Con el título Kafka en traje de baño era inevitable ir a la presentación del libro, llueva o truene. Y empezó a llover. En el trayecto se convirtió en diluvio. Calles y banquetas inundadas.
¿Y ahora? ¿Cómo llego al evento?
Transporte acuático no tengo.
Pensé en el traje de baño, nada más que esta prenda ya la tenía puesta Kafka en la portada del libro.
Lo mejor fue esperar bajo techo del estacionamiento a que pasara la tempestad,
ver a los demás mojarse, correr sin escapatoria del baño gratuito, trajes, faldas, pantalones y zapatos empapados. Noche kafkiana. Los peatones obligados a caminar a toda prisa por el carril del metrobús para esquivar el encharcamiento. El agua en vez de irse por la coladera exigía su ingreso a uno de los table dance que está en la avenida Insurgentes; el personal de seguridad le cerraba el paso con improvisado muro de madera. Dos valet parking, uno con paraguas y otro con tubo o varilla, en operación destapa atarjea. Par de bailarinas dando saltos de ballet para entrar a su centro de trabajo. Por fin perdió fuerza la lluvia. Seguí hacia la Pulquería Insurgentes, foro de arte y consumo etílico.
Por obvias razones acuáticas se retrasó la presentación, a cuentagotas hacía su arribo el púbico. Hasta el coordinador de la actividad cultural, Carlos Martínez, llegó tarde, se quejó de Tláloc y de no tener una lancha para transitar con rapidez por las calles inundadas de las ciudad de México.
Todo por saber más de Kafka en traje de baño.
Su autor es Franco Félix, originario de Sonora, donde según él no pasa nada. Espero haya sido una expresión sarcástica o kafkiana porque en ese estado se incendió un jardín de niños con saldo de 49 muertos, se construyó sin permiso una presa en el rancho del gobernador, se compran y venden bebés, se contaminó un río con residuos mineros, no les gusta el nombre de Patrocinio y hasta se cobra tenencia por cada burro (animal) que transite en la vía pública.
Por lo que sea, Franco ya se hartó de Sonora y se quiere ir de ahí en la primera oportunidad que tenga, a pesar de que le encantan las “coyotas”, panes hechos a base de piloncillo.
A él se le ocurrió el título de su libro. Confesó que lo soñó, se imaginó a Kafka en traje de baño. La verdad el nombre es un gancho de oro, atrae.
Cervecero como otros sonorenses que conozco. Por lo menos lo vi ingerir una tercia, como si nada. En su estado para calmar el calor y acá por afición, gusto.
Tiene claro que en el mundo de hoy solo se puede ser indiferente o sentir odio, odiarlo. No se le puede amar al ver lo que pasa, la situación en la que se encuentra, la injusticia.
Su libro de 128 páginas lo dividió en tres crónicas, producto de una investigación kafkiana que lo llevó a descubrir que el literato universal, Franz Kafka (autor de “La Metamorfosis”, “El Proceso”, “El Desaparecido” y otras novelas), tiene parientes en Sonora y en la colonia Polanco de la ciudad de México, los dueños de la pastelería Bondi.
Mauricio Bares, representante de la editorial Nitro/Press, presumió que en Sonora hay espléndidos escritores, jóvenes.
“Cuando habla, escribe”, comentario con el que Óscar Benassini describió al escritor.
“Es un texto hermoso y necesario”, dijo Xitlalitl Rodríguez Mendoza, al leer partes de la obra.
Yo digo que valió la pena la mojada.
Kafka en traje de baño
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