Desde el primer momento, en la batalla contra los que hacen “negocio” al conectarse a los ductos de Petróleos Mexicanos (Pemex), la mirada se enfocó a los llamados huachicoleros.
Sin embargo, como dice el dicho popular, tanto peca el que mata la vaca como el que le jala la pata. En innumerables ocasiones las autoridades también han pregonado que el mal de la corrupción tiene dos actores: el que pide y el que da.
La gasolina que se obtiene de manera ilícita, miles y miles de litros, alguien la tiene que comprar. A los únicos que puede interesarles comprarla a precios del clandestinaje son gasolineros. ¿Quién más? Ellos son los que adquieren el combustible para abastecer a millones de vehículos, públicos y privados, en toda la República.
¿Qué gasolineros? No se puede generalizar. Seguro que hay muchos que actúan con ética y apegados a la norma. El problema es con quienes han incrementado su riqueza indebidamente, a costa de un recurso que pertenece a la nación. ¿Dónde están esos gasolineros que traicionan al país?
La gasolina que huachicoleros sacan de los ductos en alguna parte se tiene que vender y no puede ser en otro sitio que las gasolineras. Obviedad que por años no se ha querido ver. ¿O hay gasolineras clandestinas? Puede resultar mucho menos caro mantener bajo vigilancia a las gasolineras que utilizar a soldados, marinos y policías federales recorriendo tuberías.
Además, existe el antecedente de gasolineras que se han significado por vender litros que no son litros. Y hasta a fecha se ignora si ya la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) acabó con el abuso.
Sin demanda del combustible, el negocio de huachicoleros sería un fracaso. Es evidente que persiste la demanda; entonces, hay que mirar o buscar de donde viene. Eliminada la demanda, se cae el “negocio”.
La Profeco tiene o debería tener una radiografía del funcionamiento de las gasolineras, para garantizar que los consumidores tengan un servicio alejado de abusos. Una mayor y mejor vigilancia por parte de la procuraduría, seguro que ayudaría a terminar con ese mercado negro.
Las acciones contra el huachicoleo deben de abarcar los diferentes flancos, sin excluir ninguno; la omisión o negligencia de alguna de las partes, pone en riesgo el objetivo de gobierno de acabar con este robo. Es tiempo de que empiece a destacar la actividad de la Profeco en este esfuerzo que cuenta con el respaldo de la sociedad. Es una tarea colectiva impostergable.
¿Y los litros de gasolina?
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