Por lo que se ha visto hasta ahora, la bicicleta de Xóchitl Gálvez no avanza con la rapidez necesaria para darle alcance a quien le lleva amplia ventaja en la carrera presidencial.
La culpa no la tienen Xóchitl ni su bicicleta. Lo que ha sucedido es que todos aquellos que la empujaron en el arranque, que la animaron a participar en la competencia presidencial cuando ella quería ser jefa de gobierno en la Ciudad de México y provocaron su repunte mediático, se les acabó el gas o de plano se han empezado a convencer de que es imposible nivelar la disputa.
Puede explicarse también por la falta de recursos, porque la política no es gratis, cuesta mucho. Por lo general nadie quiere meter dinero de su bolsa, nada más que la oposición no tiene de otra, salvo que aparezcan mecenas dispuestos a financiar la campaña.
¿Y quién garantizaría a los donantes que Xóchitl va a ganar?
Nadie, ni la misma hidalguense. Sabe que su imagen, su don de gente y accesibilidad, no serían suficientes. Requiere de todo un equipo, estructura humana y material, logística, asesoramiento cotidiano. Como ella misma ha dicho, “hay que chingarle”, todos, para abrir la posibilidad de remontar a Claudia Sheinbaum, quien con el respaldo que trae, no se ve como se le pueda dar alcance en las preferencias electorales.
Xóchitl trata de suavizar la desventaja con el pregón de que “esto apenas empieza” y todavía faltan ocho meses para la elección. No es así. Hay que mirar hacia atrás, experiencias anteriores, para darse cuenta del tamaño del reto.
El actual presidente Andrés Manuel López Obrador (2018) hizo campaña de tres sexenios, tiempo suficiente para visitar cada pueblo del país y lograr por fin llegar a Palacio Nacional. Enrique Peña Nieto (2012) también se adelantó, no solo a sus propios compañeros sino a los adversarios. Cuando Manlio Fabio Beltrones quiso competirle dentro del partido tricolor, ya todo estaba resuelto, la cargada a favor del mexiquense. Y la candidata del partido en el poder (Josefina Vázquez Mota) terminó en tercer lugar.
Felipe Calderón (2006) también se le adelantó a Vicente Fox. Cuando arrancó su delfín Santiago Creel, era tarde. El michoacano ya tenía en la bolsa a los panistas. Conste que Creel se venía desempeñando como secretario de Gobernación, jefe de la política interior.
Sin embargo, Calderón, como nunca fue candidato natural del presidente Fox ni de su esposa Marta, sufrió para ganar la elección presidencial. Según cifras oficiales, por menos de un punto porcentual.
Vicente Fox (2000) hizo lo mismo, fue el primero en salir del arrancadero, desde su trinchera de gobernador en Guanajuato. Hubo protestas en su propio partido. Las ignoró, siguió en su campaña. Ganó la interna y después venció a Francisco Labastida en la elección constitucional.
Claudia Sheinbaum también empezó temprano en el armado de su equipo con miras a la elección presidencial. Es evidente que cuenta con equipo y organización. Además, todos saben que ella tiene el bastón de mando.
Por eso se explica la ventaja de 30 puntos de Claudia sobre Xóchitl, que le dio la encuesta realizada por la empresa Buendía y Márquez.

La Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) aprobó por unanimidad dos ternas, una de mujeres y otra de varones, que estarán a consideración del Senado a fin de que elija una magistrada y un magistrado para que se integren a la sala superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) a partir de noviembre próximo.
En octubre concluyen su período los magistrados Indalfer Infante y José Luis Vargas, por lo que habrá dos vacantes en la sala superior del tribunal electoral.GABRIELA VILLAFUERTE COELLO
Por ley, corresponderá a dicha sala superior calificar la elección presidencial de 2024 y declarar presidente electo al que obtenga más votos.
La sala superior está integrada por cinco magistrados y dos magistradas (siete en total).

Al concluir su etapa dos magistrados, se quedaría momentáneamente con cinco, y necesita sesionar con al menos seis integrantes para hacer las declaraciones de validez de la elección y de presidente electo el próximo año.
De ahí la relevancia de lo que ahora le tocará hacer al Senado. Se requiere de votación calificada para que elija al magistrado y a la magistrada.
Punto crítico si se recuerda que el Senado tiene pendiente el nombramiento de más de 70 servidores públicos, por falta de acuerdo o consenso entre los distintos grupos parlamentarios.
La terna de mujeres está integrada por Gabriela Villafuerte Coello, Marcela Elena Fernández Domínguez y Claudia Valle Aguilasocho. Las dos primeras obtuvieron el mayor número de votos (8) de los ministros y ministras.MARCELA ELENA FERNÁNDEZ DOMÍNGUEZ

Gabriela es abogada egresada de la UNAM y se ha desempeñado como magistrada de sala especializada del tribunal electoral; Marcela Elena es egresada de la Escuela Libre de Derecho y también tiene experiencia como magistrada; y Claudia es maestra en derecho procesal penal, especialista en transparencia y se ha desempeñado como secretaria general de acuerdos de la sala superior del TEPJF.
La terna de los varones la integran: Rubén Jesús Lara Patrón, Francisco Javier Sandoval López e Ismael Armando Maitret Hernández. Los dos primeros recibieron el mayor número de votos (8) de los ministros y ministras.

Rubén Jesús es maestro en derecho por la UNAM y tiene estudios de doctorado por la Universidad Carlos III de Madrid; Francisco Javier se ha desempeñado como magistrado de tribunal colegiado en materia civil; e Ismael Armando fue presidente de sala Regional en la Ciudad de México.

Lo que están haciendo partidos y dirigentes cuando convocan a periodistas no son conferencias de prensa sino mítines políticos.
El líder, candidato o candidata, llega acompañado de su séquito y simpatizantes, que se colocan a su lado y a sus espaldas como una expresión de fortaleza, intolerante y agresiva.
Están listos para abuchear y hasta reírse de preguntas que consideran incómodas, porque creen que, de esa manera, resguardan a su jefe o jefa. Una forma de amedrentar a informadores.
Los periodistas con más experiencia y antigüedad, ni se inmutan ante ese tipo de manifestaciones, hacen sus preguntas sin importar que no sean del agrado del conferencista y acompañantes.
Sin darse cuenta, los aduladores y aduladoras solo exhiben la debilidad de su dirigente, que no está ni preparado ni entrenado para responder toda clase de preguntas.
El colmo es que llegan al extremo de seleccionar previamente a los que van a preguntar. Procuran que la mayoría represente a empresas mediáticas afines y, agregan uno o dos periodistas de medios críticos, que acallarán si consideran sus planteamientos agresivos.
A ningún político o política le agradan las preguntas incómodas. Ven hasta como enemigos a periodistas que las hacen. Olvidan que responden a una línea editorial, de la empresa que les pega su salario. Muchas veces las preguntas están más que justificadas porque buscan se aclaren imputaciones e irregularidades en el servicio público o casos de corrupción.
Quienes ahora aspiran a gobernar México, un estado, municipio, ser diputado o senador, en nada les beneficia tratar de ocultar debilidades con acciones que atentan contra la transparencia y el derecho a la información. Si creen que protegidos con aplaudidores y porristas va a ganar imagen o sumar votos, se equivocan. Todo lo contrario. La sociedad toma nota de los temas que eluden.
Cada vez son menos los políticos y políticas que tienen la formación para llevar a cabo una verdadera conferencia de prensa, responder a todas y cada una de las preguntas que les hagan.
Tampoco se trata que respondan cualquier ocurrencia, porque luego resulta, como admitió una de las candidatas que aspira a la presidencia, la riegan o pendejean, quedan peor.
Si bien un político o política es imposible que domine todos los temas, el entrenamiento de medios (“media training”) le puede ser de gran ayuda para comunicarse con periodistas.
Excluir a los que no le agradan al jefe o jefa, incluir en la lista para preguntar nada más a los amistosos, reducir el número de preguntas o de plano evitar la realización de conferencias de prensa, revelan el límite y la estatura de quienes aspiran a ocupar un cargo público.
En cambio, aquel o aquella que responda todas las preguntas, sean cómodas o incómodas; acepte la participación de la mayoría o la totalidad de quienes quieran cuestionarlo o cuestionarla; demuestre en los hechos y dichos ser partidario de la transparencia y hago efectivo el derecho a la información de la sociedad, sin duda ganará puntos para la elección que viene.
Según redes sociales e instituciones académicas, conferencia de prensa es: reunión de periodistas frente a una figura pública o figuras públicas que han convocado para hacer declaraciones, estableciendo de antemano si aceptaran o no preguntas.

Por fin y para acabar con cualquier clase de especulación Luis Donaldo Colosio Riojas, hijo de Luis Donaldo Colosio Murrieta, candidato presidencial asesinado en 1994, se descartó para competir el próximo año.
A pesar de las encuestas de medios de comunicación que lo colocaron entre los primeros lugares, sin invertir un solo centavo en su promoción, de las encuestas de su partido Movimiento Ciudadano donde aparece en primer lugar y de los deseos de su líder Dante Delgado, no quiere participar en 2024.
Tienes sus razones, muy válidas, las enumeró, sin entrar en detalles de lo que ha sido la catapulta para su crecimiento político. Es innegable que obedece a que es hijo del malogrado candidato sonorense, porque su padre dejó una historia que caló hondo en el ánimo de la sociedad. Imborrable.
Nadie ha olvidado ni olvidará el suceso trágico, ahí están los videos de Lomas Taurinas, los documentales, las películas, el autor material del asesinato en la cárcel, el autor intelectual inexistente, las diversas investigaciones periodísticas y judiciales, los discursos del mismo Colosio, la cultura del esfuerzo y ver un pueblo con sed de justicia, para recordarlo.
Lo sucedido al padre explica la fama del hijo. La gente es sensible y solidaria en este tipo de casos, no es para menos.
Cuando mataron a su padre era un niño y niño cuando su madre fue víctima de cáncer. Huérfanos él y su hermana desde la infancia. No les faltó el cariño de la familia, tampoco el financiamiento y manutención del empresario Ricardo Canavati Tafich.
Una vez adulto, Colosio se ocupó en recabar información sobre su padre, sobre su madre. Averiguar quiénes fueron realmente los amigos e identificar quiénes se colgaron de la tragedia para satisfacer intereses personales. No es casual ni gratuito el rechazo al partido en el que militó su progenitor.
Hasta ahora su popularidad se la debe a su padre.
Es cierto que no es improvisado, tiene formación académica, ha construido su trayectoria y entorno, nada más que de no ser por su nombre y apellidos, no hubiera llegado a ser diputado local ni alcalde de Monterrey, una de las ciudades más importantes del país.
Lo sabe. Lo que tiene y ha logrado no sería suficiente para aspirar a ser candidato a la presidencia de la República. Le falta experiencia y equipo humano, encontrar a quienes realmente serían útiles para emprender una misión de ese tamaño. Descubrir quienes están a su lado por vocación de servicio y no solo para tratar de enriquecerse en la política.
El tiempo dirá si consigue el sueño de su padre, ser presidente de México.
Por ahora, está justificado que decline competir para 2024, es muy joven y le falta experiencia administrativa. También ha dicho que no quiere ser factor que divida a la oposición.
De sus justificantes, para hacerse a un lado de la competencia del próximo año, el que más peso tiene es la responsabilidad de padre, la responsabilidad con sus hijos. El convivió pocos años con sus papás. Su padre más interesado en ser candidato presidencial y su madre atrapada por el cáncer que acabó con su vida.
Luis Donaldo quiere que los hijos crezcan a su lado, quiere disfrutarlos, guiarlos. Para él la familia es primero. El mejor argumento para descartarse de la sucesión presidencial.

En política nacional se puede hablar de tres fenómenos electorales en años recientes; casos de personajes que remontaron adversidades y campañas en contra para competir por la presidencia de México.
1.- Cuauhtémoc Cárdenas perdió oficialmente en 1988. Hubo dudas sobre el resultado final. Fue un proceso donde la campaña del ingeniero, candidato del llamado Frente Democrático Nacional, no existió para la mayoría de los medios.
Jacobo Zabludovsky, en su programa de noticias en la televisión comercial, entrevistó a dos hermanos de Cuauhtémoc que se concretaron a criticar a su pariente, nada más.
A pesar de la escasa presencia mediática, el ingeniero Cárdenas, hijo del general Lázaro Cárdenas quien nacionalizó la industria petrolera, dio gran susto al abanderado oficial, tanto que calló o se le cayó el sistema a la Comisión Federal Electoral que presidía Manuel Bartlett, encargada de la organización de las elecciones, justo cuando crecía la captación de votos a favor del opositor.
Dicha comisión se vio obligada por los partidos a difundir la noche de la elección el comunicado que decía que todavía no estaba en condiciones de dar a conocer resultados. Comunicado minimizado mediáticamente. Lo que tuvo gran despliegue informativo fue la conferencia de prensa del PRI que anunció el triunfo de su candidato.
Cárdenas fue fenómeno electoral porque obtuvo votos a pesar de que no existió su campaña para los medios.
2.- Vicente Fox, como gobernador de Guanajuato, adelantó que buscaría la candidatura presidencial, mucho antes de que el panismo lanzara la convocatoria para registro de aspirantes. Arrasó en la elección interna de su partido y ganó la elección constitucional en 2000.
Su estilo ranchero, lenguaje directo como “hoy, hoy, hoy” para evitar posponer acciones de campaña, su compromiso para acabar con las alimañas, víboras prietas y tepocatas y presumir que sería capaz de resolver el conflicto de Chiapas en 15 minutos, ayudaron a construir una imagen que permitió, después de más de 70 años, quitarle el poder presidencial al partido tricolor.
Fue fenómeno, porque venció al “invencible”.
3.- Andrés Manuel López Obrador hizo campaña 18 años en búsqueda de la presidencia de la República. En dos ocasiones no logró el resultado esperado. La tercera fue la vencida. Arrolló en el proceso electoral de 2018. Su popularidad, su lema primero los pobres y compromisos de candidato para bajar precios de combustibles y acabar la corrupción, le dieron 30 millones de votos. Desapareció de la escena política a sus adversarios. Basó la difusión de su campaña en redes sociales que llamó “benditas”
Fue fenómeno electoral porque su perfil no solo hizo ganar a Morena la presidencia de la República sino también la mayoría calificada en el poder legislativo, en la Cámara de Diputados y en el Senado.
Independientemente del estilo de cada uno de estos tres personajes, la congruencia y credibilidad contribuyeron a que se convirtieran en fenómenos electorales.
La sociedad ha aprendido a valorar a los o las aspirantes, aunque no aparezcan en los medios, como sucedió en el caso de Cárdenas.
Tienen peso significativo la autoridad moral, trayectoria, el discurso, la empatía y conectar con la gente.
Al final, el resultado es lo que revela si alguna o alguno alcanzó el nivel de fenómeno electoral.

El Dante de esta historia no es el poeta y escritor Dante Alighieri, autor de la Divina Comedia, una de las obras maestras de la literatura mundial, activista político y defensor de la unidad italiana quien murió en el exilio, sino el veracruzano Dante Delgado Rannauro, convertido en el fiel de la balanza de la elección presidencial de 2024.
Lo que haga o deje de hacer con su partido Movimiento Ciudadano marcará diferencia, favorecerá a una de las alianzas y perjudicará a la otra o sería el único ganador.
No es novato en la política nacional. El 23 de diciembre cumplirá 73 años de edad. Historial salpicado de triunfos y fracasos, aciertos y desaciertos, de momentos felices como cuando fue gobernador interino de Veracruz o amargos al pisar la cárcel, acusado por desvío de recursos, aunque también existe la versión de que su encierro fue producto de las diferencias que tuvo con el presidente Ernesto Zedillo.
Impetuoso, sobrado y rudo opositor. Beneficiado y resentido del priísmo. En sus buenos tiempos con el tricolor, también fue procurador agrario, representante permanente ante la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y embajador de México en Italia, país donde seguramente conoció más del poeta y escritor Dante Alighieri.
Fundó el partido Convergencia en 1997 y en 2011 lo transformó en Movimiento Ciudadano.
Actual senador y líder de su partido.
En 2006 y 2012 se la jugó con Andrés Manuel López Obrador y perdió. En 2018 creyó que lo mejor era el PAN con Ricardo Anaya y también perdió.
Le gusta la poesía, no tanto como a Dante Alighieri. En la fachada de la sede nacional de su partido se puede leer la frase “la política es la prosa que la poesía necesita”. No es suya. Queda claro que ama la política, nada más que a su manera, con sus propias reglas e intereses.
Para el 2024 pareciera que deshoja la margarita y que no ha decidido con quien se la va a jugar.
A través de cartas abiertas, ha sido rudo en sus críticas contra el inquilino de Palacio Nacional. Ninguna ha recibido respuesta, al menos pública, ni por escrito ni en la conferencia mañanera.
La posición asumida en los pasados comicios de Coahuila y el Estado de México no dejó duda con quien está su corazón. El frente opositor no lo quiere aceptar y prefiere conservar la esperanza de que tarde o temprano va a sumarse.
No fue casual que se autoexcluyera de la competencia en Edomex, a pesar de que tenía al senador Juan Zepeda con reconocida presencia estatal. Tampoco que repita y repita que con el PRI ni a la esquina y mucho menos que sostenga que Movimiento Ciudadano participará solo en 2024.
No le quita el sueño tener opiniones encontradas con su compañero de partido y gobernador de Jalisco Enrique Alfaro.
Cacarea que Movimiento Ciudadano puede solo, no con aliados desacreditados, ganar la elección presidencial.
Más vale que no lo subestimen, porque si Luis Donaldo Colosio Riojas, quien ha aparecido en las encuestas en los primeros lugares sin gastar un solo peso en promoción, decide finalmente aceptar la candidatura naranja, podría dar el campanazo el próximo año.
El veracruzano Dante no es Alighieri, tampoco poeta ni escritor. Es un tipo curtido en la política nacional, que suspira por poner en su honda el apellido Colosio (en vez de piedra como lo hizo David) para tirárselo a Goliat (representado por las alianzas opositora y morenista) y derrotarlo.

Se avecina una prueba de fuego en materia electoral para la Suprema Corte de Justicia de la Nación y el Senado, relacionada con la calificación de la elección presidencial de 2024.
El 31 de octubre de este año los magistrados José Luis Vargas Valdez e Indalfer Infante Gonzáles concluyen su etapa como integrantes de la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de Federación (TEPJF), por lo que la Corte, en las próximas semanas, deberá proponer las ternas para que el Senado, en su periodo ordinario que arranca en septiembre, con el voto de las dos terceras partes de los asistentes a la sesión plenaria, elija a los dos sustitutos.
La Corte deberá presentar propuestas impecables y el Senado alcanzar la mayoría calificada para aprobarlos o aprobarlas.
Asunto crucial para la calificación de la elección presidencial del próximo año. Hay que ver lo que dicen los artículos 99 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y el 167 de la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación.
El artículo 167 señala:
“Para hacer la declaración de validez y de presidenta o presidente de los Estados Unidos Mexicanos, o para declarar la nulidad de la elección, la Sala Superior deberá sesionar con la presencia de por lo menos seis de sus integrantes”.
Con la salida de Vargas e Infante, la sala se quedaría con tres magistrados y dos magistradas (cinco), uno menos de lo que pide la ley.
De no ponerse de acuerdo los senadores, que hasta la fecha tienen pendiente más de 70 nombramientos y ratificaciones de servidores públicos, la misma ley ofrece una alternativa para estos casos: “la ausencia será suplida por el magistrado o la magistrada de Sala Regional con mayor antigüedad, o, en su caso, de mayor edad”.
¿Se escogería al de mayor edad o al de mayor antigüedad? Si bien dominan el tema electoral, serían emergentes, estaría claro que el poder legislativo nunca los seleccionó para estar en la Sala Superior.
En términos de ley estaría resuelto el problema de las vacantes, nada más que por lo competida que puede ser la elección presidencial, el tema sería controvertido, podría generar suspicacias y motivos en alguno de los partidos competidores para cuestionar la calificación.
El artículo 99 de la Constitución señala:
“La Sala Superior realizará el cómputo final de la elección de Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, una vez resueltas las impugnaciones que se hubieren interpuesto sobre la misma, procediendo a formular, en su caso, la declaración de validez de la elección y la de Presidente Electo respecto del candidato que hubiese obtenido el mayor número de votos”.
Por paridad de género, la Corte tendría que decidir si manda al Senado dos ternas de mujeres o una de hombres y otra de mujeres. En el primer caso, si fueran electas, el tribunal quedaría conformado de 4 mujeres y tres hombres. En el segundo caso los hombres seguirían siendo mayoría.
En los siguientes días la Corte deberá publicar su convocatoria para integrar las ternas, asegurarse de seleccionar a los más capaces, probos, especialistas en materia electoral y garantía de imparcialidad, para evitar que pudieran ser impugnados en el Senado, sobre todo ahora que no andan en su mejor momento las relaciones entre los poderes.
Además, en la actual legislatura, los senadores no se han caracterizado por ponerse de acuerdo para conseguir mayoría calificada y votar decenas de nombramientos pendientes.
La ley es muy clara, la Sala Superior del tribunal electoral requiere el voto de seis magistrados para calificar la elección presidencial y declarar presidente electo a quien resulte ganador.

Se avecina una prueba de fuego en materia electoral para la Suprema Corte de Justicia de la Nación y el Senado, relacionada con la calificación de la elección presidencial de 2024.
El 31 de octubre de este año los magistrados José Luis Vargas Valdez e Indalfer Infante González concluyen su etapa como integrantes de la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de Federación (TEPJF), por lo que la Corte, en las próximas semanas, deberá proponer las ternas para que el Senado, en su periodo ordinario que arranca en septiembre, con el voto de las dos terceras partes de los asistentes a la sesión plenaria, elija a los dos sustitutos.
La Corte deberá presentar propuestas impecables y el Senado alcanzar la mayoría calificada para aprobarlos o aprobarlas.
Asunto crucial para la calificación de la elección presidencial del próximo año. Hay que ver lo que dicen los artículos 99 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y el 167 de la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación.
El artículo 167 señala:
“Para hacer la declaración de validez y de presidenta o presidente de los Estados Unidos Mexicanos, o para declarar la nulidad de la elección, la Sala Superior deberá sesionar con la presencia de por lo menos seis de sus integrantes”.
Con la salida de Vargas e Infante, la sala se quedaría con tres magistrados y dos magistradas (cinco), uno menos de lo que pide la ley.
De no ponerse de acuerdo los senadores, que hasta la fecha tienen pendiente más de 70 nombramientos y ratificaciones de servidores públicos, la misma ley ofrece una alternativa para estos casos: “la ausencia será suplida por el magistrado o la magistrada de Sala Regional con mayor antigüedad, o, en su caso, de mayor edad”.
¿Asunto resuelto?
Sí, en términos de ley, nada más que por lo competida que puede ser la elección presidencial, el tema sería controvertido.
El artículo 99 de la Constitución señala:
“La Sala Superior realizará el cómputo final de la elección de Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, una vez resueltas las impugnaciones que se hubieren interpuesto sobre la misma, procediendo a formular, en su caso, la declaración de validez de la elección y la de Presidente Electo respecto del candidato que hubiese obtenido el mayor número de votos”.
Por paridad de género, la Corte tendría que decidir si manda al Senado dos ternas de mujeres o una de hombres y otra de mujeres. En el primer caso, si fueran electas, el tribunal quedaría conformado de 4 mujeres y tres hombres. En el segundo caso los hombres seguirían siendo mayoría.
En los siguientes días la Corte deberá publicar su convocatoria para integrar las ternas, asegurarse de seleccionar a los más capaces, probos, especialistas en materia electoral y garantía de imparcialidad, para evitar que pudieran ser cuestionados en el Senado.
Los senadores que no se han significado por ponerse de acuerdo para conseguir mayoría calificada y votar nombramientos pendientes, deberán buscarla en el procedimiento de elección de dos magistrados o magistradas de la sala superior del TEPJF.
Es muy clara la ley, el tribunal electoral requiere el voto de seis magistrados para calificar la elección presidencial.

En estos tiempos a la gente ya no se le puede engañar. Conoce a los aspirantes de los distintos partidos. Sabe sus historias, sus debilidades y fortalezas. Tiene registrado el resultado de los gobiernos. Identifica a los dirigentes por sus dichos y obras.
Ni olvida y mucho menos perdona. Pareciera que a veces se borran de su mente algunos episodios. Puede ser, por el paso del tiempo y si los personajes involucrados desaparecen de la escena. No es el caso cuando los sucesos son recientes y menos si los actores siguen activos.
En el supuesto de que fallara la memoria, ahí están los partidos y los mismos actores políticos para recordarse entre ellos sus locuras, escándalos, acusaciones de corrupción, desvío de recursos públicos, enriquecimientos inexplicables y lo que pueda ser considerado como mancha en el expediente. Es lo que se llama “guerra sucia”, porque no importa que sea cierto o falso. El objetivo es tiznar, desacreditar al adversario, con lo que sea.
Se acentúa la “guerra sucia” cuando está de por medio o en disputa el poder presidencial. Se dan con todo. Por supuesto que el proceso de 2024 no sería la excepción.
El bloque opositor da la impresión de haber encontrado una aspirante (Xóchitl Gálvez) a prueba de ácido, con caparazón de tortuga o armadillo para resistir la ola de ataques, con pasado indígena, empática, amigable, coloquial en su lenguaje e ingeniera de profesión. Sin militancia partidista, aunque identificada con el color azul, en la política y en el deporte.
La critican por sus patrocinadores. La falta de congruencia, por sus antecedentes izquierdistas y ahora estar al servicio del bando contrario. En política, como diría alguna vez el extinto afamado profesor y próspero empresario Carlos Hank González: “un político pobre, es un pobre político”.
Si el político es pobre, no le queda más remedio que buscar financiamiento o aceptar el apoyo de los mecenas de la política, indispensable para aspirar a un cargo público, del nivel que sea.
También está en la competencia otra indígena (Beatriz Paredes) con amplia experiencia de gobierno. Su inteligencia es reconocida por propios y extraños. Respetada por adversarios. Nunca ha sido ostentosa. Tampoco se sabe que se haya enriquecido. Presume que “no tiene cola que le pisen”. Milita en el partido tricolor y no lo niega.
En el caso de México, para llegar a las alturas, se requiere la postulación de los partidos políticos. Por la vía independiente, como están las reglas electorales, el fracaso es seguro. Jaime Rodríguez “El Bronco”, en 2018, quedó muy lejos de los primeros lugares.
Así que las dos necesitan de la alianza PRI, PAN y PRD. Ambas tienen buena imagen. No se puede decir lo mismo de sus aliados, en particular del dirigente priísta Alejandro Moreno Cárdenas. Fue sometido a un desgaste desde Campeche, su estado natal, que por poco lo lleva a los tribunales, acusado de enriquecimiento ilícito. Exhibieron con grabaciones sus debilidades y los detractores no dudarán en volverlas a utilizar.
La imagen de “Alito”, aunque no lo digan, les perjudica. Es el dirigente incómodo. Y lo peor para ellas es que Alejandro no tiene planes de renunciar. Está en chino que la gente perdone u olvide lo hecho por su aliado.

Al menos en las encuestas, la competencia por la candidatura de Morena a la presidencia se ha centrado en Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard. Nada extraño ni sorpresivo porque desde el arranque de la carrera, los dos tomaron la delantera sobre los otros aspirantes. Sigue la ventaja. En la recta final se ve difícil que puedan ser alcanzados.
Nada más que las encuestas valederas para la nominación del candidato o candidatas serán las que patrocine el partido Morena, no las de los medios ni empresas interesadas. De cualquier manera, son una referencia. Ya se verá si terminan por coincidir con las oficiales.
Los dos tienen bien puesta la camiseta guinda. Quien pierda no va a buscar otro partido, Claudia para nada ha considerado esa posibilidad, está casada con el proyecto de la 4T. Marcelo, por estrategia, ha soltado la versión de que no tolerará una chicaneada.
Ambos saben que se respetará el resultado de las encuestas, porque de lo contrario se pondría en riesgo el triunfo el próximo año.
Si Claudia perdiera el proceso interno, para el 2024 tendría la opción de coordinar la bancada de su partido en el Senado. Lo mismo si el derrotado es Marcelo. Ninguno planea incorporarse al gabinete y quedar bajo las órdenes del titular del Ejecutivo, en el supuesto de que su partido sea el ganador de la elección presidencial. Preferirían el trabajo legislativo.
La advertencia de Marcelo va en ese sentido, asegurarse que compita por la continuidad el mejor posicionado en el ánimo de la sociedad, quien de verdad gane las encuestas.
Por lo que ha dicho y escrito, Marcelo no va a traicionar al Movimiento de Regeneración Nacional. Tampoco acabará su carrera política si las encuestas no le favorecen.
La persecución que sufrió en el sexenio anterior, cuando con toda su familia tuvo que irse a vivir a Francia, descartó la posibilidad de atender los llamados del bloque opositor. La oposición se convenció de que era inútil ofrecerle la candidatura y por eso empezó a buscar otra alternativa.
Tampoco Marcelo ha considerado la opción de Movimiento Ciudadano. Tiene la amistad y el reconocimiento de Dante Delgado, nada más que jamás ganaría la presidencia con las siglas MC, porque carece de estructura nacional y la más reciente prueba de ello fue su desistimiento para participar en los procesos del estado de México y Coahuila.
Nadie pone en duda las cualidades políticas de Ebrard. Ha sido y es uno de los mejores cuadros del actual grupo en el poder. Funcionó en la administración como el comodín en el juego de cartas. Todo lo que le encargó el presidente, supo hacerlo, aunque no fuera del ámbito diplomático. Fue más que un secretario de Relaciones Exteriores.
Marcelo Ebrard cuenta con un equipo que lo ha seguido y sigue en sus proyectos, gente que no dudó en anticipar sus renuncias y ponerse a trabajar por la candidatura presidencial.
Por ese perfil y su grupo, de no ser el candidato, tendría mayor desarrollo en el poder legislativo que en el gabinete.
Claudia es la favorita. El detalle es que, en política, nada es hasta que es. En la historia nacional, más de uno ha visto desvanecer sus aspiraciones en el último momento. Parece cantada su nominación. Solo le falta que las encuestas de su partido la den como ganadora.

El sistema de justicia no debe ser utilizado para agredir a periodistas, dijo Arturo Zárate Vite al intervenir en el Conversatorio “Participación Ciudadana para la Transformación del Poder Judicial”, organizado por la Junta de Coordinación Política de la Cámara de Diputados.
Lamentó que a la ola de agresiones que sufren periodistas y que han convertido a nuestro país en uno de los más riesgosos para ejercer la profesión, ahora se sume la acción de quienes pretenden sorprender a instancias judiciales para cobrar venganzas.
Relató el caso en el que ha sido víctima de la actuación irregular de juzgadores, proceso que ya tiene más de 10 años y que está siendo revisado en la primera sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN).
Con detalle precisó ante legisladores que nunca fue citado por el Ministerio Público para responder a las imputaciones que le hacían, detenido y llevado al reclusorio de máxima seguridad de El Altiplano como si fuera delincuente peligroso, torturado en el penal y su situación jurídica no se resolvió en las 72 horas que establece el artículo 19 de la Constitución.
Además, recordó que después de haber obtenido dos resoluciones de inocencia y cuando el proceso ya estaba cerrado porque la contraparte nunca apeló en el tiempo establecido por la ley, el Séptimo Tribunal Colegiado en Materia Penal con sede en la Ciudad de México, decidió reabrirlo, sin respetar el principio de definitividad.
La cuarta edición del Conversatorio, que se llevó a cabo en el recinto parlamentario de San Lázaro, fue moderada por el diputado Hamlet García Almaguer y encabezada por Ignacio Mier, presidente de la Junta de Coordinación Política.
En ese marco el periodista Zárate Vite describió excesos de juzgadores en lo que llamó intestinos del poder judicial.
Destacó que es un clamor del pueblo mejorar la impartición de justicia en México.
También en ese mismo sentido se pronunciaron el juez Antonio Cortés Mayorga, del Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad de México, y los doctores en Derecho Hugo Concha Cantú y Javier Hurtado González.
Con la aclaración de que no hablaba en calidad de abogado general de la UNAM, Concha Cantú estuvo de acuerdo en que debe revisarse el procedimiento para elegir a ministros.
Javier Hurtado sostuvo que sí es posible elegir con voto popular a los integrantes de la Suprema Corte y que es un mito que se afecte su profesionalismo e imparcialidad.
Antonio Cortés Mayorga, quien intervino vía zoom, consideró que se requiere reforzar la transparencia y rendición de cuentas.
Por su parte, el diputado Ignacio Mier informó que las conclusiones se entregarán a ministros de la Corte en próximo Conversatorio.

Arturo Zárate Vite

 

 

Es licenciado en periodismo, egresado de la Escuela de Periodismo Carlos Septién García, con mención honorífica. Se ha desempeñado en diversos medios, entre ellos, La Opinión (Poza Rica, Veracruz) Radio Mil, Canal 13, El Nacional, La Afición y el Universal. Más de dos décadas de experiencia, especializado en la información y análisis político. Ejerce el periodismo desde los 16 años de edad.

Premio Nacional de Transparencia otorgado por la Secretaría de la Función Pública, IFE, Consejo de la Comunicación, Consejo Ciudadano por la Transparencia e Instituto Mexicano de la Radio. Su recurso para la protección de los derechos políticos electorales del ciudadano logra tesis relevante en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, con el fin de conocer los sueldos de los dirigentes nacionales de los partidos.

Además, ha sido asesor de la Dirección General del Canal Judicial de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y Coordinador General de Comunicación y Proyectos de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos. Es autor del libro ¿Por qué se enredó la elección de 2006, editado por Miguel Ángel Porrúa.

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