El Beso del diablo, el candidato y el juzgador

Política
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Cuando se caía un alimento al piso, la expresión inmediata de la abuela era “tíralo, ya lo besó el diablo”. La orden era cumplida, iba al bote de la basura, lo que fuera, pan, fruta, tortilla o carne. Hoy, en tiempo de crisis, no aplica el dicho popular; lo que procede es limpiar, lavar, llevar la comida a la boca, deglutir. Enjuagar con agua y jabón sería suficiente para borrar el sello demoniaco.
Alguna vez en la política mexicana se utilizó la misma expresión, en voz del extinto líder priísta y veracruzano, Gustavo Carvajal Moreno, para descalificar al aspirante a candidato a gobernador o a cualquier cargo, si visitaba al ex presidente que hasta la fecha vive en San Jerónimo, en la Ciudad de México (CDMX), en busca de apoyo. Perdía la posibilidad de ser nominado por el partido hegemónico.
Al que vaya, lo besa el diablo, la advertencia del dirigente para quienes supusieran que todavía podía influir el personaje que había terminado su sexenio.
Hoy, cuando se aproximan las elecciones del 2021 (en juego 21 mil 368 cargos en México) está descartado el beso del diablo. Ni el mismo demonio va a exponerse al contagio. La esperanza para aspirantes es que llegue a tiempo la vacuna, antes de las nominaciones. Con tal de ganar la candidatura son capaces de buscar hasta el citado beso.
Un simple beso en las actuales circunstancias, puede ser fatal, al menos mientras no se venza al virus. Es la realidad de México y el mundo. Prohibido el contacto humano, que antes del 2020, era lo común, el beso en la mejilla entre personas del mismo o distinto género, los abrazos familiares, amigueros, políticos. Estrechar la mano, lo cotidiano.
Dentro de este contexto, resulta inadmisible que un juzgador se haya atrevido a considerar el beso en la mejilla como abuso sexual (habría que castigar a medio mundo). No hay precedente en la historia del poder judicial. Por fortuna y por justicia, la valoración del magistrado Miguel Ángel Aguilar López fue desestimada por el SéptimoTribunal Colegiado en materia penal de la CDMX. Quienes conocen la trayectoria respetable del magistrado, dan por hecho que alguien lo sorprendió y se aprovechó de su buena fe. Equívoco inducido, reparado por autoridad superior.
En la actualidad, el beso en la mejilla, por el riesgo de contagio, podría llegar a ser igual o peor que el beso del diablo, pero no hace más de ocho años, cuando no existía ni nadie imaginaba el arribo de la pandemia.
Como toda obra humana, la impartición de justicia es perfectible, por eso la propuesta que ha llevado el poder judicial al legislativo, para que en todo asunto prevalezca la verdad. Nada de torcer la ley para atender consignas. Las resoluciones en base a pruebas y no dichos falaces e insostenibles.
Está visto que “el beso del diablo” tiene distintas historias, hoy tiene el veneno del Coronavirus.

Arturo Zárate Vite

 

 

Es licenciado en periodismo, egresado de la Escuela de Periodismo Carlos Septién García, con mención honorífica. Se ha desempeñado en diversos medios, entre ellos, La Opinión (Poza Rica, Veracruz) Radio Mil, Canal 13, El Nacional, La Afición y el Universal. Más de dos décadas de experiencia, especializado en la información y análisis político. Ejerce el periodismo desde los 16 años de edad.

Premio Nacional de Transparencia otorgado por la Secretaría de la Función Pública, IFE, Consejo de la Comunicación, Consejo Ciudadano por la Transparencia e Instituto Mexicano de la Radio. Su recurso para la protección de los derechos políticos electorales del ciudadano logra tesis relevante en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, con el fin de conocer los sueldos de los dirigentes nacionales de los partidos.

Además, ha sido asesor de la Dirección General del Canal Judicial de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y Coordinador General de Comunicación y Proyectos de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos. Es autor del libro ¿Por qué se enredó la elección de 2006, editado por Miguel Ángel Porrúa.

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