En la elección de sus gobernantes el pueblo no se equivoca. Al ir a las urnas, vota por la que considera mejor opción.
Si ya en el ejercicio de gobierno el servidor público falla o no cumple lo ofrecido, no puede ni debe culparse al pueblo. Mucho menos afirmar que se equivocó en la elección al llevar al poder a una persona que no satisface expectativas.
Analógicamente, sería como culpar a una institución de educación superior de la actuación del funcionario que haya egresado de sus aulas.
Igual en el caso del pueblo que ejerce su derecho de votar y elegir con absoluta libertad. La responsabilidad, si lo hace bien o mal en el gobierno, es del propio elegido, que tiene la obligación de cumplir la ley y el compromiso con la sociedad.
Durante la etapa de campañas, lo que hacen el ciudadano y la ciudadana es evaluar a los competidores, conocer su trayectoria e identificar al partido que los apoya. Es lo que determina el sentido del voto. El mensaje del candidato o candidata es clave, la claridad y la congruencia, sin rollos.
En las elecciones del 2018, la sociedad evidenció hartazgo por los que habían gobernado, por los abusos y excesos. Le había dado la oportunidad a la derecha y falló. Volvió a creer en el revolucionario y el desengaño vino pronto. Encontró una nueva oferta, un candidato más identificado con las causas sociales y le tomó la palabra. Lo premió con el triunfo aplastante, en la presidencia y en el poder legislativo.
Sin dejar de tomar en cuenta el impacto de la pandemia, esa misma sociedad, en el proceso electoral de este año, con más de veinte mil cargos en juego en el país, la renovación de la Cámara de Diputados y la elección de 15 gobiernos estatales, dará su voto a la que le parezca la mejor propuesta.
Por supuesto que valorará lo hecho hasta ahora por el actual gobierno, pero también el papel desempeñado por los partidos de oposición. Revisará si hay nuevas caras entre los candidatos o si son los mismo.
Si la oposición pretende recuperar espacios con los mismos rostros y las mismas promesas, va a seguir en la oposición. Hay siglas muy desgastadas, por lo que tendría más peso el perfil de los nominados.
La medición de lo hecho por la presente administración es sencilla. Suficiente con ver lo que hay en la despensa de cada familia o en bolsillo de los jefes o jefas de familia. La economía familiar, el ingreso y el empleo.
Hay otro factor que puede inclinar la balanza para un lado u otro. Las vacunas contra el Coronavirus. En los Estados Unidos, Donald Trump ansió que la vacuna estuviera lista antes de la elección. Esperaba que un ambiente inmunizado lo ayudara a conseguir votos para ganar la contienda. No sucedió. La aplicación de la vacuna empezó después, una vez que se había consumado su derrota.
En el caso de México, la aplicación de la vacuna podría modificar el estado de ánimo de la sociedad. Si para antes de junio está vacunada la población más sensible o vulnerable, el gobierno en turno resultaría favorecido. De lo contrario, los electores, hombres y mujeres, le cobrarían la desatención.
El pueblo conoce el trabajo de partidos y gobierno. Con ese conocimiento va ir a las urnas el 6 de junio.
Clave vacunas antes de junio
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