Maestros y el 2018

Educación
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El maestro Genaro Cruz Osorio, mejor conocido en la escuela primaria como el “maestro Choyo”, era de cabellera gris, colindaba entre la segunda y tercera edad. Un auténtico cara dura. Usaba lentes. No recuerdo haberlo visto sonreír. Inspiraba temor entre los escolares. Daba el sexto año.Estudiantes

Acostumbraba a jalar las patillas, las dos al mismo tiempo, al que estuviera desatento, incumpliera la tarea o se fuera de “pinta”.

Su frase de batalla y de advertencia para los estudiantes era: “llueva o truene, tienen que venir a clases”.

Por vocación, disciplina y miedo, no falté a ninguna.

No me escapé del jalón de patillas, porque no supe dar respuesta a una de sus preguntas académicas.

Por su fuerza y el dolor que dejaba, el jalón de patillas se volvió inolvidable, para todos los que lo padecieron.ESCUELA artículo 123

Tenía su medida, sacudía la cabeza del alumno con el jalón de patillas, pero sin arrancar un solo cabello.

Lo que más me impresionó fue el día que le jaló las patillas a Juan Carlos y enseguida complementó el castigo con una serie de nalgadas. Agarraba vuelo su brazo izquierdo y la palma de su mano se estrellaba en esa parte media, entre la columna vertebral y los muslos.

Poco faltó para que el compañero llorara. Lo vi sudar y el rictus de dolor en la cara, enrojecida. El maestro lo levantaba de cada manotazo. A nadie más le llegó a pegar de esa manera. Supongo que descargó un coraje que le habían ocasionado en algún otro lugar.

Su estilo de formar y enseñar era conocida dentro y fuera de la escuela. Ni una sola queja o protesta de estudiantes o padres de familia. Su reputación era impecable. Tenían ganado el reconocimiento de que sus grupos eran los mejores calificados, los más adelantados.

Recuerdo al “Maestro Choyo” de la escuela Artículo 123 María Enriqueta de mi pueblo Poza Rica, Veracruz, justo en el inicio de un nuevo ciclo escolar, en especial su frase lapidaria “llueva o truene tienen que venir a clases”.

 Hoy veo que la inasistencia no es por la lluvia ni por truenos, tampoco es imputable a los escolares, sino a los adultos que hasta ahora no han sido capaces de mejorar el nivel educativo.

Están más ocupados en diferencias sobre la llamada “reforma educativa” que para muchos es solo laboral, aunque del fondo del asunto ya sale un olor a 2018, a disputa presidencial.

¿Y a quién o quiénes conviene que el grueso de la población tenga un bajo nivel educativo?

Arturo Zárate Vite

 

 

Es licenciado en periodismo, egresado de la Escuela de Periodismo Carlos Septién García, con mención honorífica. Se ha desempeñado en diversos medios, entre ellos, La Opinión (Poza Rica, Veracruz) Radio Mil, Canal 13, El Nacional, La Afición y el Universal. Más de dos décadas de experiencia, especializado en la información y análisis político. Ejerce el periodismo desde los 16 años de edad.

Premio Nacional de Transparencia otorgado por la Secretaría de la Función Pública, IFE, Consejo de la Comunicación, Consejo Ciudadano por la Transparencia e Instituto Mexicano de la Radio. Su recurso para la protección de los derechos políticos electorales del ciudadano logra tesis relevante en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, con el fin de conocer los sueldos de los dirigentes nacionales de los partidos.

Además, ha sido asesor de la Dirección General del Canal Judicial de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y Coordinador General de Comunicación y Proyectos de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos. Es autor del libro ¿Por qué se enredó la elección de 2006, editado por Miguel Ángel Porrúa.

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