María Filippini dice en su twitter: “siempre me pongo nerviosa” cada vez que está por subir al escenario. La verdad, su experiencia, calidad y profesionalismo borran pronto ese desasosiego.
Por el contrario, se ve como una actriz realizada, con voz educada y domina el guión de manera natural.
La vi actuar en la comedia romántica musical “¡Perro Ámame!”. Es una maestra, próxima a la tercera década como artista.
En otro musical, “Mentiras”, que ha sido exitoso por más de diez años, la valoré por primera vez. No sabía nada de ella. Por fortuna, para estos casos, tengo cerca a mi esposa. Identifica y conoce mucho más a los artistas, por su nombre e historia.
María es simpática y graciosa en su personaje de “Mentiras”. La escuché cantar como debe hacerlo quien quiere interpretar a las famosas de los ochentas en México. Le imprime su estilo.
Esmerada en su trabajo.
También tiene en su historial participaciones en obras como “Mamma mía”, “A ChorusLine”, “Mame” y “Si nosdejan”, Ha explorado el disco con “Sujétame”. Cantó en Valores Juvenilesy fue protagonista de la película “Lluviade Luna”.
Ha dado clases de actuación en la Escuela de Artes de la Universidad Anáhuac y en el 2011 recibió el Premio Nacional de la Mujer.
Artista empeñada en dar el cien como artista. Es versátil.
Ahora en “Perro Ámame”.No me costó trabajo ubicarla e identificarla. Graciosa, seria, apasionada y entusiasta en su personaje de mujer divorciada de 40 años, autora de un libro que describe de manera perruna la conducta de los hombres y termina por enamorarse de uno más joven que ella.
Su compañero Rykardo Hernández, impecable en su papel de galán y experto para interactuar con el público. Sencillo. Nada que criticarle a su voz a la hora de cantar. Sentidas y limpias interpretaciones.
Ambos con calificaciones aprobatorias, en una obra entretenida y divertida. Con un maestro del teclado que le sigue el juego a los actores. La escenografía no cambia pero es suficiente para el objetivo de la trama, un restaurante o cafetería donde se encuentra los dos personajes, a la luz de una vela.
Nadie sufre como espectador. Te ríes y mantienes todo el tiempo la atención en el escenario. Los oídos bien abiertos. Inquietud, sí, entre el público, cuando Rykardo empieza a interactuar con la gente, pero nada para alarmarse, es parte de la diversión de la obra.
Así que, María Filippini, no tienes ningún motivo para ponerte nerviosa. Has crecido en el escenario y tienes ganada la admiración del público. El aplauso.
Nervios de María Filippini
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