La señora había sido sorprendida con artículos bajo sus ropas, algunas cremas para la cara y un champú. No la vi asustada, sino segura, en un trance negociador con el supervisor de la tienda. El vigilante o policía estaba de testigo. Escuché cuando llamó a una patrulla. La señora devolvió los artículos.
Era una persona entre los 30 y 40 años de edad, tez clara, cabello lacio corto, con suéter azul metálico y pantalón de mezclilla; parecía embarazada por el volumen de su abdomen, pero no, el bulto se debía a lo que se quería llevar de manera gratuita. No lloraba ni gritaba, tampoco alegaba que lo había hecho por hambre. Una crema facial o cualquier otro producto de belleza, están muy lejos de ser alimentos.
Esperaba ver pronto a los patrulleros.
Nada de eso.
Regresó los artículos y se fue.
No alcancé a ver si le dio dinero a su interlocutor o de plano lo hipnotizó con su mirada o lo mareó con su rollo.
El caso es que se fue tranquila.
Robos o intentos de robo en tiendas departamentales y supermercados no son ninguna novedad. El monto anual promedio de lo que se llevan suma 12 mil millones de pesos. Cifra considerable, mucho dinero.
Por eso cada vez hay una mayor especialización de personas o aparatos para detectar y evitar el hurto de mercancías.
Acabo de recibir las novedades de lo que fue la exposición de la Asociación Nacional de Tiendas de Autoservicio y Departamentales (ANTAD) en Guadalajara el pasado fin de semana, no solo en materia alimentaria sino también en la protección de nueva tecnología anti-hurto.
Es evidente que se han esmerado en perfeccionar sus equipos de video, alarmas electrónicas, cámara de alta calidad, detección de bolsas de aluminio, bloqueadores de señal y monitoreo.
Muy bien, no es correcto pretender quedarse con lo que no es tuyo. Enhorabuena para los empresarios que se ocupan de esa tarea, que cuidan sus pertenencias y ganancias.
A pesar de ello, no deja de llamar la atención el monto de lo robado, 12 mil millones de pesos anuales, por eso el interés de los dueños de las tiendas por hacerse del mejor equipo de seguridad.
Una acción que valdría la pena trasladarla al ámbito del servicio público.
¿Por qué no poner ese mismo empeño para cuidar el dinero de todos?
Alta tecnología para evitar el desvío de recursos, hacer que suene la alarma cuando empiecen a sustraer ilícitamente el patrimonio, cámaras de video de 360 grados que graben todos los rincones, documentos oficiales sensibles a las huellas, detector de mensajes o conversaciones confabuladoras.
De acuerdo con el Banco de México, en 2015 la corrupción le costó a México el 9 % del Producto Interno Bruto, es decir, un billón 602 mil 986 millones 130 mil pesos. Por supuesto que muchísimo más que el robo en tiendas departamentales y de autoservicio.
Por eso la urgencia de que los legisladores, diputados y senadores, aprueben el Sistema Anticorrupción.
El costo de la corrupción
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