Hasta ahora las empresas encuestadoras no han resuelto su desatino en los procesos electorales en México. Cada vez son más los desaciertos que los aciertos. Las supuestas amplias ventajas se convierten en diferencias cerradas o al revés, en amplias ventajas cuando el pronóstico era final de fotografía. Han fallado tanto en comicios nacionales como estatales.
A pesar de que han perdido credibilidad sus cifras, los candidatos y partidos políticos no han dejado de comprarlas, porque les encanta creer que van adelante en la competencia. Queda la impresión de que las encuestadoras hacen su trabajo de acuerdo con lo que quiere ver el cliente. Puede ser que en algunos casos sea de esa manera.
Sin embargo, hay empresas serias que no solo hacen encuestas electorales. Están preocupadas porque viven el mismo problema que la mayoría. Ahora se nota más por la pluralidad y diversidad de medios que dan cuenta de las estimaciones que se hacen cuando se avecinan las elecciones.
El problema es viejo. En 1988 todos decían que Carlos Salinas tenía en la bolsa el triunfo. Su competidor era Cuauhtémoc Cárdenas quien prácticamente no existía para los medios electrónicos. Y a pesar de la arrolladora propaganda del primero, quedó la duda sobre el resultado, sobre todo a raíz de que se le cayó el sistema a Manuel Bartlett, entonces secretario de Gobernación. Por unanimidad las encuestadoras daban la victoria al PRI.
Tampoco las encuestadoras percibieron, por lo menos la mayoría, el éxito de Vicente Fox en el 2000. En el 2006 también la mayoría no anticipó la diferencia raquítica entre Felipe Calderón y Andrés Manuel López Obrador. En el 2012 fallaron en el desplome del panismo.
Sin embargo, no hay que dar por hecho que las empresas actúan con premeditación, alevosía y ventaja. Se da el negocio por la estrategia y ego de partidos y candidatos. Y a estos no les importa mucho el gasto porque al final el dinero sale del erario público.
O sea que el business va a seguir.
Entonces que se les exija más eficiencia a las encuestadoras.
¿Dónde está el quiebre? ¿Cómo corregir la falla?
En primer lugar la sociedad ya no es la misma que hace diez o más años. En la actualidad tiene más fuentes de información y se ha vuelto mucho más desconfiada. La mula no era arisca, dice el dicho. Se le ha mentido en exceso a la gente y los gobiernos no han estado a la altura de sus necesidades.
Por eso, cuando alguien le pregunta a los ciudadanos por sus preferencias, es poco probable que digan la verdad.
Es una situación que obliga a las encuestadoras a modificar sus fórmulas para obtener la información.
¿Qué hacer?
Cambiar o mejorar las preguntas que hacen a la sociedad, cambiar o mejorar la forma de comunicarse con sus encuestados y consultar dos veces a la misma población para registrar contradicciones.
Lo que no puede ni debe continuar es la simulación o la falla en las encuestas. Están a tiempo para corregir métodos para el 2018.
Fallidas encuestas electorales
Typography
- Font Size
- Default
- Reading Mode