Apenas un punzón de crítica lo que tiene la obra The Hole da una medición del grado de rechazo hacia la política y los políticos. Es una obra de éxito probado en España y ahora se exhibe en México, en el teatro Molière de Polanco, que antes funcionaba como sala de cine.
Es un espectáculo divertido, variado, entretenido; con voces afinadas, trapecistas que arriesgan el físico, atractivos visuales para damas y caballeros, humor, artistas rusos, colombianos y mexicanos; una rata domesticada (de verdad) protagonista del guión, como de las que se pasean por las cañerías de la ciudad. Una mezcla de circo y cabaret refinado. La rata se comporta como una estrella, no ensucia ni el escenario ni la trama. En cambio la política, aun cuando no es tema central, tres destellos dan idea de cómo anda el ánimo y hasta donde ha llegado la insalubridad.
La izquierda es fulminada por el público. La expresión de los asistentes confirma que perdió su credibilidad. Una reacción de enojo y reprobación. Antes más de uno se apresuraba a exhibir un aire izquierdista porque la izquierda daba estatus, perfil democrático, barniz intelectual. Era la posición de los convencidos y la opción para quienes preferían refugiarse en ese punto de la geometría política a correr el riesgo de ser ubicado en la derecha o comparsa del sistema.
Me quedé sin habla al escuchar el larguísimo “uuuuuuuuuuu…” del público, ver lo bajo que ha caído la izquierda, por lo menos en el ánimo de los que estaban ahí en el teatro. Gente con un nivel social medio, medio alto, que leen y escuchan sobre lo que sucede en el país. Su valoración de la realidad.
En menor grado reprueban la historia de la casa blanca mexicana y la confesión de cansancio de un funcionario federal.
La obra se desarrolla con la conducción de Alejandro Calva, con gracia y puntual agudeza en sus comentarios. Se desplaza ágil, a pesar de no tener un cuerpo esculpido por el gimnasio, por todo el escenario y entre el público. En contraste el llamado “pony loco” (mexicano), con un físico estético y fornido, mechones en la cabeza y en el trasero, se mueve con gallardía equina; despierta suspiros y admiración de las damas. En el intermedio, la fotografía con el escultural varón. Algunas sin rubor en atrevidas poses.
El trapecio que cuelga del techo un reto para quienes demuestran su habilidad al colgarse con una o dos manos, con las piernas o girar como trompo. Lo mejor, al final, una mujer de más de 100 kilos, vestida como la Marilyn Monroe. Con evidente exceso de peso. Supuse que sería una comediante. No, también trapecista, con una flexibilidad y fortaleza admirable. Hizo un split perfecto en el aire, sin red de por medio. Una mujer de origen ruso.
Quienes juegan montados sobre una tabla y la tabla sobre un diminuto rodillo, en ningún momento perdieron el equilibrio. Pareja de varones que irradian simpatía con su cara, sin decir una palabra.
Un buen espectáculo, aderezado con luces y canto, que decidí verlo atendiendo la recomendación de Kate del Castillo, porque según ella, al fin llegó a México “algo diferente y atrevido”, con artistas que no son populares en nuestro país pero con una calidad indiscutible. Me consta.
Abuchean izquierda en The Hole
Typography
- Font Size
- Default
- Reading Mode