Todavía no se porqué el público no se puso de pie para aplaudir a toda la compañía que hace la obra musical “Los Locos Addams”. Se lo merecía. El aplauso fue largo y sonoro, pero nadie se levantó de su asiento.
-Por qué no te pusiste de pie?-le pregunté a mi esposa, aficionada al teatro, especialmente a los musicales.
-Es que no vi a nadie que lo hiciera- respondió.
O sea que no quiso correr el riesgo de ser la única.
Vi caras felices, gente satisfecha con el espectáculo, aplaudidores de cada una de las piezas musicales, a veces más, a veces menos; escuché risas en diversos momentos, emoción en niños y jóvenes, júbilo en los adultos. Alegría por la historia y la actuación de la familia Addams. Una obra con el arte, la magia y el humor para tomar un respiro, disfrutar y desconectarse, aunque sea por dos horas, del trajinar cotidiano, el drama y la tragedia.
¿Entonces por qué no se pusieron de pie para el aplauso?
¿Estarían cansados?
¿O todos, como mi esposa, esperaban a que otro lo hiciera, para imitarlo y no correr el riesgo de un supuesto ridículo?
Por menos se ha puesto de pie.
Y esta vez que calificó la obra Los Locos Adams como el mejor musical que ha visto en los últimos meses, no lo hizo. Además, tiene predilección por la calidad y simpatía de Jesús Ochoa.
Yo no me levanté, por mi papel de periodista, alguien tenía anotar o registrar lo que ocurría abajo y arriba del escenario.
De niño siempre me divertí con la serie de televisión norteamericana, esperaba que llegara la hora para verla.
Una historia de éxito que empezó como tira cómica en 1937, creada por el dibujante Charles Addams, que después llegó a la televisión, al cine, a los dibujos animados y a Broadway como musical.
En el Teatro Insurgentes de la ciudad de México, Susana Zabaleta protagoniza de manera natural a Morticia; con sus vestidos largos y escotados, su lacia cabellera, delineada figura, desbordada coquetería y melodiosa voz, cumple con altas calificaciones su actuación. Igual Jesús, no es físicamente parecido al personaje que vi en la serie de televisión, sin embargo, no hace falta. Ochoa está convertido en un maestro y un profesional de primera. Baila, gesticula, bromea, no descuida detalles al interpretar a Homero, seduce. Su voz no es privilegiada para el canto pero no desafina, es entonado.
Gerardo González, como Tío Lucas, tiene una gracia cautivadora. Ocurrente e idéntico al de la televisión. También José Roberto Pisano es meticuloso con su personaje Largo, la voz engolada y sus movimientos robotizados.
Todos sin excepción, esmerados en alcanzar la perfección. La jovencita Gloria Aura como Merlina, el niño Miguel Ángel Pérez como Pericles y Raquel Pankowsky como la abuela.
Para todos, los que representaron a la familia Addams, a la conservadora familia Beineke (Luha Dujart, Tomás Castellos y Marisol del Olmo), a los ancestros, a los swings, a los cantantes de cabina, a la orquesta con su director Eduardo Soto, a la producción, a los patrocinadores, a Tina Galindo y Claudio Carrera, a la dirección de la obra, desde este espacio, me pongo de pie y les aplaudo.
Aplauso para Ochoa y Zabaleta
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