Leonardo Valdés Zurita estaba feliz, radiante, ya sabía que sería consejero del Instituto Federal Electoral (IFE).
24 horas antes del anuncio oficial en la Cámara de Diputados hubo oportunidad de comer y platicar sobre su ascenso. La cita fue en uno de los restaurantes del hotel Presidente de Polanco.
En ese momento no daba por hecho que sería el nuevo presidente del IFE, pero tenía la plena certeza de que estaba adentro como consejero.
Advertía que tenía posibilidades para presidente, porque sabía de las simpatías que había logrado su perfil entre los partidos, aunque más le valía esperar al voto legislativo del día siguiente.
De cualquier manera estaba contento y con ánimo de celebrar, escogió el vino para acompañar la comida.
Relató el camino que recorrió como especialista electoral y sus vivencias familiares. En el curso de la conversación expresó su certeza de que llegaría al organismo electoral federal.
No tenía la menor duda.
La verdad, como periodista tuve mis reservas; su nombre no había sido mencionado en los medios de comunicación ni como para ser considerado próximo integrante del IFE.
Ninguno de los que escriben y se dicen expertos de la política citaba a Leonardo Valdés Zurita.
El encuentro era “off the record” y la regla se respetó. Leonardo sabía que así sería y quizás por eso habló con plena confianza.
Hoy que ha terminado su periodo como presidente del IFE, seguramente abrirá una nueva botella de vino para celebrarlo.
Empieza el recuento y revisión de su trabajo.
Hasta donde se, ningún partido va a pedir su cabeza, así que se puede ir tranquilo a su casa y a la academia.
Comida con Leonardo Valdés Zurita
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