¿La peor derrota del abstencionismo?

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El segundo debate electoral puede cambiar el panorama, dar un vuelco en las encuestas o estrechar la distancia entre el primero y segundo lugar. Cerrarse la competencia o cambiar de puntero si quien va adelante decide volver a dejar sin respuesta cuestionamientos que le hacen sus adversarios por planteamientos contradictorios o propuestas irrealizables.

Quien quiera ser presidente de México debe demostrar a sus seguidores y a quienes no lo son que está preparado para gobernar al país, pero no con quimeras. Es oportunidad para exhibir capacidades, razones por las que merece el voto.

Sería un error si solo va al debate, en términos beisboleros,  a ver pasar la pelota que le lanzan, por creer que ya no necesita pegar más hitsni más carreras en la pizarra, confiado en la ventaja que le dan encuestas. Las cifras de encuestas no son votos. El juego terminará una vez que caiga el último out; mientras tanto, existe la posibilidad de la voltereta.

Pecar de exceso de confianza o de soberbia, creer que el arroz ya se coció, tiene su riesgo. Todavía hay muchos mexicanos que están indecisos sobre el sentido de su voto y otro tanto considera la anulación del sufragio al no estar convencido por ninguno de los candidatos.

Resultado del primer debate, al ver sus evasivas, el puntero para nada dejó la impresión de que es el mejor. Cierto que hasta ahora sigue arriba en las encuestas, sin embargo, todavía falta la etapa final, la de votar en las urnas. Además, en procesos recientes, empresas encuestadoras han fallado en sus pronósticos. Nada garantiza que sus cifras se vayan a cumplir el próximo 1 de julio.

Hay tal efervescencia política en la sociedad que es probable que el abstencionismo sufra la peor derrota de su historia. La gente va a salir de sus casas a votar y lo ideal es que lo haga con pleno conocimiento de los competidores.

Quien lleva la delantera, por esa lucha por la presidencia que ya suma dos intentos fallidos, es un hecho que tiene un voto duro a su favor, que le perdona todo. Es un voto, comprobado en el 2006 y 2012, que no le alcanza para ganar.

De ahí la importancia que en el próximo debate, no repita la estrategia del primero. Hay demasiados electores indecisos, registrados en las mismas encuestas, que no han sido convencidos y que pueden darle la voltereta al marcador.

Arturo Zárate Vite

 

 

Es licenciado en periodismo, egresado de la Escuela de Periodismo Carlos Septién García, con mención honorífica. Se ha desempeñado en diversos medios, entre ellos, La Opinión (Poza Rica, Veracruz) Radio Mil, Canal 13, El Nacional, La Afición y el Universal. Más de dos décadas de experiencia, especializado en la información y análisis político. Ejerce el periodismo desde los 16 años de edad.

Premio Nacional de Transparencia otorgado por la Secretaría de la Función Pública, IFE, Consejo de la Comunicación, Consejo Ciudadano por la Transparencia e Instituto Mexicano de la Radio. Su recurso para la protección de los derechos políticos electorales del ciudadano logra tesis relevante en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, con el fin de conocer los sueldos de los dirigentes nacionales de los partidos.

Además, ha sido asesor de la Dirección General del Canal Judicial de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y Coordinador General de Comunicación y Proyectos de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos. Es autor del libro ¿Por qué se enredó la elección de 2006, editado por Miguel Ángel Porrúa.

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