Los colosistas prácticamente han desaparecido de la escena política. Aquellos que trabajaron cerca del malogrado candidato presidencial priísta Luis Donaldo Colosio, perdieron presencia y dejaron de interesar a su partido.
El mismo hijo de Luis Donaldo, Donaldo Colosio Riojas, una vez adulto, optó por una participación distinta a la de su padre, no en la misma organización. El nombre o apellido le ha alcanzado para ser diputado local y para suspirar por la gubernatura de Nuevo León, aunque pareciera haberse resignado a una candidatura a presidente municipal en Monterrey, porque no vislumbra la alianza necesaria para algo más. Es una forma de admitir que en lo personal no se tendría la fuerza suficiente para ganar en todo el estado.
Su padre, en cambio, siempre tuvo claro el objetivo, hizo carrera para convertirse en candidato presidencial y lo consiguió. Con lo que no contaba es que la decisión tomada en Los Pinos fuera a despertar el enojo de Manuel Camacho, al extremo de minar el arranque de campaña, hasta que surgió la expresión “no se hagan bolas”, para reafirmar la nominación del político de Magdalena de Kino.
Justo cuando tomaba pista, cuando desplegaba las alas, una bala asesina terminó con su sueño. Los colosistas quedaron huérfanos. Nunca conformes con las investigaciones para aclarar el homicidio.
El proyecto se cayó, algunos llegaron al poder legislativo, a posiciones diplomáticas o administrativas, como una especie de recompensa o compensación por lo que había sucedido. El tiempo se encargó de disolver al equipo. Al padre de Luis Donaldo, Luis Colosio Fernández, lo reconfortaron con una senaduría.
La fuerza colosista se extinguió. Los hijos Donaldo y Mariana, siendo niños cuando falleció su madre Diana Laura, víctima de cáncer, crecieron y vivieron en Monterrey, con el apoyo del empresario Ricardo Canavati Tafich.
Donaldo Colosio Riojas todavía es joven. Tiene tiempo para reforzar su formación. Buscar la alcaldía de Monterrey, la segunda ciudad en importancia en México, si la logra, enriquecería su experiencia política. Es bien visto por el grupo empresarial. No está contaminado y guarda distancia de los contaminantes.
Alfonso Durazo, ex secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, fue secretario particular de Luis Donaldo Colosio. El candidato presidencial malogrado lo apoyó y le dio tiempo para la preparación académica en el exterior.
Durazo se quitó la camiseta colosista. En la administración panista 2000-2006 trabajó cerca de Vicente Fox. Hasta la fecha están distanciados. Se perdieron la confianza y hasta el respeto. Alfonso supo sumarse al movimiento de Andrés Manuel López Obrador. Ganó en Sonora como candidato a senador. Una vez en el Senado fue jalado por el presidente para incorporarlo al gabinete.
Ahora como aspirante a gobernar su estado natal, no la tiene fácil, porque su rival es Ernesto Gándara Camou, personaje conciliador, con arraigo, simpatía y proyecto para suceder a Claudia Pavlovich en el gobierno de Sonora.
El hijo de Colosio y su secretario particular
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