Cada vez más cerca la cena de navidad. La hora de decidir lo que vas a comer esa noche. ¿Comida retro o transgénica? ¿natural o con conservadores? Tendrás que tomar en cuenta en primer lugar tu presupuesto, porque en estos tiempos cuesta más la llamada orgánica.
En otra de mis fases infantiles, recuerdo que en el patio la familia tenía gallinas, pavos o guajolotes, uno o dos cerdos, árbol de aguacates y también de mangos. La leche llegaba al domicilio, se hervía y afloraba la nata, que se untaba en pan blanco o bolillo. En el mercado, de los tradicionales, de los fijos, se podía comprar pescado fresco, no congelado. Igual con la carne de res. Lo mismo sucedía con el queso, frutas, las hortalizas o verduras.
Todo era natural, orgánico dirían en la actualidad, los alimentos tenían sus sabores de origen. En la casa era de ir al gallinero para tomar del nido los blanquillos, directos al sartén. Al plato, sin intermediarios ni químicos, aguacates y mangos, en su respectiva temporada. Más de una vez me tocó darle mate a una gallina o gallo, para después preparar un delicioso caldo. En festividades importantes, la vida del marrano llegaba a su fin, carne y chicharrones de primera. Tortillas de maíz blanco.
Otro tiempo. Después se empezó a vender la leche en cartoncillo, por más que la hervías, no aparecía la nata. A los pollos se le dio alimento para engordar y multiplicarse más rápido. Se volvió una práctica congelar la carne. Surgieron y dominaron el mercado los alimentos enlatados y embolsados, con conservadores y fecha de caducidad.
Cambio el sabor de los alimentos, se perdió su esencia. La comida en todos los países del mundo, productos transgénicos. Lo natural, lo orgánico, quedó en el olvido, rebasado por la producción masiva y acelerada. Es lo que predomina, es lo moderno, es lo de hoy. El consumo popular y generalizado, que en ningún caso significa que los precios sean accesibles para la mayoría.
Hasta que llegó lo “retro”, la defensa de lo pasado, de lo natural, la lucha de los ecologistas contra lo transgénico. El rescate de la comida orgánica. Y a mi me dejó pasmado, con la boca abierta, escuchar a una vendedora en el mercado decirle a mi esposa: “¿quiere huevos de gallina?... Los tengo en la bodega, cuestan más pero son auténticos”.
De inmediato me pregunté a mi mismo: ¿lo que tiene a la vista, en el mostrador, de qué animal son? No hice comentario alguno en voz alta para evitar entrar en mayor confusión. Solo reflexione: todavía no queda claro si fue primero la gallina o el huevo y ahora resulta que hay dos clases de gallina cuando se trata de poner huevos.
Ya mi esposa me sacó de mis enredos al precisarme que la diferencia está en lo que comen esas aves. Si su alimento es natural, por supuesto que su producto es natural. De lo contrario, si lo que consume lleva químicos, con genes alterados, el blanquillo no será natural.
Así las cosas, ¿ya te diste cuenta que en ese regreso al pasado, también está en el mercado lo que llaman la cerveza artesanal? La cerveza casera, doméstica. Valga decir, echa mano, sin las grandes maquinarias. Y también cuesta mucho más que las comerciales o industrializadas que todos conocemos.
Por razones económicas, no me va a quedar más remedio que una cena de navidad con pavo o gallina hecha en serie. Cerveza, la de siempre. Lo orgánico y artesanal, lo retro, hoy es más caro.
Cena retro en navidad
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