La última sesión de Freud

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Cuando escribe en Facebook que iba a La última sesión de Freud y que después les platicaría, más de uno supuso un trastorno mental. “¿Qué pasó?”, preguntó Gerardo Mares. Aída Ramírez de plano me deseó “¡Suerte!”.

La última sesión de Freud es una obra de teatro que recrea el debate entre dos intelectuales sobre la existencia o no de Dios. Sergo Klainer en el papel del padre del psicoanálisis y Darío T. Pie (La Roña) como S.C. Lewis, egresado de la Universidad de Oxford.

El teatro Helénico estaba lleno. No me pareció que ninguno de los asistentes tuviera alguna alteración mental. Vi a todos educados, atentos, sin perder detalle del esgrima verbal y de los chistes que soltaban los protagonistas en el momento justo para bajarle tensión al tema y hacer reír al público.

Noche de lluvia, como casi todas en las últimas semanas en la ciudad de México. Por un momento supuse que la concurrencia sería mucho menor. Me tocó ver salir la gente de la primera función. Formada, sin empujones, tranquila, ordenada, en espera de que el valet parking trajera su respectivo auto. Yo no llevaba boleto. Había fila para comprar en la taquilla. Todavía alcance un buen lugar cerca del escenario.

¿Todas estas personas vendrán  a ver la obra?, me pregunté al llegar al vestíbulo (lobby). Adultos en su totalidad. Hombres y mujeres. Rostros apacibles. No vi impacientes. Tampoco ansiosos ni estresados.

Y es que por la mañana había leído en El Universal que siete de cada 10 que viven en la ciudad de México sufren estrés. Nadie dio señales de este estrés. Ni antes ni durante la obra ni después. Al salir del teatro, la lluvia seguía. Los previsores con su paraguas y lo demás resignados a la llovizna. Había perdido fuerza la caída del agua. Parecía de esa que sale de un rociador para ropa o cabello. Los comentarios eran sobre la obra y las actuaciones. Voces complacidas y altas calificaciones para los actores.

Eso sí, con el dilema sin ser resuelto: ¿existe o no existe Dios?

Por el comportamiento del público, llegué a la conclusión de que ninguno de los asistentes tenía signos para recomendarle visitar al psiquiatra o al psicólogo. Recordé el titular del periódico. Siete de cada 10 con estrés. Por lo menos ahí esa estadística no cuadraba.

Magistrales las actuaciones de Sergio y Darío.

Su conversación, sus gestos, sus desplazamientos, te atrapan desde el primer momento. Su encuentro sucede cuando Inglaterra decide ingresar a la Segunda Guerra Mundial y de las noticias de la BBC de Londres da cuenta el viejo radio que enciende y apaga Freud.

Es tan real su diálogo y personificación, que Freud (Sergio Klainer) da lástima y tristeza al verlo vomitar sangre por su enfermedad terminal (cáncer en el paladar).

Lewis (Darío T. Pie) hace sentir hasta su tic nervioso en la cara. Un intelectual converso, que había dejado su ateísmo para convertirse en cristiano. Observador con su comentario sobre las imágenes religiosas que en su casa tenía el ateo Freud, supuestamente como decoración. Mi mente que no para me trajo de inmediato la imagen del que tiene en su casa la imagen de la virgen de Guadalupe y se declara “antiguadalupano”.

Los dos personajes se quedan con sus creencias.

Estupendo trabajo de Sergio y Darío.

Tampoco ellos requieren ir al diván, lo que merecen es un largo aplauso, de pie, como el que recibieron del público esa noche.

Arturo Zárate Vite

 

 

Es licenciado en periodismo, egresado de la Escuela de Periodismo Carlos Septién García, con mención honorífica. Se ha desempeñado en diversos medios, entre ellos, La Opinión (Poza Rica, Veracruz) Radio Mil, Canal 13, El Nacional, La Afición y el Universal. Más de dos décadas de experiencia, especializado en la información y análisis político. Ejerce el periodismo desde los 16 años de edad.

Premio Nacional de Transparencia otorgado por la Secretaría de la Función Pública, IFE, Consejo de la Comunicación, Consejo Ciudadano por la Transparencia e Instituto Mexicano de la Radio. Su recurso para la protección de los derechos políticos electorales del ciudadano logra tesis relevante en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, con el fin de conocer los sueldos de los dirigentes nacionales de los partidos.

Además, ha sido asesor de la Dirección General del Canal Judicial de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y Coordinador General de Comunicación y Proyectos de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos. Es autor del libro ¿Por qué se enredó la elección de 2006, editado por Miguel Ángel Porrúa.

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