Era de terror, ahora es humorismo. Lo que hace más de 20 años espantaba a la gente, hoy la hace reír.
Y funciona, satisface la obra, las actuaciones son espléndidas, de Rafael Perrín y Ricardo Morell, protagonistas de La Dama de Negro, que ya cumplió dos décadas en la cartelera mexicana.
Sin embargo, la oscuridad, los sonidos que recorren el techo del teatro Julio Prieto de la ciudad de México, las apariciones repentinas de la mujer que camina y corre entre las butacas, más que dar miedo, divierten.
Explicable porque en nuestra realidad lo que da miedo es la delincuencia, la violencia, el asalto, el crimen organizado. Desde hace varios años es lo que tiene atemorizada a la población.
¿Se acuerdan de 1994 cuando surgieron el EZLN y el subcomandante Marcos? El año en el que también mataron a Luis Donaldo Colosio. La sociedad se asustó y en las elecciones de entonces acudió a votar por la paz. Ernesto Zedillo ganó por amplio margen, no porque fuera un buen candidato, sino debido al clima de incertidumbre que prevalecía. Se le llamó el voto del miedo.
Con el correr de los años, la delincuencia creció y las estrategias de seguridad dejaron de funcionar como esperaba la autoridad. Además, los actos delictivos, según cifras oficiales, en su mayoría quedan impunes. Ese es el terror de los tiempos modernos, la inseguridad.
En el cine, con los adelantos de la tecnología, de la computación, también se logra sembrar miedo a los espectadores y hasta terror cuando se combinan sucesos de la vida real con efectos especiales.
La leyenda de La Dama de Negro como obra de terror, ya pasó sus mejores tiempos. Todavía cuando la protagonizaba Germán Robles, quien nada más de verlo nos hacía recordar sus papeles de vampiro o chupasangre, con su cara y su voz, provocaba angustia a los asistentes al teatro.
En la actualidad la obra está bien hecha para la risa. El día que la vimos con las actuaciones de Perrín y Morell, en las primeras filas había una docena de jovencitas que gritaban cuando en el lugar reinaba la oscuridad o veían a la famosa dama pasearse como un “fantasma” . No era un grito de miedo sino de diversión, aunque parecían contratadas para dar la impresión de lo primero.
Sin duda, la obra producida por Antonio Calvo y Carlos Bracho es un éxito, pero no para sembrar el terror.
Los trípticos o invitaciones, al hacer una síntesis de la historia, dicen que consigue que “cada persona se paralice de miedo en su butaca”. No se paraliza, se retuerce de risa.
Mi esposa desistió de acudir al teatro por miedo al supuesto terror de La Dama de Negro. En su lugar fue mi hijo. Salió muy contento y listo para la cena.
"La Dama de Negro" da risa
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