La edad del político

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Está viejo o es muy joven en ocasiones se convierte en el argumento fácil para tratar de frenar aspiraciones presidenciales. Y a veces, el mismo interesado se limita porque cree que todavía está muy verde o ya se pasó de maduro. Más de uno se ha descartado por ese motivo de la competencia cuando en ningún caso se trata de un impedimento.

Lo que importa es la capacidad, el compromiso de servir a la sociedad y demostrar que puede hacerlo. En fecha reciente en México se produjo un episodio que puso sobre la mesa el tema de la edad. La renovación de la dirigencia nacional del Partido Revolucionario Institucional. En la recta final de la definición se ubicaron Aurelio Nuño Mayer, jefe de la oficina de la Presidencia de la República, y Manlio Fabio Beltrones, quien termina como diputado en este mes de agosto.

Como ingrediente especial se agregó un mensaje del presidente Enrique Peña Nieto que más de uno creyó descartaba a Beltrones y perfilaba a Nuño, al decir que el nuevo líder debería tener capacidad de ser interlocutor de los universitarios, estar al día en la atención y comportamiento de las redes sociales. Manlio cumple 63 años el próximo domingo 30 de agosto. Aurelio tiene 37 años. Por lo tanto, supusieron los adivinadores, la edad será un factor decisivo. No lo fue. Lo que marcó diferencia fueron la trayectoria y experiencia del sonorense.

Se puede ser joven y contar con trayectoria y experiencia para tareas partidistas, pero no es el caso de Aurelio. Tampoco el ser maduro es garantía de contar con esas cualidades. Hay muchos adultos que no las tienen.

También el ser joven no es garantía de identificación con los universitarios y dominio de las redes sociales. Las cualidades se tienen que demostrar en los hechos, en cualquier situación y en cualquier edad. Por lo tanto, no es la edad lo que detona el ascenso de un político.

Quienes conocen a Beltrones saben de su facilidad para relacionarse con los jóvenes y de su habilidad para las redes sociales. Está al día en el uso de las modernas herramientas de la comunicación.

En definitiva no es la edad lo que lleva a un personaje al poder. Les he platicado el suceso priísta como un ejemplo. Lo mismo seguro aplicará en ese partido cuando se tenga que elegir al candidato presidencial.

La edad es lo de menos.

Fidel Castro tenía 33 años al asumir el gobierno de Cuba. Alan García 36 en Perú y Collor de Melo 41 en Brasil.

En contraste Giorgio Napolitano culminó su presidencia en Italia a los 92 años. Raúl Castro, actual gobernante de Cuba, tiene 83. Tabaré Vázquez llegó a los 75 a gobernar Uruguay, Ronald Reagan a los 69 años para encabezar el gobierno de los Estados Unidos, la potencia número uno en el mundo. En México, Adolfo Ruiz Cortines tenía 63 al empezar su periodo y todavía es recordado por su sabiduría en muchos de sus actos.

Todo esto para concluir que ni los jóvenes ni lo adultos están impedidos para buscar la candidatura presidencial. Lo único que se les va a pedir es capacidad para atender los reclamos de la sociedad, constancia de que lo saben hacer.

Arturo Zárate Vite

 

 

Es licenciado en periodismo, egresado de la Escuela de Periodismo Carlos Septién García, con mención honorífica. Se ha desempeñado en diversos medios, entre ellos, La Opinión (Poza Rica, Veracruz) Radio Mil, Canal 13, El Nacional, La Afición y el Universal. Más de dos décadas de experiencia, especializado en la información y análisis político. Ejerce el periodismo desde los 16 años de edad.

Premio Nacional de Transparencia otorgado por la Secretaría de la Función Pública, IFE, Consejo de la Comunicación, Consejo Ciudadano por la Transparencia e Instituto Mexicano de la Radio. Su recurso para la protección de los derechos políticos electorales del ciudadano logra tesis relevante en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, con el fin de conocer los sueldos de los dirigentes nacionales de los partidos.

Además, ha sido asesor de la Dirección General del Canal Judicial de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y Coordinador General de Comunicación y Proyectos de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos. Es autor del libro ¿Por qué se enredó la elección de 2006, editado por Miguel Ángel Porrúa.

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