Por lo que se ha visto hasta ahora, la bicicleta de Xóchitl Gálvez no avanza con la rapidez necesaria para darle alcance a quien le lleva amplia ventaja en la carrera presidencial.
La culpa no la tienen Xóchitl ni su bicicleta. Lo que ha sucedido es que todos aquellos que la empujaron en el arranque, que la animaron a participar en la competencia presidencial cuando ella quería ser jefa de gobierno en la Ciudad de México y provocaron su repunte mediático, se les acabó el gas o de plano se han empezado a convencer de que es imposible nivelar la disputa.
Puede explicarse también por la falta de recursos, porque la política no es gratis, cuesta mucho. Por lo general nadie quiere meter dinero de su bolsa, nada más que la oposición no tiene de otra, salvo que aparezcan mecenas dispuestos a financiar la campaña.
¿Y quién garantizaría a los donantes que Xóchitl va a ganar?
Nadie, ni la misma hidalguense. Sabe que su imagen, su don de gente y accesibilidad, no serían suficientes. Requiere de todo un equipo, estructura humana y material, logística, asesoramiento cotidiano. Como ella misma ha dicho, “hay que chingarle”, todos, para abrir la posibilidad de remontar a Claudia Sheinbaum, quien con el respaldo que trae, no se ve como se le pueda dar alcance en las preferencias electorales.
Xóchitl trata de suavizar la desventaja con el pregón de que “esto apenas empieza” y todavía faltan ocho meses para la elección. No es así. Hay que mirar hacia atrás, experiencias anteriores, para darse cuenta del tamaño del reto.
El actual presidente Andrés Manuel López Obrador (2018) hizo campaña de tres sexenios, tiempo suficiente para visitar cada pueblo del país y lograr por fin llegar a Palacio Nacional. Enrique Peña Nieto (2012) también se adelantó, no solo a sus propios compañeros sino a los adversarios. Cuando Manlio Fabio Beltrones quiso competirle dentro del partido tricolor, ya todo estaba resuelto, la cargada a favor del mexiquense. Y la candidata del partido en el poder (Josefina Vázquez Mota) terminó en tercer lugar.
Felipe Calderón (2006) también se le adelantó a Vicente Fox. Cuando arrancó su delfín Santiago Creel, era tarde. El michoacano ya tenía en la bolsa a los panistas. Conste que Creel se venía desempeñando como secretario de Gobernación, jefe de la política interior.
Sin embargo, Calderón, como nunca fue candidato natural del presidente Fox ni de su esposa Marta, sufrió para ganar la elección presidencial. Según cifras oficiales, por menos de un punto porcentual.
Vicente Fox (2000) hizo lo mismo, fue el primero en salir del arrancadero, desde su trinchera de gobernador en Guanajuato. Hubo protestas en su propio partido. Las ignoró, siguió en su campaña. Ganó la interna y después venció a Francisco Labastida en la elección constitucional.
Claudia Sheinbaum también empezó temprano en el armado de su equipo con miras a la elección presidencial. Es evidente que cuenta con equipo y organización. Además, todos saben que ella tiene el bastón de mando.
Por eso se explica la ventaja de 30 puntos de Claudia sobre Xóchitl, que le dio la encuesta realizada por la empresa Buendía y Márquez.
¿Va atrás Xóchitl?
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