El error de Instituto Nacional Electoral en su trato con el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación es la comunicación, el diálogo, la consulta, el intercambio de información.
Se ha vuelto cíclico, repetitivo, por la llegada de un nuevo presidente del instituto, nuevos consejeros o nuevos magistrados. Derivado de las relaciones humanas, de la identificación entre las personas, de la habilidad para superar diferencias y lograr acuerdos.
La soberbia, la falta de tacto, perder el piso, han sido causa del desencuentro entre las autoridades electorales, de un lado, del otro o de ambos. La justificación y explicación de los consejeros, cuando les rechazan o rectifican en la sala superior del tribunal alguno de los acuerdos, es que los magistrados cumplen su función de revisar el trabajo del instituto.
Cierto, el tribunal tiene esa responsabilidad, entonces no hay que sorprenderse por la enmienda, aunque a veces se acepte con enfado. El problema es cuando ese resarcimiento se vuelve frecuente, pareciera que el presidente consejero o sus compañeros consejeros electorales desconocen la ley o no la dominan.
El primer presidente del extinto IFE, José Woldenberg, sin duda, sin discusión, dejó una huella que hasta la fecha no se ha podido repetir ni superar. Engrandeció la imagen del organismo ciudadano.
Por supuesto que también enfrentó dificultades, diferencias con el tribunal, pero que muchas fueron superadas con el manejo político del consejero presidente. Su principal antagonista lo tuvo dentro del mismo consejo, en voz de Jaime Cárdenas, quién después se convertiría en diputado perredista y luego partidario de Andrés Manuel López Obrador.
Jaime ha sido un sólido abogado, documentado, no era oposición por mera oposición, sabía lo que argumentaba, por eso los demás integrantes del instituto siempre lo respetaron.
Siguió Luis Carlos Ugalde. No supo formar un equipo ni tampoco contó con los mejores consejeros. Su estilo, su imagen, su desempeño, lo llevaron a chocar con magistrados. No resistió presiones y terminó por dejar el cargo antes de lo que se había previsto. La inseguridad en el proceso electoral del 2006 lo marcó como consejero presidente.
Leonardo Valdez Zurita demostró habilidad desde su elección como consejero presidente. Supo cabildear con todos los partidos y sin hacer aspavientos, llegó al IFE por unanimidad. Su actuación tampoco estuvo exenta de roces con el tribunal, pero los normales. Cumplió.
Lorenzo Córdova Vianello sobresale por su perfil con medallas académicas. Creció en el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM. A los 39 años de edad es consejero del IFE y a los 42 lo hacen presidente. Pagó su inexperiencia política con la grabación telefónica en la que se mofa de reclamos indígenas. Aprende rápido, no lo volverán a sorprender de esa manera. Lo que le falta afinar es su relación con el tribunal electoral.
El INE de Córdoba todavía tendrá que hacer más para acortar, igualar o superar el IFE de Woldenberg.
De Woldenberg a Córdova
Typography
- Font Size
- Default
- Reading Mode