Hay quienes se desgarran las vestiduras de solo pensar que el país vecino, Estados Unidos de América, ayude a México. De inmediato argumentan la soberanía nacional, la autodeterminación de los pueblos y el riesgo de que el ofrecido se pueda quedar o controlar algo que no le corresponde.
En automático la respuesta es negativa, en el caso específico de ayudar a combatir la delincuencia, que evidentemente ha rebasado a las autoridades. Y no a partir del actual gobierno, desde hace tiempo, en diversos puntos de México. No es situación nueva. Ha empeorado; no hay señales de que pronto se vaya a poner orden y mucho menos garantizar la seguridad de los más de 100 millones de habitantes en los 32 estados.
Por eso, salir con la expresión de que México puede solo contra la delincuencia, no se la cree ni quien la pregona. Los hechos están a la vista, los malhechores operan en todas partes. Los tiene sin cuidado que los graben en video o la presencia de la llamada Guardia Nacional. También le han perdido el respeto a las milicias, a los marinos y soldados.
En estos tiempos, en un mundo globalizado, donde nadie puede vivir aislado, cuando es obvio que la delincuencia tiene ramificaciones internacionales, es imposible vencerla sin ayuda.
México necesita ayuda; ahí están las estadísticas oficiales, en los últimos gobiernos, el número de muertos por la violencia, no ha dejado de crecer. Además, prevalece la impunidad.
Así que nadie se espante ni se corte la venas si Estados Unidos ayuda a nuestro país en esa batalla. En ningún caso significa que se tenga que entregar la nación a los vecinos o cederles poder; mucho menos para que hagan y deshagan a su antojo. Ese no se sería el propósito y por ningún motivo aceptable.
La soberbia de que “yo puedo solo” no le sirve a México ni a ningún otro país en circunstancia similar. El que va a recibir la ayuda debe precisar en qué se le puede ayudar.
Hay que agradecer el ofrecimiento de ayuda y ver dónde puede ser efectiva, acotarla a las necesidades mexicanas. El tema específico es el combate a los malandros, nada más.
Por eso, acierta la gobernadora de Sonora, Claudia Pavlovich, al considerar el respaldo del FBI en la investigación en la que participan autoridades de su estado para aclarar y dar con los responsables de la masacre de la familia LeBarón. No es para menos la tragedia, masacraron a mujeres y niños.
En ningún momento ha dicho la gobernadora que los vecinos se van a quedar con la ganadería y agricultura de su estado o una parte de la entidad; lo único que se busca es sumar fuerzas ante una delincuencia que parece incontrolable.
La Ayuda de USA
Typography
- Font Size
- Default
- Reading Mode