Ya en el mes de diciembre, en el mes de los recuerdos y festejos, de los balances y saldos, te voy a contar una historia de Don Fernando Gutiérrez Barrios, una leyenda de la política nacional.
Fue la única vez que estuve en su oficina en la Secretaría de Gobernación, la única vez que platiqué en corto con el veracruzano, para un asunto estrictamente profesional, periodístico, como reportero de El Universal.
En otros ocasiones habíamos coincidido, pero en actos sociales, en festejos o encuentros con comunicadores. No pasaba del saludo o el comentario ligero del tema del momento. Nada más.
Por supuesto que sabía de su fama, de su poder, de ser un político informado, influyente. Un estratega, calculador, dominador. Había dejado la gubernatura de Veracruz para atender el despacho de Bucareli.
Del diálogo en su oficina fue testigo mi compañero Aurelio Ramos, quien entonces trabajaba en Excélsior. Los dos reporteros, nos citaron por separado para platicar con Don Fernando.
El Universal y Excélsior eran los diarios más importantes de México en los noventas, lo que de alguna manera explica porque el secretario había decidido convocar a sus representantes.
La verdad no teníamos ni idea del motivo del llamado, aunque era de suponer que se trataba de algo relevante, por el personaje, por la fama de Don Fernando. Presente en los temas delicados y trascendentes.
Por fin llegó el momento de ingresar a su despacho. Recepción cordial, amigable. Impecablemente vestido. Bien peinado, cabello ondulado con un copete. Empezaba a encanecerse. Sonriente, animoso. Aurelio y yo nos sentamos enfrente de su escritorio. Solo los tres.
Y empezó a contar.
La razón era la negociación que había realizado el gobierno mexicano para restablecer relaciones con el Vaticano, el anuncio de que se había llegado a un acuerdo y que ambas partes nombrarían a un representante. Dio los pormenores, reservó el nombre del mexicano que viajaría a Roma. Sin duda, la nota principal del día siguiente de los diarios.
Los dos periodistas salimos emocionados, por el alcance de la información y porque era un hecho el lugar que tenía ganada en la primera plana.
Sin embargo, hacía falta el nombre del representante ante el Vaticano, para redondear la información.
El encuentro con Don Fernando había sido al mediodía.
Pues después de la reunión en Bucareli, dediqué las siguientes horas a conocer el nombre del representante. Llamadas a diversos servidores públicos. Nada. Insistí, una y otra vez.
Cerca de las 22:00 horas tuve éxito. Al día siguiente El Universal revelaba que sería Agustín Téllez Cruces.
El periodista Aurelio Ramos, quien ahora trabaja en la Crónica, es testigo de esta historia.
Una de Fernando Gutiérrez
Typography
- Font Size
- Default
- Reading Mode