Para evitar seguirse extinguiendo, la mejor opción que tiene el Partido de la Revolución Democrática para la dirigencia es el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano.
Marcelo Ebrard ya perdió la oportunidad, la dejó escapar en el proceso electoral del 2012 cuando prefirió que fuera Andrés Manuel López Obrador quien competiera de nuevo por la presidencia de la República.
Esa era la de Ebrard, con la inercia de haber sido jefe de gobierno en el Distrito Federal y saldo favorable en imagen.
Se prestó al juego de las encuestas con resultados parciales y nada confiables, como hemos visto. Resultó que tenía más aceptación el tabasqueño y se la creyó. Seguro que nunca imaginó que López Obrador, después de su fracaso en las pasadas elecciones, abandonaría el barco amarillo.
Lo utilizaron y tarde se dio cuenta, ahora supone que puede lograr la presidencia de su partido. Aspiración sin soporte porque no tiene arraigo ni identificación con la militancia.
Obrador resultó mucho más listo que Ebrard, exprimió al PRD y una vez que se dio cuenta que ya no le servía, lo desechó para formar su propia organización y empezar a construir su candidatura presidencial para el 2018.
Ebrard ya ni siquiera puede voltear al PRI, al que originalmente perteneció, y tampoco puede mirar hacia el PAN. En ninguna de estas dos fuerzas tendría cabida para posiciones importantes. En Morena, haría otra vez el papel de segundo, después de AMLO. Quizás pudiera pensar en el Frente Humanista o Encuentro Social, que buscan su registro como partido. También le quedan Movimiento Ciudadano y el PT, pero tendría que invertir recursos de su bolsa para promover cualquier campaña en estas fuerzas.
Carlos Navarrete tiene trayectoria como perredista, es conocido y respetado; nada más que sin el imán ni arrastre que requiere el PRD para unificar a las corrientes o tribus. Cuenta con el apoyo de los Chuchos, Jesús Zambrano y Jesús Ortega, quienes internamente lo pueden llevar a la dirigencia, el problema es que hacia fuera el reto sería mayor para recuperar terreno y en desventaja para competir con el liderazgo de López Obrador.
El ex legislador Carlos Sotelo tampoco es el personaje que está esperando el perredismo. Es un político con más desarrollo local que nacional. Ha cumplido en las tareas asignadas.
La figura que tiene el perfil unificador es Cárdenas, con imagen interna y externa para reposicionar a su partido. Incontables son quienes desde hace muchos años han deseado y le han dicho al ingeniero que vuelva a tomar las riendas de la organización perredista.
Gente que se ha ido con Morena o AMLO considerarían muy seriamente regresar al PRD si Cuauhtémoc llega a la dirigencia. Ese es el peso del michoacano y es la opción que puede rescatar al perredismo.
Lo que le critican al ingeniero es su edad, porque ya está por cumplir los 80 años y que carecería de la fuerza física para recorrer el país. En la campaña como candidato a la presidencia de la República en 1988 lo recorrió en autobús; en el 2014, el servicio aéreo va a todas partes y la comunicación por redes es inmediata.
Por eso, la disyuntiva del PRD es seleccionar al que más le conviene al partido para crecer hacia fuera o al que más se acomoda a sus intereses internos sin importar costos en próximas elecciones.
Cárdenas le hace falta al PRD
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