Esta vez voy a utilizar este espacio para hacer pública una carta al rector de la Escuela Libre de Derecho y a su Junta Directiva, porque es necesario que se enteren de una historia que riñe con la ética:
México, D.F. a 17 de agosto de 2015
Don Luis M. Díaz Mirón A.
Rector de la Escuela Libre de Derecho.
Presente.
En primer lugar debo decirle que siempre he considerado y considero a la Escuela Libre de Derecho como una institución que se distingue por su valores, por su ética profesional. La respeto, se de la disciplina y el rigor de su enseñanza. Tengo amigos egresados de la ELD y están orgullosos de la camiseta. Tienen sobrados motivos para sentirse de esa manera.
Quienes me conocen no tienen la menor duda que soy un periodista investigador y perseverante. Tomó el tiempo que sea necesario para obtener la información. Es lo que he realizado en mi propio caso jurídico. Después de ver una campaña en mi contra derivado de un infundio, supuse que algún político pudiera estar empeñado en hacerme daño. Prácticamente toda mi carrera la he dedicado al periodismo político y seguro que más de uno no quedó conforme con mi trabajo, aunque se dijera la verdad.
Elaboré lista de presuntos y fui descartando. Más de una vez me han dicho que lo sucedido no era casual y que seguramente había una personaje atrás de esa manipulación. A nadie le di detalles de mis sospechas y mucho menos un nombre cuando carecía de pruebas para hacerlo.
Le he rascado por todos lados. He revisado documentos, visitado en varias ocasiones la hemeroteca de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Consultado fuentes confiables que tengo en el ejercicio periodístico. Cotejado actitudes, sucesos, declaraciones. Ejercicio de memoria cotidiano.
Hasta ahora no he podido confirmar el nombre de ningún político prominente atrás de la falaz acusación.
En febrero de 1997 estuve en la casa de la familia Gómez Mont. Había sido invitado por la entonces diputada Teresa Gómez Mont Urueta. Conocí a la mayoría de los hermanos. La mamá de todos ellos, doña María, relató la vida de su esposo y de los hijos. Trabajaba en el diario El Universal y el 9 de febrero de ese año se publicó un reportaje de semblanza, en la página 17 de la primera sección con el título “Controversia y reconocimiento rodean a los Gómez Mont”.
Cuando me enteré quien era el abogado que tenía de adversario, de inmediato amigos dieron por hecho que había alguien importante atrás en mi contra. Un abogado que tiene como segundo apellido Gómez-Mont, su primer apellido es Robles y su nombre Emiliano, era lógico suponer un alto cobro por sus servicios.
Sin embargo, resulta que lo tengo de adversario de manera “gratuita”, en mi caso no le cobra a quienes se han ocupado en desacreditarme. Busca “prestigio” al utilizar mi asunto para salir en los medios y dinero porque cree que al final podrá demandarme por muchos millones de pesos.
De una vez debe saber el litigante que carezco de fortuna.
En el mes de julio pasado tuve una reunión con Teresa Gómez Mont, tía y madrina de boda de Emiliano.
Se quedó sorprendida por los detalles de mi historia. En ese mismo momento intentó localizar a su sobrino, egresado de la Escuela Libre de Derecho (ELD). A la que encontró por teléfono fue a la mamá de él. Por lo que escuché, el diálogo fue ríspido.
Una de las frases de Teresa fue: “¿qué no sabe lo que es la ética profesional?”.
Cualquiera que revise con imparcialidad el expediente sobre mi caso, que vea y lea lo que han declarado una docena de testigos, hombres y mujeres, fotografías, videos, periciales y contradicciones de la parte que acusa, concluirá que existe un atropello en mi contra que no tiene nombre.
Se dará cuenta el contraste que existe entre la primera declaración y las sucesivas de la parte acusadora. Como se trata de supuestos delitos de realización oculta, alguien los cuadró en la instancia ministerial.
A pesar de ello, he acreditado mi inocencia y ahora lucho porque se reconozca.
El ex Rector de la Escuela Libre de Derecho, Ignacio Morales Lechuga, actual maestro de dicha institución, revisó el expediente penal, la sentencia del juez y elaboró un Amicus Curiae que evidencia mi inocencia.
La sentencia en mi contra ya fue revocaba pero el proceso sigue.
El 17 de agosto de 1996 en la página 12 de la primera sección de El Universal se publicó la nota “Acusan de Despojo a F. (Fernando) Gómez Mont”. Lo acusaron de utilizar influencias políticas y económicas a favor de su hermano Felipe “para consumar el despojo de una residencia”. La queja fue presentada en la Suprema Corte de Justicia de la Nación por María Eugenia Landerreche Gómez Morín, esposa de Felipe Gómez Mont.
Según la ex diputada Teresa Gómez Mont, en la actualidad la principal relación en la política de su sobrino se llama Margarita Zavala.
Para evitar desatinadas valoraciones, el viernes pasado le envié a quien aspira a competir en las elecciones del 2018, a su correo electrónico, dos preguntas que son:
1.-¿Sabe usted si se ha utilizado su nombre como tráfico de influencia para dañar en un proceso judicial al periodista Arturo Zárate Vite?
2.-¿Conoce usted el expediente penal 103/2012 sobre el caso del periodista Arturo Zárate Vite?
Hasta el momento no he recibido respuesta.
Lo que es un hecho es que un experto cuadró las imputaciones que combato por falsas.
¿Se vale dañar a una familia para hacerse de “dinero” y “fama”?, le pregunté a la ex legisladora Teresa Gómez Mont.
Sólo se mordió los labios.
Estimado Rector de la Escuela Libre de Derecho:
Reitero mi respeto a la institución que usted encabeza y por lo mismo considero que este caso amerita su valoración.
Como diría Teresa Gómez Mont:
¿Qué no sabe Emiliano lo que es ética?
Cordialmente,
Arturo Zárate Vite
Ética Gómez Mont
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