Al ver lo que ocurría al interior del Metrobús me quedé pasmado, admirado porque sucedía algo distinto a las advertencias recibidas y que te preparan para incursionar en el transporte público: ¡cuidado con la cartera y tu teléfono!
Cartera no uso y el teléfono lo guardé en lugar secreto.
Una vez adentro, empecé a perder el miedo. Se disipaba el temor al bolseo y cacheo, aunque también debo decir que la unidad iba a un 85% de su capacidad. O sea, todavía era posible caminar por su pasillo sin empujar al vecino.
Ya relajado observé a los pasajeros que tenía cerca.
Uno de pie y leyendo; dos sentados y dormidos; otro mirando hacia la calle; el siguiente con audífonos puestos y un vaso cafetero en la mano.
A los dormilones nada los perturbaba, seguro traían un reloj interno programado para despertarlos en el momento de llegar a su estación. Uno con los brazos cruzados y el otro con los brazos estirados y descansando sobre su cuerpo. ¿Qué estarían soñando? Ninguno se veía con rostro feliz pero tampoco sufrido. Simplemente dormían, sin roncar.
El de los audífonos con el volumen para que la voz de Alejandro y Vicente Fernández, cantando “me olvidé de vivir”, fuera escuchada por otros viajeros. Cada vez que la unidad se detenía, le daba dos sorbos a su café.
Admirable el equilibrio de quien iba de pie y leía. Su libro era “La visión de los vencidos” de Miguel León-Portilla.
Otro más, joven veinteañero, también con audífonos y su camiseta dorada de los pumas universitarios, fuera del lente fotográfico, escuchaba “Looking for a dream” interpretada por el moreno americano Nick Cannon.
Les encanta a los muchachos el sonido fuerte y lo que menos importa es el daño irreversible que le causan a sus órganos auditivos. Sus gustos los tiene que disfrutar o aguantar el individuo que tienen a corta distancia. Era el caso de los que viajaban en este Metrobús.
Subió una señora con la piel de su rostro abrillantada por el sudor, bajita de estatura y delgada. Directa al asiento trasero. Apenas se sentó y a dormir.
Hay quien prefiere ver Tele Urban, con vídeos de artistas y publicidad.
Ninguno de ellos angustiado porque fuera a ser registrado por quien o quienes están acostumbrados a quedarse con lo que no es suyo.
Para la próxima, cargo con mi libro en turno y que el teléfono se cuide solo.
¿Leer o dormir en Metrobús?
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