Desde la ventana del transporte público, miraba un ciclista sobre la avenida Insurgentes. Un adulto con el cabello encanecido, con los surcos del tiempo en su rostro, el sudor en la frente. Competía con el camión en velocidad. El transito de todos los días en una Ciudad de México en contingencia. ¿Será el último ciclista? ¿Será el poeta Pedro Damián?
“El Último Ciclista” es el título del libro de poesía de Pedro Damián Bautista. Le gusta andar en bicicleta pero los domingos, así que no era el que yo veía circular por la congestionada avenida.
Tampoco es literalmente el último ciclista y menos en la megalópolis, donde cada vez hay más pedalistas, aunque se tengan que intoxicar y llenar los pulmones de contaminantes. ¿Cómo estará de ahumado nuestro órgano respiratorio?
Quizás sea el último ciclista de los poetas infrarrealistas, de los que no soportan la cultura oficial. No se que haya más ciclistas en ese movimiento o grupo creado en los setentas. Todavía hay quienes discuten si el infrarrealismo es un movimiento literario o un grupo de amigos.
De lo que no hay duda es que Pedro Damián es un infra emblemático, que ha dedicado su vida a la poesía. Disfruta lo que escribe y lee. Se le nota. Es lo suyo. Sobrevive, como muchos otros intelectuales que sufren indigestión con lo que huele y sabe a oficial.
En la presentación de “El Último Ciclista”, en la Pulquería Insurgentes, lo que más hizo fue leer, leer su poesía y dejar que sus amigos hablaran de su obra y trayectoria. Admitió que alguna vez escribió un libro y no hubo más ejemplares que el original que se le ocurrió prestar y tuvo que recuperar en el domicilio del amigo.
De su nueva obra solo se hicieron 100 ejemplares, “edición artesanal”, con pasta de cartón y portadas elaboradas a mano. Cada una diferente. Me acordé que en estos tiempos la moda es lo orgánico y artesanal. En este caso, el producto no obedece a la moda sino al acotado presupuesto y la crisis que ronda la cultura.
La creatividad es lo valioso.
Coincido con mi amiga escritora Pilar Jiménez Trejo en el sentido de que el poeta nace, no se hace.
Escuchar o leer lo que escribe Pedro Damián, lo confirma.
Aquí, un ejemplo:
“Me llamo Caballo”
Dame un abrazo; con
tu voz acaríciame la hélix
ven al solar de las Helíades y la farmacodependencia
y aprende a abrazar abrazándome
léeme con tu voz “October”
in the Railroad Earth”
muchacha de la gasolinera
señora joven en la ciencia de la vida
transaccionando
con vitaminas espirituales emulsionadas con
neutrinos solares de baja energía.
Eugenia, pequeña exquisita catedral;
abrázame, me llamo Caballo.
"El Último Ciclista"
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