El tiempo avanza y hasta la fecha todavía no cuaja la propuesta para reformar la ley electoral. El diputado promotor de la reforma y militante de Morena, Sergio Gutiérrez Luna ,empezó con mucho empuje en la organización de foros para escuchar a involucrados en el tema, a magistrados, consejeros federales y locales, académicos, expertos, a todo el que tenga algo que aportar, pero todavía no hay nada concreto en el actual periodo ordinario legislativo.
Además, las ideas originales han perdido fuerza, porque se han topado con la realidad. Por ejemplo, la intención de acabar con los Organismos Públicos Locales Electorales (OPLE). Consejeros locales de los distintos estados han podido probar que se justifica su existencia.
También ha venido desvaneciéndose la pretensión de restarle al financiamiento de los partidos políticos. Ni siquiera se ha cumplido la supuesta disposición de algunos de ellos para regresar de manera voluntaria al erario parte de sus recursos. Ofrecimiento incumplido.
Queda la impresión de que la mayoría legislativa lanzó las propuestas sin realizar una mínima valoración del funcionamiento de la estructura electoral. Animada solo por el hecho de su aplastante triunfo en las elecciones del 2018.
La propia realidad se ha encargado de ubicar a los involucrados. Evidente que partir otra vez de cero en materia electoral, no era ni es lo correcto. Hay que aprovechar lo avanzado, lo que funciona, la experiencia y capacidades del personal que trabaja en los órganos electorales.
A estas alturas, ya no se ve esa gran reforma anunciada en un primer momento. En todo caso, una modificación selectiva, tiros de precisión, ajustes para perfeccionar el aparato y ponerlo en sintonía con la austeridad.
La prisa se esfumó. No hay indicios de que la reforma vaya a ser aprobada en el actual periodo ordinario de sesiones. Menos, cuando el líder de la mayoría, Mario Delgado, ocupa parte de su tiempo a competir por la dirigencia de su partido, donde hay demasiados roces internos.
La reforma electoral no tiene clasificación prioritaria. Es un tema que ya no se ha tocado en Palacio Nacional.
Por lo pronto, hay que dar por hecho que los OPLE van a seguir y no hay nada seguro sobre reducir el financiamiento de los partidos o disminuir el número de integrantes del Consejo General del Instituto Nacional Electoral (INE).
Quizás, por esa pérdida de gas de las propuestas morenas, en la sede nacional del INE ya no están tan nerviosos como cuando se dieron a conocer a través de los medios.
Ha vuelto a ponerse sobre la mesa morena el argumento: “si en 2018 se ganó por amplió margen con estructura y normatividad electoral vigentes, entonces para qué cambiarlas”.
¿Se cae la reforma electoral?
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