¿Ficción o realidad?

Arturo Zárate Vite

 

 

Es licenciado en periodismo, egresado de la Escuela de Periodismo Carlos Septién García, con mención honorífica. Se ha desempeñado en diversos medios, entre ellos, La Opinión (Poza Rica, Veracruz) Radio Mil, Canal 13, El Nacional, La Afición y el Universal. Más de dos décadas de experiencia, especializado en la información y análisis político. Ejerce el periodismo desde los 16 años de edad.

Premio Nacional de Transparencia otorgado por la Secretaría de la Función Pública, IFE, Consejo de la Comunicación, Consejo Ciudadano por la Transparencia e Instituto Mexicano de la Radio. Su recurso para la protección de los derechos políticos electorales del ciudadano logra tesis relevante en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, con el fin de conocer los sueldos de los dirigentes nacionales de los partidos.

Además, ha sido asesor de la Dirección General del Canal Judicial de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y Coordinador General de Comunicación y Proyectos de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos. Es autor del libro ¿Por qué se enredó la elección de 2006, editado por Miguel Ángel Porrúa.

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