La expresión no es mía, sino de un personaje que toda su vida ha sido crítico de lo que juzga incorrecto o injusto, partidario y promotor de acciones que van y se hacen en beneficio de México y los mexicanos.
Cuando se la escuché, quise saber más, porqué esa descripción de la medida tomada por el gobierno para combatir el robo del combustible, para hacer frente al llamado “huachicoleo”.
Se trata del maestro y muralista Ariosto Otero, artista respetado por propios y extraños; por su pensamiento, crítico y progresista. Me senté a escucharlo. Le pedí ampliar su comentario, conocer en detalle el alcance de sus palabras, de su expresión ante lo que ocurre.
Hace una analogía con los felinos, con el tigre, con el jaguar, con el puma, que no se lanzan a perseguir su presa sin antes haber medido el terreno y haberse asegurado de que alcanzarán su objetivo. Primero analizan, sin hacer ruido, sin llamar la atención, observan. Una vez hecho los cálculos, empiezan la cacería.
Así describe, como un “zarpazo”, la acción contra el “huachicoleo”, contra la corrupción, contra el robo de combustibles, contra la impunidad, contra la delincuencia. Tenía que ser de esa manera, con el sigilo requerido, sin filtraciones previas, nada que espantara la presa.
Hay quien ha dicho que tenía que avisar a los gobernadores, enterar a más gente de lo que haría, realizar una reunión previa con los grupos relacionados o involucrados con el tema, para que entre todos coordinaran el reparto del combustible a las gasolineras.
Sin embargo, haber enterado a más gente, cuando se sabe de los recursos de la delincuencia para obtener información con oportunidad de lo que planea la autoridad y escapar o protegerse, lo más seguro es que hoy el “Huachicoleo” se estaría riendo y el gobierno en el ridículo.
Por el tamaño de la corrupción, tenía que darse el “zarpazo”, sorprender a la delincuencia, ubicar los ductos utilizados para robar el combustible, terminar con esa práctica, con ese daño a la nación, a la economía. De lo contrario, de haber anticipado la medida, los “huachicoleros”, dentro y fuera de la empresa Petróleos Mexicanos, hubieran tenido tiempo para desconectar sus mangueras, para ocultarlas y ver pasar una fallida embestida.
Es obvio y explicable que una vez sorprendido, ya en las garras del felino, para seguir con la analogía, el “huachicoleo” lance patadas, ruede, se jaloneé y se revuelque por el suelo, herido de muerte.
Pareciera que no se tomaron en cuenta los daños colaterales, la afectación temporal a consumidores e insuficiente abasto de combustible a todas las gasolineras, pero sería superficial suponer que no se consideraron los diferentes escenarios.
Para el maestro Ariosto el objetivo principal se ha cumplido, darle el “zarpazo al huachicoleo”.
"Zarpazo contra Huachicoleo"
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