Regresaba a casa después de acudir al mercadillo dominical de la calle Filadelfia en la colonia Nápoles de la ciudad de México. A unos pasos de la puerta un castañeo combinado con un trinar me hicieron llevar la mirada hacia arriba. Me quedé anonado, encantado. ¿Y esta recepción celestial? Bienvenida de lujo, regalo de la naturaleza, una estampa zoológica inimaginable, posaban sobre el alero de la entrada peatonal una ardilla flanqueada por un sexteto de pajarillos.
Sus ojos diminutos clavados en mi humanidad, apenas hice un movimiento la ardilla corrió a esconderse y con ellas las aves, se internaron en el garaje, eso creí. Una vez que saqué la llave y abrí la puerta, no estaban ahí. Lamenté llegar cargado con las bolsas de frutas, porque en esas condiciones se descartó la posibilidad de usar el celular para fotografiar la escena.
Dejé las bolsas en el piso y sin hacer ruido esperé varios minutos, con la cámara lista. Volvieron del árbol del vecino. Se pasearon enfrente, los pájaros volando de un lado a otro, la ardilla dio el brinco a uno de los cables (hay tantos que ya no se sabe si son de teléfono, televisión o electricidad). Por poco pierde el equilibrio, escogió el más grueso y avanzó.
Maravilloso momento, en un sitio inesperado, en una colonia, como en muchas otras de la delegación Benito Juárez, en donde se han talado árboles para cederle espacio a inmobiliarias, a nuevos edificios que se han levantando sin considerar el impacto urbano, que han violado el uso de suelo y que han encontrado la forma de convencer a las autoridades para construir sin orden y en perjuicio de la calidad de vida de los vecinos, en detrimento de la naturaleza.
La contaminación ambiental, el exceso de automóviles, la reducción del abasto del agua, la eliminación de áreas verdes, el crecimiento poblacional, la insuficiencia de los servicios públicos, pero sobre todo la irrefrenable construcción de edificios, seguro que harán imposible volver a mirar esa estampa.
Está probado que para las autoridades delegacionales lo que menos importa es la calidad de vida vecinal y el respeto a la naturaleza.
La ardilla siguió su travesía por el cable, los pajarillos parecían brincar y cuidar al mamífero de color café oscuro de que no se fuera a caer. Los vi marcharse por el arbolado de cemento.
Momento mágico fulminado por lianas de plástico y concreto desordenado de nuevas construcciones; así hasta que se acabe con lo verde y los pequeños animales sobrevivientes de la colonia Nápoles.
La ardilla en la colonia Nápoles
Typography
- Font Size
- Default
- Reading Mode