Bracho, dueña del escenario

Educación
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Diana Bracho desde que pone sus pies sobre el tablado se percibe dueña del escenario, dominadora, con una voz que se escucha en todo el teatro sin necesidad de la ayuda electrónica, una mirada escudriñadora, observadora, aguda e ingeniosa; se desplaza con elegancia, es toda una dama, una señora de la actuación, bella. Al que ve llegar tarde con una bolsa de palomitas le advierte que en su clase está prohibido comer. El aludido de primera fila, regordete y cabello rizado, voltea para verla, agita su brazo izquierdo a manera de saludo, sonríe y deja caer su cuerpo sobre la estrecha butaca. No es el único impuntual, a una señora con peinado en forma de hongo, le dice que seguramente viene del Metropolitan Opera. Algo masculla la mujer y se acomoda apurada en su lugar.

Peor le va a otro personaje del público que durante el desarrollo de la obra, a pesar de la reiterada recomendación de guardar celulares y ponerlos en silencio o vibrador, se atreve a sacar su teléfono y la luz luminosa que despide lo descubre. Como un latigazo, con un tono seco y enérgico, la actriz  lo reprende y le advierte que no se vale en ese momento la consulta de agendas. El señor de cabello cano, nervioso, apaga y guarda de inmediato su aparato.

Esa es Diana Bracho en el papel de la maravillosa cantante de ópera María Callas, en la obra Master class, en el Teatro Santa Fe al que por los comentarios de asistentes extraviados, le falta más señalización al camino que lleva a ese sitio. Diana, en lo suyo, encarna a la cantante con tal naturalidad que revive al personaje con sus desplantes y sarcasmos.

Minutos antes de entrar al foro, una señora de rostro estético y ropa de marca, preguntaba a su pareja: “¿cantará la Bracho?”. Ignoraba la respuesta su acompañante. Cambiaron de tema.

Diana no es una cantante, es una actriz y de primera. Lo que hace, con su estilo, en un momento de su clase, es entonar con cuidado y pulcritud un retazo de la ópera, para enseñar a sus alumnos lo que es la interpretación. Para cantar ahí estaban el tenor Antonio Albores (irradia simpatía), las sopranos Denise de Ramery y Mónica Raphael. Los tres hubieran sido dignos discípulos en la master class de la extinta y adorada Callas.

La clase de la Bracho en el papel de la Callas se ganó el aplauso sonoro, la mayoría lo hizo de pie. Ella, de buen humor, obsequiosa con su público, para cerrar la noche de fin de semana en comunión con el canto, hizo que sus alumnos interpretaran y regalaran tres arias. Todos felices.

Arturo Zárate Vite

 

 

Es licenciado en periodismo, egresado de la Escuela de Periodismo Carlos Septién García, con mención honorífica. Se ha desempeñado en diversos medios, entre ellos, La Opinión (Poza Rica, Veracruz) Radio Mil, Canal 13, El Nacional, La Afición y el Universal. Más de dos décadas de experiencia, especializado en la información y análisis político. Ejerce el periodismo desde los 16 años de edad.

Premio Nacional de Transparencia otorgado por la Secretaría de la Función Pública, IFE, Consejo de la Comunicación, Consejo Ciudadano por la Transparencia e Instituto Mexicano de la Radio. Su recurso para la protección de los derechos políticos electorales del ciudadano logra tesis relevante en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, con el fin de conocer los sueldos de los dirigentes nacionales de los partidos.

Además, ha sido asesor de la Dirección General del Canal Judicial de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y Coordinador General de Comunicación y Proyectos de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos. Es autor del libro ¿Por qué se enredó la elección de 2006, editado por Miguel Ángel Porrúa.

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