Emilio daba por hecho que sería elegido presidente de su asociación de estudiantes veracruzanos radicados en la Ciudad de México y me invitó para que fuera testigo del proceso.
Su entusiasmo lo transmitía, amante de la música, pianista, el principal activista de su grupo. Literalmente el hombre orquesta, promovía actividades sociales, culturales, políticas, organizaba conferencias académicas, atraía a los medios, le daba imagen y prestigio a la asociación, sobre todo en su estado.
Por su trabajo, por su desempeño, por los resultados, daba por hecho que sería electo presidente.
Llegó el día de la votación.
El auditorio seleccionado tenía cupo aproximado para 200 personas. Estaba lleno, todas las butacas ocupadas, los jóvenes animados, saludadores y platicadores entre ellos.
La directiva saliente informó de las actividades realizadas durante dos años. Emilio había ocupado la cartera de secretario de acción social y era uno de los fundadores de la asociación.
Estaba orgulloso de todo lo realizado, en particular porque había sido el artífice.
Sólo había dos candidatos, Emilio y otro de nombre Raúl, secretario de acción política. Antes de proceder a la elección, ambos fueron presentados, expuestos ante sus compañeros.
Se procedió a la votación, voto secreto, en urna transparente.
Me llamó la atención que no hubiera mantas, tampoco pancartas ni porras a favor de nadie.
Así eran las reglas.
Después, a contar voto por voto.
Pronto me di cuenta que Emilio no ganaría.
Habían contado ya un centenar y todos para Raúl.
Al final, 199 votos para Raúl y uno para Emilio. Una vez hecho el anuncio, prácticamente todos contentos, menos Emilio. Lo conocía y sabía que trataba de ocultar su enojo pero su rostro lo delataba.
¿Qué pasó, si era quien más había trabajado en su grupo?
Investigó y días después me enteró de lo sucedido. El presidente saliente, su amigo y cofundador de la asociación civil, le dio los pormenores.
Sucedió que Emilio nunca le hizo saber al presidente que tenía interés en sucederlo, tampoco cabildeó con sus demás compañeros, con nadie de su interés que pretendía y quería ser el sucesor.
Al fin músico, no político, supuso que de manera natural todos votarían por él, en reconocimiento a su trabajo.
Su único voto había sido el de otro músico.
Raúl resultó más listo para la competencia, platicó con el presidente y lo convenció de que era el mejor candidato.
El presidente se encargó de hablar con las diversas corrientes o expresiones internas, para inducir el proceso.
Por eso el aplastante resultado, estaba negociada la elección, el presidente había dejado sucesor.
Emilio, frustrado, desencantado, abandonó la asociación y se dedicó de lleno a la música.
Se extinguió el proyecto. Raúl creyó que con puro rollo mantendría viva la asociación y se equivocó.
Cualquier parecido con alguna realidad, es mera coincidencia.
La decepción de Emilio
Typography
- Font Size
- Default
- Reading Mode