Títere entre copas

Sociedad
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La invitación del “cultureman” Carlos Martínez para ver teatro de títeres en un bar era un gancho insalvable. Recordé mi niñez, las veces que acudí a un espectáculo de personajes sujetados por hilos y jalados por manos diestras de artistas anónimos. Ocasionalmente transmitían ese tipo de variedad por Televisión.

No soy experto en titiriteros  (excepto los de la política) y no recuerdo a nadie en especial en México.

Para el espectáculo nocturno, como se trataba de títeres, igual que lo hacía de niño, me senté en primera fila para no perder movimientos ni gestos. Estos eran mudos, ningún dialogo.

Kenia Castillo era la titiretera, joven emprendedora, creativa, con una propuesta alternativa. Directora y autora del cuento El Rinoceronte. Por supuesto que en el lugar solo había adultos, supuse que todos con corazón de niño.

Y empezó el cuento. La mirada de Kenia se transformó en un imán, atraía. La inclinación de su cabeza hacía que sus lentes de armazón roja tuvieran un deslizamiento corto y natural sobre su nariz. Sus ojos quedaban al descubierto y se agigantaban como si quisieran saltar al pequeño escenario para ser parte de la historia.

Los títeres de cartón y, en lugar de hilos, tiras delgadas y angostas del mismo material.

El cuento es breve. No te puedes distraer porque el costo es no saber que pasó con la manada de rinocerontes pintados de azul, amarillo y púrpura ni porqué se involucraron en esa obra.

No es una historia selvática ni zoológica. Se trata de un conferencista que se imagina a los rinocerontes. Se enoja con los asistentes a su conferencia porque se duermen en vez de ponerle atención. Te enteras que los ha vencido el sueño al pasar sobre sus cabezas la “zzzzz”.

Kenia hace un sonido gutural que por un momento supuse había que atribuírselo al voluminoso animal, pero no, correspondía al conferencista, molesto por los dormilones.

Dura quince minutos, no terminas de acomodarte en tu silla cuando ya está la escena final.

La historia exige imaginación de los adultos para captar el mensaje. Lastima que ya se acostumbraron a recibir todo digerido. La magia y encanto de la imaginación para muchos se pierde cuando se deja de ser niño.

El esfuerzo de Kenia es plausible.

Arturo Zárate Vite

 

 

Es licenciado en periodismo, egresado de la Escuela de Periodismo Carlos Septién García, con mención honorífica. Se ha desempeñado en diversos medios, entre ellos, La Opinión (Poza Rica, Veracruz) Radio Mil, Canal 13, El Nacional, La Afición y el Universal. Más de dos décadas de experiencia, especializado en la información y análisis político. Ejerce el periodismo desde los 16 años de edad.

Premio Nacional de Transparencia otorgado por la Secretaría de la Función Pública, IFE, Consejo de la Comunicación, Consejo Ciudadano por la Transparencia e Instituto Mexicano de la Radio. Su recurso para la protección de los derechos políticos electorales del ciudadano logra tesis relevante en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, con el fin de conocer los sueldos de los dirigentes nacionales de los partidos.

Además, ha sido asesor de la Dirección General del Canal Judicial de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y Coordinador General de Comunicación y Proyectos de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos. Es autor del libro ¿Por qué se enredó la elección de 2006, editado por Miguel Ángel Porrúa.

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