Con el ambiente desfavorable, por las denuncias contra el gobierno del que ha sido parte, por la falta de recursos en las arcas públicas, la inseguridad en prácticamente todo el estado y la derrota de su partido en las elecciones, Flavino Ríos Alvarado aceptó ser gobernador de Veracruz por 49 días. Por supuesto que no es el único en México con una efímera estancia en un cargo de ese nivel, lo que a veces asombra es la disposición de convertirse en capitán del barco, a pesar de saber que la nave se hunde de manera irremediable.
Significa caminar sobre el filo de la navaja, en la cuerda floja, con el riesgo de caer al precipicio por la inercia del desastre que está a la vista o de ahogarse, en esta historia veracruzana, al no recibir a tiempo el salvavidas o de plano que ese flotador sea pinchado o resulte inservible por defecto de fábrica.
Es indispensable ser un equilibrista de primera, tener más vidas que un gato o amigos con el poder necesario para ayudar a resistir la tormenta y sobrevivir, justo antes de que se sumerja la embarcación.
De cualquier manera, en esas condiciones, el poder debe tener un embrujo del que ningún político puede sustraerse, por esa osadía a correr riesgos de tal magnitud, que ponen en riesgo tranquilidad y progreso.
Flavino Ríos Alvarado no es la excepción, nada más que a diferencia de otros, porque lo conozco, se que es de los que van a la segura, prevenidos, cautos, discretos, de los que cargan dos o tres salvavidas, por si les falla el primero. Muy lejos de protagonizar el papel de un suicida o kamikaze.
Doy por hecho que Flavino celebrará sus 66 años de vida el próximo 22 de diciembre en su casa, con su familia. Habrá dejado atrás la tormenta y a la distancia observará lo que hace el panismo para sacar el barco del fondo del mar.
Lo conozco desde lo que fue una de sus primeras responsabilidades públicas, en la ciudad de México. Trabajó en el Senado de la República, cuando los legisladores de esta cámara solo eran 64 y Miguel González Avelar (QEPD) se desempeñaba como líder de la mayoría priísta. Su jefe inmediato era Héctor Lie, coordinador de comunicación.
Lie es en la actualidad el responsable de la comunicación del grupo parlamentario del PRI en el Senado.
Recuerdo que los reporteros que cubrían la fuente senatorial, como Fidel Samaniego (QEPD), Pablo Hiriart, Aurelio Ramos, Francisco Arroyo, entre otros, tenían una relación cordial con Héctor. Bromeaban con el hecho de que el jefe de prensa consintiera que sus colaboradores le llamaran doctor y solo fuera odontólogo de profesión.
En una de esas tertulias estuvo Flavino y en ningún momento se sumó o rió con la broma.
Su personalidad seria, discreta y respetuosa. Logró hacerse Notario Público pero su pasión siempre ha sido la política veracruzana, la que hoy lo tiene en el ojo del huracán, afortunadamente para él, anclado a tierra firme.
En medio de la tempestad consiguió su sueño de ser gobernador, y salvo que ocurra una hecatombe, a partir de diciembre, tendrá tiempo para dedicarse a su notaría.
Flavino y el embrujo del poder
Typography
- Font Size
- Default
- Reading Mode