La decisión presidencial en la elección del candidato a la presidencia de la República es cierto que es unipersonal pero sin duda considera diversos factores y circunstancias. Nunca una será igual a otra aunque sea tomada por la misma persona. Tampoco los colaboradores del mandatario se pueden anticipar o dar por hecho que va en tal sentido.
Más de uno se ha equivocado en el pasado priísta. ¿Te acuerdas de Alfredo del Mazo que sentía que era suya la candidatura presidencial? ¿Y qué dices de Manuel Camacho Solís (QEPD) quien supuso que tenía la bendición de Los Pinos e hizo su berrinche cuando el favorecido resultó Luis Donaldo Colosio?. Años más atrás, Mario Moya Palencia (QEPD) se quedó vestido y alborotado; se fue con la finta, le fallaron sus servicios de inteligencia en la Secretaría de Gobernación. Ejemplos sobran. El punto claro es que la decisión solo la conoce el propio presidente y así seguramente será para definir la candidatura del 2018.
De las decisiones que hasta ahora ha tomado el presidente Enrique Peña Nieto hay dos que parecieran marcar un patrón. La de Eruviel Ávila Villegas en el estado de México y la de Manlio Fabio Beltrones para la dirigencia del PRI. En ambos casos optó por el consenso, por los más aceptados al interior de su partido y con mayor proyección hacia fuera. Lo hizo aun cuando ninguno de los dos estaba en el primer círculo de su equipo y afectos. Por lo tanto, hay quien pensaría que lo mismo hará en la búsqueda de su relevo.
No hay garantía de que procederá de la misma manera. Los tiempos serán otros, también las circunstancias. Roberto Casillas, quien fuera secretario particular de José López Portillo, escribió de este mismo tema en su libro La Decisión Presidencial, editado en 1983. Su información recabada en el poder, nada que le pudiera haber revelado de manera directa su jefe.
“El presidente se puede equivocar”, dice Casillas en su texto. No solo para el caso de la sucesión sino en otros asuntos. Razonable porque como todos, es humano, con aciertos y desaciertos. El mismo pontífice o Papa se equivoca o se ha equivocado. Nadie es perfecto.
Entonces, en este contexto, la decisión sobre la próxima candidatura presidencial priísta será única y exclusivamente de Enrique Peña Nieto. Los adivinadores sobre el “tapado” o “destapado” se volverán a equivocar.
Sin embargo, quien resulte favorecido, de ninguna forma podrá dar por hecho que ya tiene amarrada la silla presidencial. Los tiempos son distintos y la sociedad año con año sorprende con su voto.
Cada vez hay una mayor valoración a la hora de emitirse el voto. Se premia y se castiga. La alternancia ya no es excepcional. Ocurre para todos los cargos de elección en México.
La decisión presidencial es de una persona; la elección del próximo presidente corresponde a millones de mexicanos.
Decisión presidencial
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