El maestro Genaro Cruz Osorio, mejor conocido en la escuela primaria como el “maestro Choyo”, era de cabellera gris, colindaba entre la segunda y tercera edad. Un auténtico cara dura. Usaba lentes. No recuerdo haberlo visto sonreír. Inspiraba temor entre los escolares. Daba el sexto año.
Acostumbraba a jalar las patillas, las dos al mismo tiempo, al que estuviera desatento, incumpliera la tarea o se fuera de “pinta”.
Su frase de batalla y de advertencia para los estudiantes era: “llueva o truene, tienen que venir a clases”.
Por vocación, disciplina y miedo, no falté a ninguna.
No me escapé del jalón de patillas, porque no supe dar respuesta a una de sus preguntas académicas.
Por su fuerza y el dolor que dejaba, el jalón de patillas se volvió inolvidable, para todos los que lo padecieron.
Tenía su medida, sacudía la cabeza del alumno con el jalón de patillas, pero sin arrancar un solo cabello.
Lo que más me impresionó fue el día que le jaló las patillas a Juan Carlos y enseguida complementó el castigo con una serie de nalgadas. Agarraba vuelo su brazo izquierdo y la palma de su mano se estrellaba en esa parte media, entre la columna vertebral y los muslos.
Poco faltó para que el compañero llorara. Lo vi sudar y el rictus de dolor en la cara, enrojecida. El maestro lo levantaba de cada manotazo. A nadie más le llegó a pegar de esa manera. Supongo que descargó un coraje que le habían ocasionado en algún otro lugar.
Su estilo de formar y enseñar era conocida dentro y fuera de la escuela. Ni una sola queja o protesta de estudiantes o padres de familia. Su reputación era impecable. Tenían ganado el reconocimiento de que sus grupos eran los mejores calificados, los más adelantados.
Recuerdo al “Maestro Choyo” de la escuela Artículo 123 María Enriqueta de mi pueblo Poza Rica, Veracruz, justo en el inicio de un nuevo ciclo escolar, en especial su frase lapidaria “llueva o truene tienen que venir a clases”.
Hoy veo que la inasistencia no es por la lluvia ni por truenos, tampoco es imputable a los escolares, sino a los adultos que hasta ahora no han sido capaces de mejorar el nivel educativo.
Están más ocupados en diferencias sobre la llamada “reforma educativa” que para muchos es solo laboral, aunque del fondo del asunto ya sale un olor a 2018, a disputa presidencial.
¿Y a quién o quiénes conviene que el grueso de la población tenga un bajo nivel educativo?
Maestros y el 2018
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