Los dos marcados por la muerte: cáncer. Uno periodista; la otra, una mujer dedicada al canto religioso. Ninguno se rindió. Conocí a los dos; Ricardo estaba desahuciado y dio la batalla con la medicina alternativa; Tony, madre orgullosa de sus hijos, luchó por su vida con el financiamiento de la seguridad social. Ambos me maravillaron, se ganaron mi admiración, no por su enfermedad ni por lo que hacían para tratar de vencerla, sino por su calidad humana, por su voluntad, su ánimo, su permanente jovialidad que atrapaba. Después de verlos y platicar con ellos, una pregunta me seguía por varias horas: ¿Y yo de que me quejo?
Salvo las pausas médicas y hospitalarias, vivían con la normalidad de cualquier mortal, emprendedores, con tareas cotidianas y planes familiares.
Ricardo Andonaegui se comportó como periodista hasta el último suspiro, apenas tenía un entrevistable enfrente y soltaba la preguntas en busca de la nota. Tony Beltrán nunca dejó el canto religioso, su voz transmitía paz.
Fui a la fiesta de cumpleaños de los dos y los dos anfitriones de primera, pendientes de que nada faltara a sus invitados. Sonrientes, cordiales, amigables, como si nada pasara o consumiera sus cuerpos. Ricardo tenía motivos sobrados para estar orgulloso de su pareja y chef de lujo. Monique le preparó en casa para la cena Chiles en nogada. Todavía saboreo el primero compartido con Ricardo y servido por la experta en cocina. La gourmet también es periodista.
A Tony sus hijos le organizaron la reunión en un restaurante del sur de la ciudad de México. Irradiaba felicidad. Ella seleccionó el lugar. Por su entendida situación presupuestal, cada uno de los invitados hizo la aportación requerida para la especial celebración.
Instantes de vida que se quedan para siempre en la memoria. Los dos ya se han ido, primero Ricardo, después Tony. Con los dos pude conversar y reír. No los acompañé a su incineración porque siempre he preferido quedarme con las imágenes de vida y orar por ellos.
Fui a la misa de Ricardo y hoy estuve en la de Tony.
Mi admiración para los dos es a perpetuidad.
Calidad humana admirable
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