Esta vez no se subió a los andamios para trabajar en la elaboración de un mural, sino a la tribuna de la Comisión Permanente de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal.

Lo hizo por iniciativa propia y sabedor de que es un espacio del pueblo o de los representantes del pueblo. Carece de fuero, no es diputado sino un artista que retrata la historia con sentido social en muros de la ciudad de México y en países de América Latina.

Por unanimidad, con el voto de los legisladores de los partidos representados en este órgano legislativo, se aprobó el acuerdo en el que la ALDF solicita se conserve como patrimonio de la capital la obra del maestro Ariosto Otero. El documento deberá recorrer instancias del gobierno de la ciudad y del gobierno federal. Por lo menos ya se dio el primer paso para evitar que el día de mañana se quiera destruir sus murales con  el pretexto de construir un centro comercial o un rascacielos, como se ha intentado en el caso del Polyforum Siqueiros.

Los murales de Ariosto están en estaciones del metro, en el salón Revolución de la Secretaría de Gobernación, en el mercado de San Ángel y en otros puntos de la zona metropolitana.

El perredista Manuel Granados, líder de la asamblea legislativa, hizo la propuesta y fue aceptada por todos.

Hubo aplausos una vez consumado el acto. Ariosto Otero se veía satisfecho, feliz. Habían intervenido varios diputados en tribuna para expresar su complacencia con el punto de acuerdo.

El presidente de la mesa directiva, el priísta Jaime Ochoa, hacía notar la presencia del artista en el reducido salón legislativo. Estaba de pie, pegado a la pared. Agradecía con una reverencia la ovación y la decisión tomada.

La sesión seguiría su curso. Una vez llevada a cabo la votación, procedía pasar al siguiente punto del orden del día.

Sin embargo, antes de que sucediera, Ariosto Otero se dirigió a la tribuna y en cinco pasos ya estaba ante el micrófono.

Los diputados Jaime Ochoa, en el presídium, y Manuel Granados, sentado en una de las curules, no dejaban de mirarse. Estaban sorprendidos. Agrandaban los ojos ante lo que sucedía. ¿Y ahora que hacemos?, parecía que se preguntaban. Ni uno ni otro supieron qué hacer. Nadie le había cedido la palabra al artista porque solo se trataba de aprobar el punto de acuerdo.

Granados se había levantado pero terminó por arrellanarse en su curul. Ochoa quitó la cara de sorpresa y se relajó. Ambos optaron porque la escena siguiera su curso. El maestro Ariosto pronunció su mensaje de agradecimiento, con una elocuencia para la envidia de cualquier legislador. Preciso y breve, sin caer en la palabrería que es lo común en estos sitios parlamentarios.

Es cierto, no estaba prevista su participación en tribuna y tampoco nadie le cedió la palabra, porque en esta clase de sesiones ordinarias, por reglamento, únicamente pueden hablar los diputados.

Sin embargo, más que disculpada la acción del muralista, un personaje íntegro, digno y honorable, con la gracia para expresar el sentimiento del pueblo en los muros y en el lienzo.

Con Silvano Aureoles y Miguel Barbosa en la silla que corresponde a la presidencia del Congreso de la Unión, el primero en la Cámara de Diputados y el segundo en el Senado, confirman que el PRD dejó de ser el partido del “no”.

¿Les quedará chica o grande la silla? ¿Justa o a su medida? ¿Competirán los dos por ver quién es más institucional? ¿Sabrán tocar la campanilla? ¿Conseguirán meter en orden a los legisladores más impetuosos que regularmente son de su propio partido? ¿Atenderán todas las peticiones de uso de la tribuna?

Lo significativo en este caso es la jubilación del “no”. Era el sello de la izquierda, rechazar las propuestas que partieran del gobierno en turno o del partido en el poder. Desde su participación en el llamado “Pacto por México” dio un giro a su participación política, se involucró en la toma de acuerdos.

Actuó con madurez, como una organización con la que se puede pactar y sabe honrar su palabra. Sin renunciar a su esencia, cedió en todo aquello que juzgó benéfico para el país.

La militancia recalcitrante reprobó lo que supuso una entrega o rendición de ancestrales luchas. Hay voces que descalifican a sus líderes por ese cambio. Andrés Manuel López Obrador optó por abandonar al partido que lo hizo dos veces candidato a la presidencia de la República. Fundó su propio instituto político. Se ocupó más en obtener el registro para Morena que en impugnar las reformas estructurales. Una manera de aceptar la transformación política en las leyes. No cerró el Paseo de la Reforma como lo hizo en 2006.

Sin duda fue un comportamiento moderado, medido y quizás negociado. Le bajó a su radicalismo, a su pleito con todo lo oficial e institucional. Dejó de mandar al diablo a las instituciones. Repliegue estratégico.

El PRD con Jesús Zambrano entendió que la sociedad ya se había hartado de ese partido de cierre de calles, de toma de tribunas, de bloqueos, de rechazar las propuestas que no fueran las suyas.

Ahora comparte la responsabilidad del cambio político y es lo que lo lleva a presidir el poder legislativo. De otra manera el PRI nunca hubiera admitido que Silvano Aureoles y  Miguel  Barbosa asumieran la presidencia de la mesa directiva de sus respectivas cámaras.

Es un hecho que los conducirá a la foto con el presidente de la República Enrique Peña Nieto. Lo que nunca se había visto, un presidente de extracción priísta flanqueado por dos perredistas, en un acto institucional o de Estado, justo en el mes patrio.

De ninguna manera implica que se hayan vendido o renunciado a su izquierda. Se subieron al tren que lleva las herramientas que hicieron en conjunto con sus adversarios con la finalidad de rescatar a México de la desigualdad social lacerante.

Ese es el punto, ahí es donde está el deterioro de la democracia. Se construyeron nuevas leyes e instituciones, pero la pobreza sigue en la mayoría de los mexicanos.

Todavía no se logra la distribución equitativa de la riqueza.

Hacia allá pretende ir el tren en el que ya no solo viajan priístas, también van panistas y perredistas.

Silvano Aureoles y Miguel Barbosa tienen motivos profesionales y partidistas para sonreír en la silla presidencial del poder legislativo. Señal de civilidad y acuerdo. Lo que falta es que ese trabajo plural se traduzca en reales beneficios para la sociedad.

La mala imagen que hasta fecha tienen los políticos no se va a borrar mientras persista la pobreza en la mayoría de los mexicanos.

-¡Chinga tu madre!.

-¡Chinga la tuya!.

Felipe Calderón era diputado federal, coordinador de la bancada panista. No le había gustado una nota sobre sus declaraciones en el diario La Jornada. Su tez morena había subido de color, ennegrecido por lo enchilado que estaba por el encabezado del periódico en primera plana.

Lo vi caminar a toda prisa en medio de las curules o asientos del palacio legislativo de San Lázaro.

Iba directo a encontrarse con el periodista Oscar Camacho, quien llegaba al salón plenario que estaba prácticamente vacío. Faltaba más de una hora para que empezara la sesión.

Calderón parecía que lo estaba esperando.

Por lo decidido que avanzaba, supuse que algo sucedería y me aproximé a ese choque de trenes.

Oscar había entrado por una de las puertas laterales, iba tranquilo, relajado, sin imaginar lo que le esperaba.

Apenas lo tuvo enfrente, se soltó el reclamo de Calderón con voz nada amigable y mucho menos educada.

“Face to face”.

-Está mal la nota, está equivocada, no es lo que dije –agitaba sus manos al mismo tiempo para enfatizar sus palabras.

-Déjame explicarte –reaccionó en tono suave Camacho.

-¡Chinga tu madre!

La cara de Oscar fue de sorpresa, pero no se tardó en responder.

-¡Chinga la tuya!

Yo estaba a metro y medio. Ninguno de los dos se percató de mi presencia en ese momento.

Los vi enardecidos.

Creí que llegarían a los golpes.

-La cabeza o el título no la hago yo. Si lees el texto completo, es lo que tu dijiste.

Calderón asintió, admitió que la redacción o desarrollo de la nota era correcta. Con lo que no estaba de acuerdo era con el titular.

Vinieron las explicaciones del periodista.

Calderón entendió que los encabezados no los hacen los reporteros sino los jefes de la mesa editorial que valoran contenidos.

Se calmaron los ánimos.

Ambos pueden confirmar lo que aquí les cuento.

Un incidente que ponía en evidencia la piel delgada del político y su actitud arrebatada, sin tomarse tiempo para investigar primero antes de sacar conclusiones y lanzar improperios.

Uno de los promotores de que México tenga una nueva Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos ha sido Porfirio Muñoz Ledo, político sin igual, único que ha dirigido nacionalmente dos partidos, secretario de estado, diplomático, diputado, senador. El nivel que le ha faltado ocupar ha sido el presidencial, pero de éste hace varios sexenios que se despidió.

Tampoco verá cristalizado su proyecto de contar con una nueva ley suprema. Lo conozco, ha sido muy habilidoso en la política y en el servicio público. Influyente. Inteligente. Recuerdo que en su etapa senatorial, su capacidad como tribuno llegó a poner en jaque en varias ocasiones a la mayoría de los legisladores. Perdía en la votación porque sus razones no bastaban ante la desventaja numérica. Estamos a tres años de que se cumpla el centenario de la Constitución y no hay indicios de que surja otro constituyente como el de 1917.

Se esfumó la idea de una nueva Constitución. Quedó rebasada por las reformas emprendidas por el actual gobierno y los partidos, en telecomunicaciones, energía, petróleo, gas, electricidad, educación, electoral, hacendaria, competencia económica y financiera. Además, de prosperar los temas  propuestos para consulta, siempre y cuando autorice la Suprema Corte de Justicia de la Nación, solo se renovarían o ajustarían definiciones que hay sobre energía, salarios mínimos y legisladores plurinominales.

Definitivo, para celebrar los cien años de la Constitución, no habrá una nueva ley de esa altura, sino un documento actualizado, revisado, depurado y ordenado. Por ejemplo, es lo que requiere el artículo 41. Los legisladores lo convirtieron en una especie de ley secundaria. Se pasó del enunciado a los pormenores.

Lo más importante es que se cumpla, por todos, porque hasta ahora en la Constitución abundan más las buenas intenciones, sobre todo cuando se trata de beneficios que deben darle calidad de vida a la sociedad.

El artículo cuarto dice que toda persona tiene derecho a la alimentación nutritiva, suficiente y de calidad. A la protección de la salud. A un medio ambiente sano para su desarrollo y bienestar. Al acceso, disposición y saneamiento de agua para consumo personal y doméstico en forma suficiente. A disfrutar de una vivienda digna y decorosa. A la cultura y al disfrute de los bienes y servicios que presta el Estado. A la cultura física y práctica del deporte. Suena muy bien.

¿Se cumple o no la Constitución?

Muchos ni la conocen.

Jurídicamente, como dice el jurista Francisco Burgoa, tenemos la misma Constitución que se creó hace casi 100 años con 136 artículos. Sin embargo, estamos ante dos textos distintos, porque la de 1917 nació con 22 mil 500 palabras y ahora tiene más de 62 mil.

Por eso, porque es diferente en su contenido y no ha dejado de actualizarse, no se ve venir una nueva, a lo más que se llegará será a corregir incongruencias y anacronismos.

Ojalá que para celebrar su centenario, en vez de construirle una estela de luz en su honor, como sucedió con el bicentenario de la Independencia y los cien años de la Revolución, se encuentre la forma de que la población la conozca y la tenga como libro de cabecera.

Lo fundamental, que se respete. Seguro que Porfirio Muñoz Ledo se dará por bien servido con ver que la Constitución es cumplida por gobernantes y gobernados, sin excepciones.

Su proyecto de una nueva Constitución que ha promovido por pasillos legislativos, académicos y partidistas, ya recibió el tiro de gracia.

Todavía la sociedad recuerda cuando se dijo que México tendría que prepararse para administrar la abundancia; el precio del petróleo había repuntado y se descubrían nuevos yacimientos. La abundancia nunca llegó y después, en 1982, ni un gesto perruno salvó al peso de la devaluación.

La siguiente ilusión fue ofrecer llegar al primer mundo. Se había firmado el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá. Volvimos a la realidad con la aparición de los zapatistas en Chiapas en 1994 y el asesinato de Luis Donaldo Colosio. Sin embargo, hay que admitir que a la larga el TLC ha reportado beneficios al país, aunque no en la equidad para distribuir la riqueza.

El PAN arribó al poder presidencial en el 2000. La gente otra vez a soñar. Por un momento creyó en Vicente Fox. Supuso que la alternancia nos daría una nueva realidad. Solo cambió la vida del ocurrente guanajuatense y de su esposa Marta. Entraron al círculo de los ricos. Le siguió su compañero de partido Felipe Calderón para más de lo mismo. Los panistas desaprovecharon la oportunidad de la anhelada transformación.

Cada vez hay más pobres y en contraste el número de ricos es mínimo. La abundancia de unos se volvió hereditaria y la carencia de otros se perpetuó. Ahora terminas una carrera profesional y resulta que no hay trabajo garantizado. Los hijos prefieren vivir en casa de sus padres, en muchos casos no por gusto sino porque no tienen mejor alternativa. Es un escenario que no es exclusivo de los mexicanos, se presenta en diversas partes del mundo.

Recuerdo que mi amigo Bob, vive en Texas, en  los Estados Unidos, en el primer mundo, con la tradicional cultura de los vecinos norteños, daba por hecho que sus dos hijas, una vez cumplidos los 18 años, tomarían su propia camino, harían su equipaje para dejar el nido. Una lo consiguió, no ha resuelto su problema económico, pero vive por su cuenta. La otra tuvo que regresar a casa y desde ahí intentar la solvencia personal.

En el caso de los tres hijos de mi amigo Ezequiel, varones, habitantes del tercer mundo, para nada tienen planes de emigrar o abandonar la casa paterna. Estudiar y trabajar sin renunciar al techo que los vio nacer. La independencia económica, por el momento, no es para ellos un requisito indispensable. Menos cuando ven que sus compañeros viven experiencias similares, entorno en donde las oportunidades laborales se reducen y cada vez hay más competidores.

Se ha vuelto imprescindible el auxilio de los padres, como una pista para despegar sin riesgos financieros.

Hay jóvenes que se sienten atraídos por alcanzar la independencia total, liberarse de solicitar permisos y dar explicaciones. Pronto descubren que comprar un espacio propio para vivir se vuelve imposible, su salario no les asegura un crédito en lo inmediato. Les queda la opción de la renta y la mayor parte de su ingreso para pagarla. El resto para mal comer, vestido y transporte. Hasta la fecha nadie ha descubierto de donde sacó Ernesto Cordero, cuando era secretario de Hacienda en la administración calderonista, que con seis mil pesos mensuales se podía pagar hasta escuela privada a los hijos.

Los gobernantes han fallado aquí y en muchas partes del mundo. No se ha frenado el aumento en número de pobres. La mayoría de los mexicanos vive en la pobreza. El 53.3 %, según cifras del 2012 del Consejo Nacional de Evaluación de la Política Social.

María del Rosario Robles Berlanga y Ramón Sosamontes Herreramoro han sido y son parte de la clase gobernante. Cuando eran diputados, en la LVI legislatura, ella vivía en un departamento de la colonia Los Reyes Coyoacán en la ciudad de México. El tenía su domicilio en la colonia Niños Héroes. Seguro que por su carrera política, primero en la izquierda y después en la corriente tricolor, ya no viven ahí. Enhorabuena que ella como secretaria de Desarrollo Social y el otro como jefe de la oficina de la señora secretaria, tengan una situación boyante.

Similar fortuna la de cada uno de los personajes de la política, del signo o color que sean, el que digan, sin omitir al tabasqueño Andrés Manuel López Obrador, a nadie. Los demás, si bien difícilmente vivirán igual, es de justicia que por lo menos tengan calidad de vida.

“Lo que se ha producido desde los años ochenta en el mundo occidental ha sido el crecimiento exponencial de las desigualdades. Los más ricos cada vez son menos y acumulan más riqueza y el resto cada vez se empobrece más”, afirma Victoria Camps, filosofa española (diario El País, 10 de agosto 2014).

Para Victoria lo que se requiere es “ir a un capitalismo que priorice el bien común”.

“Según la firma WealthInsight, México es el segundo país de Latinoamérica con más millonarios, después de Brasil. En total la agencia de investigación precisa que en 2013, 164 mil mexicanos tuvieron un patrimonio líquido (sin deudas o pasivos), superior  a un millón de dólares, mientras que Brasil cuenta con 191 mil 700 millonarios (El Universal de México, 11 de agosto de 2014).

De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en el segundo trimestre de este año, la tasa por desocupación fue del 4.9 %. El mayor nivel de los últimos nueve meses.

En ese contexto, el partido en el poder cumplió el compromiso de concretar la reforma estructural en las leyes; la más importante y bien vista por el mundo exterior, la reforma enérgica.

Se ha dicho que los cimientos están puestos y que entre todos debemos seguir construyendo un nuevo México.

La sociedad espera que por fin su sueño de un país más justo se haga realidad.

Para el año siguiente hay en disputa nueve gubernaturas, 500 diputaciones federales, 639 diputaciones locales, 887 presidencias municipales y 16 jefaturas delegacionales. Empezó la revisión de perfiles, cabildeos y suma de voluntades.

Al  secretario de Economía, Ildefonso Guajardo Villarreal pareciera que le espera la candidatura para Nuevo León, pero hasta ahora no hay ninguna señal de que vaya a dejar el gabinete.

Es real su cercanía  con el habitante de la residencia oficial de Los Pinos, pero para la definición de la candidatura no es determinante porque en los nuevos tiempos es indispensable tomarle el pulso a la población

Además, no es el único que tendría aspiraciones para Nuevo León. En la lista también están Cristina Díaz, Ivonne Álvarez, Marcela Guerra, Héctor Gutiérrez, Pedro Pablo Treviño y Federico Vargas, entre otros.

Les cuento el caso de Ildefonso para significar que no es suficiente con ser parte integrante de gabinete para dar por hecho que se tiene en la bolsa la candidatura.

En estos tiempos y en un estado como Nuevo León, más le vale al partido en el poder enterarse de lo que piensan y opinan los regios sobre quien debe ser el próximo gobernador.

En el poder legislativo, guste o no, es un hecho que la oposición dialoga, negocia y acuerda. Práctica de cualquier parlamento. Es una forma de cogobernar. Va a Los Pinos y habla con el presidente. Hacerlo no demerita a nadie ni lo hará renunciar a sus ideas. Tampoco manchará su camiseta. Sin embargo, no falta quien crea que pierde pureza opositora si se sienta en la misma mesa con el titular del poder Ejecutivo.

Hubo un tiempo, en la etapa de Carlos Salinas, que hasta se juzgaba como una traición, una ofensa para izquierda, que alguien de esta corriente se entrevistara con el presidente. Los izquierdistas estaban dolidos y resentidos porque consideraban que le habían robado la elección a su líder moral y candidato Cuauhtémoc Cárdenas en el proceso electoral de 1988. La verdad, tenían demasiados elementos para suponerlo. La memorable “caída” del sistema cuando los primeros números empezaron a favorecer al ingeniero, sobre todo.

No querían ver ni en pintura a Salinas. Los panistas, entonces al mando de Don Luis Héctor Álvarez, les horrorizaba la idea de que Cuauhtémoc pudiera sentarse en la silla presidencial. Por eso optaron por lo que se llamó la legitimación en el ejercicio de gobierno, con lo que justificaron su apoyo al priísta. No se avergonzaron ni se escondieron para ir a Los Pinos.

En una de esas visitas, salía Diego Fernández de Cevallos y sus compañeros de la residencia presidencial cuando se toparon con el mismo Porfirio Muñoz Ledo. Los dos con caras de asombro y sorpresa. El Jefe Diego, con su acostumbrada agudeza e ironía, no se aguantó y se la soltó a los recién llegados: “¿y ustedes que hacen por acá?

Porfirio, descubierto, ocurrente, para justificar lo injustificable, expresó: “bueno, nosotros vinimos con discreción, ustedes lo hacen de manera oculta”. Diego se aguantó la carcajada.

Muñoz Ledo sabe muy bien que con la oposición se dialoga y acuerda. Cuando dirigió al PRI negoció la gubernatura de Nayarit, le dio al Partido Popular Socialista una senaduría para evitar que tomara posesión de un gobierno estatal que el PPS había ganado en las urnas. ¿Te acuerdas Porfirio?

Sin embargo, Muñoz Ledo no fue el único que habló con Salinas. También lo hizo el ingeniero Cárdenas. Con discreción. Sin dejar huella fotográfica para evitar reproches de sus seguidores. El hecho era que dialogaban con el presidente de la República, con quien representaba en ese momento el poder. Hacerlo con la camiseta de la oposición, no es para suicidarse. Hacerlo es parte de la política. Todavía hay quienes no lo entienden.

¿Se acuerdan de los que han gobernado el Distrito Federal y se han resistido a verse en público con el presidente? Marcelo Ebrard evitó en la mayor parte de su mandato toparse con el jefe de la nación. Fue hasta el final cuando cedió para inaugurar su famosa línea dorada del Metro. Andrés Manuel López Obrador procuraba significarse por sus diferencias con los panistas en el poder, pero la relación institucional existía, por ley. Mancera es otra historia.

En el sexenio anterior, Manlio Fabio Beltrones, de los opositores, era quien más hablaba con Felipe Calderón. No recuerdo que se haya arrepentido de ello o pretendido ocultarlo.

Aunque no lo quieran aceptar o reconocer personajes de la derecha e izquierda, es indiscutible que hay cogobierno con el poder en turno. Entre todas las partes se legisla. Se revisan y perfeccionan iniciativas del poder Ejecutivo. Entonces que nadie se espante. El cogobierno es una realidad. No hay necesidad de que un perredista o un panista sean parte del gabinete. Desde el Congreso federal y los congresos locales, camisetas de todos los colores tienen la misión y objetivo de trabajar en beneficio de México. ¿A poco Javier Corral, Ernesto Cordero, Ernesto Gil Zuarth, Miguel Barbosa, Manuel Camacho, Dolores Padierna, Layda Sansores, Alejandra Barrales, Manuel Barltett, Silvano Aureoles, Jesús Zambrano y Ricardo Monreal van a decir que todo lo bueno y malo que ha salido del poder legislativo es obra de los priístas? Ellos también tienen su mérito, con su voto a favor o en contra.

La defensa que hacía mi tía abuela del general Porfirio Díaz era a ultranza, no cedía ni un milímetro. Cuando el tema llegaba a la mesa, a la hora de la comida, era manifiesto su enojo al recordarle que había estado en el poder más de tres décadas y con la etiqueta de dictador.

Para ella había sido el mejor presidente. Argumentaba la paz que prevaleció en el país, “hasta que se soltó la fiera (la Revolución). Presumía del oro que había dejado en las arcas. Le dolía que lo hubieran desterrado y peor que estuviera sepultado fuera de México, en el cementerio de Montparnasse en París, por un rechazo que persiste a que sus restos vuelvan a su patria. Todavía sobrevive una corriente que se espanta cuando se habla de esa posibilidad.

También Juárez gobernó varios periodos, refunfuñaba mi tía abuela. Quería fulminarme con su mirada.

Ahora que los aficionados al futbol están ocupados de lo que sucede con la selección de Miguel Herrera y que la reforma energética que se discute en el Congreso de la Unión parece solo importarle a los políticos, diputados , senadores y dirigencias partidistas, les contaré que se estudia la conveniencia de que los restos del general Díaz regresen a nuestro país.

El próximo 2 de julio se cumplen 99 años de su fallecimiento. En el centenario, en el 2015, podría ser ocasión propicia para repatriar sus restos.

México no puede ni debe seguir viviendo con el rencor y odio entre sus nacionales. Es mal ejemplo para los jóvenes. La animadversión, la envidia, el celo por el triunfo del prójimo, en mucho han contribuido a frenar el crecimiento y desarrollo. Hay culpa de los partidos que en la oposición se han encargado de bloquear o dificultar acuerdos que benefician a la nación.

¿Por qué?

Por sus intereses particulares, por creer que si un plan o programa a favor de la sociedad le resulta exitoso a  un gobierno, entonces quienes están en la oposición se condenan a la oposición.

Los opositores le apuestan o trabajan para que falle el gobernante. Ha sido lo mismo si en el poder está el PRI o cualquier otro partido. El primero también hizo lo suyo cuando le tocó ser oposición. Es un mal de educación, de formación, de cultura. Por más que se repite que si le va mal a México le va mal a los mexicanos, los políticos por sus actos se empeñan en que así sea. Ha faltado el carácter de otras naciones para recobrarse de las guerras, hacer a un lado los odios y levantarse para situarse entre las primeras economías del mundo.

En la oposición, del color que sea la camiseta, por lo que hemos visto, la misión es desbancar a quien ocupa el poder, cueste lo que cueste, sin importar el daño al país y al bienestar de sus habitantes.

Por eso la necesidad de retomar el camino de la reconciliación, del perdón, de entender en los hechos que México y los mexicanos van por delante. Se supone que eso es lo que buscan los políticos, una mejor vida para todos. Ya es tiempo de que lo hagan.

La historia de Don Porfirio es un tema pendiente que debe ser resuelto para dejar atrás el odio y exaltar la reconciliación, el perdón. Entrar a una etapa donde los mexicanos, los que están en la política, actúen a favor del acuerdo, sin temor a ser tratados como traidores por los suyos.

Aquí no se trata de traiciones sino de México. Ese es el mensaje de quienes cabildean a favor del general Díaz. No va a suceder mañana la repatriación de sus restos pero el año siguiente puede ser.

Durante la primera feria del libro y revistas “Expo Pública 2014” que se realizó en el World Trade Center (WTC), del 25 de abril al 4 de mayo, se presentó el libro “Historia de los Ejércitos Mexicanos”.

En ese foro, al relatar el contenido del texto, el general Jorge Vázquez Benítez, director del Archivo Histórico Militar de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), exaltó la figura de Don Porfirio:

“Sin duda alguna el militar más importante de este período militar tan álgido de nuestra historia fue el general Porfirio Díaz, quien abandona todo para defender a su amenazada patria, sobresaliendo en la batalla del 5 de mayo de 1862, en el sitio de Puebla de 1863, en la toma de Oaxaca de 1866, en las batallas de la Carbonera y Miahuatlán, y en particular en la toma de Puebla y de la ciudad de México en 1867, con lo que dio el golpe de gracia al efímero imperio de Maximiliano y sentó las bases para que las potencias europeas reconocieran que México contaba con un ejército fuerte, capaz de defender a las instituciones legalmente constituidas y ser el artífice de una nación fuerte y democrática”.

 

La historia que me contaron en la primaria y en la secundaria, la oficial, se quedó corta y no pasó de ver a Porfirio como un dictador. Sin embargo, hay mucho más sobre su trayectoria. Hacía bien mi tía abuela en defenderlo, había vivido bajo su mandato presidencial y sabía de lo que hablaba.

Tiene ganado el reconocimiento de los militares de hoy. Sólo hace falta que la clase política sepa aquilatar los saldos positivos y traiga a México sus restos con un ánimo de concordia, unidad. Es un mexicano que gobernó su país, con  aciertos y desaciertos, como lo han hecho quienes le sucedieron. Nadie ha sido perfecto.

Olegario Vázquez Raña y su hijo Olegario Vázquez Aldir, así como Anuar Maccise Dib y sus hijos Luis y Anuar Maccise Uribe se encaminan a convertirse en los dueños de las dos nuevas cadenas de televisión digital abierta. Próximos competidores de Televisa y TV Azteca.

Apostadores por las nuevas cadenas hay más y se van a inscribir en el proceso de licitación, pero son estas dos familias de empresarios las que tienen el perfil, estructura, dinero y relaciones políticas para dar el salto a las grandes ligas de la televisión comercial.

Hay que ver la trayectoria de cada una. Los Vázquez empezaron con la venta de muebles. Ahora están en los hospitales, tienen el banco Multiva, adquirieron el diario Excélsior. En la televisión se ejercitan con dos canales.

Cadenatres se ha posicionado aunque no con el rating deseado. Su figura en la conducción de noticias es Francisco Zea. También sobresalen los programas de espectáculos de Gustavo Adolfo Infante y Martha Figueroa.

Excélsior TV todavía no logra ser competencia de Foro TV ni de Milenio TV. Cuenta  con el periodista Pascal Beltrán del Río para su noticiario principal. Además es director editorial del periódico del mismo nombre. En sus estaciones de radio destaca la voz de Martín Espinosa, quien también hace carrera en la pantalla de Cadenatres.

Otro de los negocios de los Vázquez son los hoteles Camino Real.

Sin duda, emprendedores probados.

Los Maccise crecieron como empresarios desde el estado de México. Tienen periódicos en Toluca, Puebla, Hidalgo, Querétaro, Morelos, Veracruz, Distrito Federal y Oaxaca. La revista Cambio. En televisión, señal restringida, presumen un canal ecológico. También difunden por Radio Capital y su voz de noticias es Vladimir Galeana. Los medios electrónicos no son su fuerte. Sin embargo, su grupo multimedia “MAC” firmó el año pasado alianza con el Grupo Prisa, líderes en radio, televisión e impresos en España.

Esa alianza MAC-Prisa no fue casual. Sorprendió a más de uno y empezaron a criticarla porque no entendían que convinieran intercambio de contenidos en sus medios. ¿Textos de escritores prestigiados del diario español El País por información cotidiana y enfoque nacional? Ese no era el punto. Lo que estaba y está en el fondo era y es el tema de la televisión. Grupo Prisa no solo es muy respetado por la calidad de su periódico sino también por lo que hace en la televisión satelital. Son expertos. Ahí la razón de que Juan Luis Cibrián, presidente del grupo español, se sentara a firmar el convenio con Luis y Anuar Maccise.

Además, para reforzar lo que hoy le contamos, no olvide que Carlos Slim tiene una “pequeña” (3.2 %) participación accionaria en el grupo español y Ernesto Zedillo es uno de los consejeros.

Para entrarle al negocio de las nuevas cadenas de televisión se requiere mucho dinero. Los Olegario y los Maccise lo tienen. Capacidad técnica, jurídica, administrativa y financiera. Sus relaciones con el poder están calificadas con una palomita.

Claro que no van a desplazar a Televisa y TV Azteca de la televisión abierta. Emilio Azcárraga y Ricardo Salinas se han prevenido para la competencia y para mantener su hegemonía. Con el sistema digitalizado, sus actuales canales se multiplicarían. Televisa por lo menos tendría 25 más y 15 TV Azteca. Seguirían dominando dicho mercado. Falta que los legisladores definan la ley de telecomunicaciones.

¿Entonces qué ganarían los Olegario y los Maccise?

Poder fáctico y un mordisco al pastel comercial.

Salvo Carlos Slim, por su emporio, ningún otro de los interesados tendría posibilidades reales de lograr la concesión. Nada más que Slim está acostumbrado a ganar y no se metería a un negocio donde estaría en desventaja. Poder, ya lo tiene. También ha demostrado que no necesita de la televisión abierta para que sean vistos los juegos de sus equipos de futbol.

De acuerdo con el Instituto Federal de Telecomunicaciones cada nueva cadena de televisión tiene un valor mínimo de 830 millones de pesos. Para entrarle al proceso de licitación hay que hacer un depósito, fianza, de 415 millones de pesos, cantidad que el postor puede perder si decidiera retirarse una vez inscrito.

En septiembre próximo se conocerá quienes le entran al proceso y a más tardar en marzo del 2015 el Instituto dará los nombres de los ganadores. Por lo pronto, por lo expuesto, los Olegario y los Maccise van a la punta y con el reto de ofrecer contenidos de calidad para ganar auditorio. Complicado el rating con tanto canal digital.

Su varita mágica ha perdido poder. Ya no tiene el mismo efecto como cuando la utilizaba desde la residencia oficial de los Pinos para atender necesidades sociales o impulsar campañas. Todo mundo la miraba encantadora, sencilla, discreta, amigable, inteligente. Con cualidades hasta para colocarla en la antesala de una candidatura presidencial. Halagada y admirada por los grupos de poder, el político, económico y social.

La historia de Margarita Zavala, la esposa de Felipe Calderón, la que ocupó cargos directivos en su partido y fue legisladora, antes de convertirse en la primera dama de México.

Recuerdo cuando llegó a la asamblea legislativa del Distrito Federal. Pasó desapercibida casi para todos. Felipe todavía no era declarado presidente electo por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. Si llevaba seguridad o escolta, era muy discreta.

Al recinto de Donceles entró sola, como cualquier otro visitante. Seria, con zapato bajo y ropa holgada. Esbozó una sonrisa al saludar a este periodista. Le hice ver que quizás era la última vez que caminaba sin cerco de seguridad y con franco acceso para platicar.

-Una vez que vivas en Los Pinos, todo va a ser diferente, no volveremos a conversar como en esta ocasión –comenté.

Ella descartó ese escenario. Nos despedimos y siguió su camino dentro del recinto legislativo. Iba al encuentro de compañeras de su partido. Avanzó como llegó, sin que nadie la identificara.

Después, durante su estancia en la residencia presidencial, dos o tres veces la volví a saludar, con la fugacidad que obliga el protocolo y la agenda de una primera dama. Era ya parte del escenario previsto, el de la varita mágica, el del poder y la política, el de tomar decisiones propias de la pareja del mandatario y participar en reuniones de los círculos de influencia.

Con esa aire e impulso que da el actuar como primera dama, cuando sobran los amigos y amigas ocasionales, los aplaudidores, que a veces se llega a creer que se conservan al dejar Los Pinos, Margarita se atrevió a grabar un video y difundirlo por YouTube, en apoyo de Ernesto Cordero.

Sin embargo, su varita mágica no surtió efecto, comprobó que ha perdido la fuerza que da el ejercicio del poder.

Margarita ahora es únicamente la esposa de un ex presidente. Ya no es la misma que encontré en el recinto de Donceles pero tampoco la primera dama que vivió seis años en Los Pinos.

Si el proceso electoral interno del Partido Acción Nacional se decidiera por el resultado de las encuestas, el ganador indiscutible sería el senador con licencia Ernesto Cordero.

El detalle es que las encuestas generalmente se hacen al gusto y para satisfacer al cliente pero no garantizan el triunfo.

Sus resultados terminan por distanciarse de las cifras reales, de los números que arrojan las boletas emitidas en urnas.

El episodio Madero-Cordero no sería la excepción.

Una vez que se conozca el resultado del 18 de mayo, las empresas “especializadas” levantarán su tienda, se marcharán en silencio y con los bolsillos abultados o asomando los billetes.

Argumentarán, como de costumbre, para justificarse, que su estudio solo fue una fotografía del momento, lo que hubiera sucedido de realizarse la elección en ese día o en esas semanas que se contestaron cuestionarios.

Cómoda y pragmática excusa.

El precio de cada una de las encuestas va de los 200 mil a 600 mil pesos, dependiendo del método, cobertura, domiciliaria o por teléfono, número de encuestados, una ciudad, regional o nacional. Según lo que esté dispuesto a pagar el candidato o su equipo de campaña.

Si Ernesto Cordero se la quiere creer, de que va adelante por amplio margen, puede dormir tranquilo, pregonar en sus reuniones que es la historia de una victoria anunciada. Las cuentas alegres de las encuestas le dan una ventaja de diez y hasta 20 puntos.

Curioso, la empresa Parametría fue Cordero con el 67 % por 33 % del otro.

 la transmisiridad tiene la metodologotas le dan una amplia ventaja. Diez y hast  trabajó para los dos bandos, primero con Cordero quien obtuvo una opinión positiva del 88 % de los encuestados por 55 % de su adversario. Después el cliente fue Madero y ganó Madero, aunque apenas por tres puntos. Repunte aparatoso y complejo de explicar por el corto tiempo en que fue alcanzado.

La magia de las encuestas.

MAS Consulting Group evaluó el debate entre los candidatos, a pesar de que hubo deficiencias en la transmisión. Lo hizo a petición de Cordero. El “ganador” fue el senador con el 67 % por 33 % del otro.

En Aguascalientes la empresa Varela y asociados hizo su encuesta con el mismo patrocinio. Resultó Ernesto con el 62 % de las preferencias y el contrario apenas 38 %.

Las encuestadoras  Arcop, Giménez y Covarrubias y asociados también le dieron la ventaja a Cordero. La primera 56% por 44 %. La  segunda 56 % por 44 %. Y la tercera  53 % por 40 %.

En ese contexto, Madero está noqueado, porque nada más en tres encuestas ha salido con ventaja. La que ya mencionamos con reducido margen de tres puntos,  una realizada en la ciudad de México que lo ubicó en primer lugar con 61 % por 39 %  y la del grupo Reforma (periódico) 48 % por 37 %.

Sin embargo, la última palabra de esta competencia no está dicha, falta el voto de los militantes. Por primera vez, a diferencia de anteriores procesos internos en que decidían alrededor de 360 delegados, ahora el veredicto corresponde a más de 217 mil panistas.

Quienes ya ganaron son las empresas encuestadoras. Si el precio más bajo de una encuesta es de 200 mil pesos, el total de cinco sería un millón de pesos, aunque en este caso, por tratarse de un estudio sobre la disputa por la presidencia nacional del PAN, todo indica que la tarifa fue mayor.

Ya veremos el tamaño del error o acierto de las encuestadoras mexicanas. Ojalá que Cordero haya pedido garantía, para que le devuelvan parte de lo pagado si el resultado le es adverso.

Arturo Zárate Vite

 

 

Es licenciado en periodismo, egresado de la Escuela de Periodismo Carlos Septién García, con mención honorífica. Se ha desempeñado en diversos medios, entre ellos, La Opinión (Poza Rica, Veracruz) Radio Mil, Canal 13, El Nacional, La Afición y el Universal. Más de dos décadas de experiencia, especializado en la información y análisis político. Ejerce el periodismo desde los 16 años de edad.

Premio Nacional de Transparencia otorgado por la Secretaría de la Función Pública, IFE, Consejo de la Comunicación, Consejo Ciudadano por la Transparencia e Instituto Mexicano de la Radio. Su recurso para la protección de los derechos políticos electorales del ciudadano logra tesis relevante en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, con el fin de conocer los sueldos de los dirigentes nacionales de los partidos.

Además, ha sido asesor de la Dirección General del Canal Judicial de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y Coordinador General de Comunicación y Proyectos de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos. Es autor del libro ¿Por qué se enredó la elección de 2006, editado por Miguel Ángel Porrúa.

 ine  scjn  cndh  inai